Vladimir Churov rechaza dimitir por denuncias de fraude en comicios
Domingo 29 de enero de 2012, p. 20
Moscú, 28 de enero. Vilipendiado por los diputados que no forman parte de la mayoritaria bancada oficialista, el presidente de la Comisión Central Electoral, Vladimir Churov, salió airoso de su comparecencia ante la nueva Duma el viernes anterior y se negó a dimitir por las denuncias de fraude en las recientes elecciones legislativas.
“En los comicios hubo muchas irregularidades. No digo que usted sea el principal culpable, pero su reputación quedó muy cuestionada. (…) Si usted, aquí y ahora, renuncia tiene la oportunidad de entrar en la historia (de Rusia) como un personaje de alguna manera positivo”, lanzó con énfasis Igor Lebediev, en nombre de los ultranacionalistas del Partido Liberal Democrático.
Lo afirma con el cerebro, no con el corazón
, le respondió un irónico Churov, que aprovechó la comparecencia para lavarse las manos y endosar la culpa a los diputados de oposición, los cuales –en su versión justificatoria– prometieron enviar más de un millón de observadores a la jornada de votación y mandaron apenas menos de la tercera parte.
Andrei Voroviov, jefe de la bancada oficialista, subió a tribuna para literalmente gritar que las acusaciones de fraude contra Rusia Unida son mentiras y producto de la fantasía de los opositores.
El líder de la fracción de Rusia Justa, Serguei Mironov, reviró con un recuento de las irregularidades: chantaje contra los electores, amenazas a los candidatos, acceso desigual de los partidos a los medios de comunicación, presión de las autoridades, alteración de resultados y un largo etcétera.
En el proyecto final de resolución, a insistencia de los oficialistas, se retiró la exigencia de que dimita Churov y se incluyó la promesa de revisar la ley electoral, lo que satisfizo a los partidos Comunista y Liberal Democrático, y no a Rusia Justa, los tres promotores del fracasado voto de censura.
Por su parte, Aleksandr Bastrykin, director del Comité de Instrucción, adjunto a la Procuraduría, informó que se abrieron 36 causas penales por alteración de resultados, 139 casos siguen abiertos y 363 denuncias se denegaron, supuestamente, por falta de pruebas.
También se hizo oficial que Grigori Yavlinsky, dirigente del partido liberal Yabloko, y Grigori Mesetnsev, gobernador de Irkutsk, no estarán inscritos en las boletas electorales del 4 de marzo por la descalificación de un alto porcentaje de las firmas de apoyo que presentaron en el procedimiento de registro de su candidatura.
En cambio el magnate Mijail Projorov, cuyas firmas de respaldo se reconocieron como válidas, luchará por la presidencia de Rusia y considera que, a partir de este momento, debe convertirse en una suerte de mayor antiputin
para tener alguna oportunidad, si llega a segunda vuelta de la votación con el favorito y actual primer ministro, Vladimir Putin.
La oposición no representada en el Parlamento, con otra agenda de intereses, consiguió que la alcaldía de Moscú autorice la marcha y mitin de protesta del 4 de febrero. Como era previsible, aceptó modificar la ruta, mas no la fecha.
A cambio, tuvo que admitir que el mismo día y en un lugar mediáticamente mejor, cerca del Kremlin, se lleve a cabo un mitin en favor de Putin.
No sólo se trata del malestar de los ciudadanos por la alteración de resultados de la votación. Se aprecia algo mucho más importante: la inconformidad de la parte más preparada de la población urbana con las actuales autoridades, con los métodos y recursos que emplea. La gente quiere el cese de las personas responsables del fraude y, sobre todo, un cambio de sistema político
.
Lo dice, en un artículo de opinión subido este sábado a la página web del periódico Novaya Gazeta, un hombre que pronto va a cumplir 81 años de edad y se llama Mijail Gorbachov.
El primero y último presidente soviético propone celebrar un referendo, con una sola pregunta: “¿Apoya usted una reforma política y constitucional que ponga fin a la ‘autocracia’ y devuelva el poder al pueblo?”