A casi un mes de los comicios, busca ganar en la primera ronda
Domingo 12 de febrero de 2012, p. 20
Rusia, 11 de febrero. A menos de un mes de los comicios presidenciales en Rusia, aún no es claro si el favorito, el premier Vladimir Putin, podrá obtener más de la mitad de los votos depositados el 4 de marzo para ser elegido para un nuevo periodo de seis años –gobierna desde hace 12 años– o si, por el contrario, hará falta una segunda vuelta de votación, dos semanas más tarde.
No es cuestión menor. Aunque es consciente de que muchos compatriotas repudian su intención de perpetuarse en el poder, de cara al exterior Putin necesita legitimidad para seguir al frente de Rusia.
Quiere, por tanto, ganar con mayoría absoluta, evitando la incertidumbre que implica ir a segunda vuelta con el otro candidato más votado, probablemente el líder comunista, Guennadi Ziuganov.
La Oficina de la Presidencia, en realidad supeditada a Putin y a cargo de su campaña, está volcada en convencer a los rusos de que es factible que el candidato oficialista triunfe sin necesidad de ir a una segunda y definitiva votación.
La campaña electoral del Kremlin tiene cuatro grandes vertientes: 1) crear la impresión de que en los mítines hay mayor apoyo a Putin y que la oposición es minoritaria; 2) hacer creer, mediante los medios bajo control del Estado, que Putin representa lo mejor para el país; los opositores, lo que ordenan sus supuestos amos desde el exterior y que es malo para Rusia; 3) inculcar que los sondeos de opinión confirman la intención de voto en favor de Putin; y 4) atraer a los electores vacilantes con todo tipo de promesas, a cual más populista.
Por ello, a nadie sorprendió aquí que la coordinación de campaña de Putin haya solicitado autorización para llevar a cabo una marcha y mitin multitudinarios desde la calle Tverskaya hasta la Plaza Manezhnaya, junto al Kremlin, bajo el lema de Defendamos a nuestra patria
, el próximo 23 de febrero, Día del Ejército.
Llama la atención que convoquen a 200 mil personas, subrayando siempre que es el doble que los asistentes a los mítines de los inconformes. La alcaldía de Moscú, que tiene hasta este lunes para decidir, pidió a los organizadores reducir a la mitad el número de participantes para evitar el colapso del centro de la capital
.
La cifra inicial impresiona y al margen de cuántas personas asistan finalmente, el bochorno de organizar acarreos pasa a segundo plano y se anuncia que vendrán a Moscú seguidores de Vladimir Putin
desde unas 15 regiones del país, en autobús y ferrocarril.
Se conocen numerosos testimonios de empleados públicos o de paraestatales que, en el anterior mitin oficialista, se vieron forzados a asistir a riesgo de perder el trabajo o a cambio de un privilegio laboral, sin hablar de los muchos que de plano cobraron entre 500 y mil rublos (entre 17 y 34 dólares, al tipo de cambio de hoy) por hacer acto de presencia.
De modo paralelo, las encuestadoras afines al Kremlin aseguran que Putin logró sobrepasar 50 por ciento en la intención de voto y que, si la tendencia se mantiene, podrá vencer en primera vuelta.
El Partido Comunista acaba de presentar los resultados de su más reciente encuesta: Putin tiene, según ésta, poco más de 28 por ciento, y Ziuganov 22 por ciento.
Estos datos, como era de suponer, fueron ignorados por los medios bajo control del Estado, cuando no ridiculizados. Solamente importa, desde el punto de mira del Kremlin, arraigar la impresión de que la mayoría de los sondeos otorgan a su candidato más de 50 por ciento de los votos.
Y para seguir conquistando adeptos, Putin ya no sabe qué prometer si sale electo presidente, como subir las pensiones, aumentar las becas de los estudiantes, indemnizar a los turistas engañados por una agencia de viajes, quitar las sirenas a la mayoría de los vehículos que eluden así los embotellamientos o restablecer el cambio de hora de verano anulado por el actual presidente Dimitri Medvediev, entre muchas otras ofertas.
En esa línea de agradar a la gente se comprometió a quitar tres días a los 10 feriados de enero y agregarlos en mayo, entre las fiestas del Día del Trabajo y el Día de la Victoria, para que sus compatriotas tengan otro periodo adicional de vacaciones.