La historia de Juana de Arco, la doncella virgen de Lorena, la joven campesina, la que vistió de hombre, la que escuchaba voces, cuya misión divina y política fue conseguir el trono de Francia para Carlos El Delfín y liberar a su país de la invasión inglesa, quien luego fue hecha prisionera por los propios franceses, acusada de herejía y finalmente quemada en la hoguera, es puesta en escena en la obra Abdicación, que hace unos días se estrenó en el Centro Cultural Universitario.

Con las actuaciones de Iliana Muñoz y Nayelli Acevedo, y dramaturgia y dirección de Luis Santillán, el montaje se presenta en las escaleras del primer piso del vestíbulo del teatro Juan Ruiz de Alarcón, toda vez que el texto dramatúrgico fue escrito ex profeso pensado para un espacio no convencional.

Para Santillán es muy importante trabajar en espacios alternativos o no convencionales. Por ello el proyecto escénico fue pensado para desarrollarse en unas escaleras. La construcción dramática fue escrita para eso.

Vida difícil de explicar

Con una cronología basada en hechos históricos, el propósito de llevar a escena la historia de la joven guerrera Juana de Arco, es reflexionar sobre hasta dónde está dispuesta a llegar una persona por algo en lo que cree, explica Luis Santillán. Aquí lo importante es que Juana cree en algo, más allá de sus razones tiene una firme creencia y está dispuesta a morir por eso.

Para ello, damos un giro al personaje histórico, porque en el contexto de las crónicas la presencia de Dios, la idea de las voces, es constante. Hay muchos aspectos de la vida de Juana que son muy difíciles de explicar, alejándonos de la idea religiosa. Por ejemplo, está la situación de que era una estratega estupenda respecto de la artillería, cuando aquel conocimiento, en la Edad Media, era muy reciente, de tal manera que se necesitaba un entrenamiento de años para alcanzar altos niveles, y Juana sin tenerlo consigue hacerlo, y ahí es muy ambigua la idea de la participación de las voces o de Dios.

Nosotros quisimos apartarnos de eso, aclara el director del montaje.

La idea no es cuestionar la existencia de Dios, pues para ella existe, pero sí quisimos darle un giro. De tener a una mujer que hace todo por devoción, presentamos a una mujer que actúa o acciona por decisión; y toda la relación aquí con Dios es ficticia. En ese sentido, ese vínculo llega a ser al final de reproche y maldición.

La historia de Juana de Arco se sitúa en el reino de Francia al final del medievo, en el siglo XV, en una circunstancia en que ese reino está dividido por conflictos internos y bajo la presión de una invasión inglesa. El rey de Inglaterra, Enrique V, quiere apoderarse de la corona de Francia, mientras Carlos El Delfín, legítimo heredero, no puede recibir la consagración que le daría su total legitimidad, porque ésta necesita llevarse a cabo en la catedral de la ciudad de Reims, la cual se encuentra en territorio ocupado.

Las actrices y narradoras Iliana Muñoz y Nayelli Acevedo dan vida a Juana de Arco, desde su niñez, viva y rebelde, su encuentro con el futuro rey Carlos, a quien explica su misión divina, su confirmación que es virgen, sus combates en el campo de batalla y hasta cuando por necedad, tenacidad o soberbia, quiere continuar en la contienda y es hecha prisionera, acusada de herejía y quemada en la hoguera.

Las funciones de la obra Abdicación son sábados y domingos a las 12:30 horas, en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario (avenida Insurgentes Sur 3000).