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Infancia y Sociedad

Bonitasaura

B

uenos Aires. Antes de que la cordillera de los Andes existiera, los Bonitasaura se paseaban por la Patagonia. Lo he sabido al conocer en persona a un paleontólogo que participó en el descubrimiento de una nueva clase de dinosaurios. No es, como suele mostrar el cine, un científico viejo, perseguido por dinosaurios. Pablo Ariel Gallina tiene poco más de 30 años de edad y formó parte del equipo que encontró en la Patagonia al Titanosaurio Bonitasaura Salgado, cuyo nombre fue dado porque se le encontró frente al cerro La Bonita y en honor al paleontólogo argentino Leonardo Salgado.

A los niños les fascinan los dinosaurios por lo que tienen de fantásticos. Así dijo uno de ellos: Me gustan porque son increíbles, además no son de mentira, porque alguna vez existieron, ¿no?… Esa es la opinión de un experto que comparte con los paleontólogos la capacidad de asombrarse, de preguntar y de investigar sin descanso. Así son todos los niños; lástima que la escuela tradicional no estimule esas tendencias.

Bonitasaura es un género representado por una especie de dinosaurios que vivió a finales del periodo Cretácico, hace unos 84 millones de años, en lo que hoy es Sudamérica. Bonitasaura, dice mi joven paleontólogo, tenía una mandíbula cuadrada con una doble fila de dientes en forma de clavijas en el frente, que le permitían cortar las ramas para comer: era vegetariana. Su cuello era largo y con fuertes músculos que le permitían esfuerzos vigorosos para alimentarse.

El primer ejemplar de esta clase, encontrado por los paleontólogos argentinos, fue un subadulto que midió cerca de nueve metros; los adultos habrían llegado hasta los 15 metros. Ya en 1922, paleontólogos europeos enviados por el Museo de La Plata habían explorado la zona, pero sólo encontraron unos huesos aislados. En 2003, el paleontólogo Sebastián Apesteguía, el todavía estudiante Pablo Gallina y el paleoartista Jorge González siguieron las indicaciones de doña Tika, lugareña de 98 años de edad, quien desde pequeña había guiado exploradores, y así fue como dieron con el sitio de fosilización de Bonitasaura. Por años, los campesinos descansaron sin saberlo en una gran piedra blanca que era el fémur de Bonitasaura.

Los paleontólogos pasan sus días maravillándose con fósiles que despiertan su interés y, en este modo de ser, se parecen más a los niños que a los adultos comunes. A veces esos fósiles sirven para viajar al pasado y reconstruir a los increíbles dinosaurios, que gobernaron el planeta por más de 150 millones de años y que todavía hoy colman la imaginación creadora de los niños y mantienen muy ocupados a los paleontólogos.