annes, 16 de mayo. No obstante que la imagen del cartel oficial del 65 aniversario del festival de cine –una foto de Marilyn Monroe apagando la vela de un pastel– tiene algo de lugar común (y ya hubiera querido la pobre llegar a su cumpleaños 65), el encuentro arrancó de forma imaginativa con una película original y satisfactoria, suceso bastante extraño. En competencia, por primera vez, el estadunidense Wes Anderson ha logrado en Moonrise Kingdom (El reino de la luna ascendente) su película más convincente a la fecha.
Conocido sobre todo por sus comedias excéntricas como The Royal Tenenbaums (2001) y The Darjeeling Limited (2007), Anderson ha cambiado algo su tesitura. Si antes presentaba a adultos con comportamiento infantil, en esta ocasión narra una historia de amor entre dos preadolescentes bastante precoces… y rechazados por sus iguales. El director no abandona su estilo narrativo naif y en el comienzo, sobre todo, se pasa de empalagoso. Las imágenes son intencionalmente chatas, como ilustraciones de un libro para niños, artificio que se remata con encuadres frontales, en los que los personajes hablan a la cámara.
Sin embargo, la película va de menos a más y, en cuanto se muestra que la pareja enamorada es asediada por la sociedad, Moonrise Kingdom adquiere una resonancia emotiva e, incluso, un encantador sentido de lo mágico. A diferencia de los dramas sobre parejas malditas perseguidas por la ley, en este caso los inofensivos acosadores incluyen a los padres de la niña, un grupo scout al que pertenecía el niño y un policía melancólico (Bruce Willis, sin lucir una sola vez su usual sonrisa socarrona).
Si bien los actores debutantes, Kara Heyward y Jared Gilman, dan muy bien el tipo de prepúberes excéntricos, capaces en un momento de unirse en un dudoso matrimonio, es Edward Norton quien sobresale con una interpretación exacta de una seriedad que parece sincera y para nada burlona, dado su papel de un estricto líder scout.
Ahora bien, no todos los colegas de la prensa presentes se mostraron entusiasmados al final de la proyección de Moonrise Kingdom. Los aplausos fueron más bien discretos. Ya se ha dicho: el cine de Wes Anderson es un sabor adquirido, que muchos encuentran demasiado estudiado.
Otro cambio interesante de este festival es el hecho de que, por primera vez, se incluye la programación completa en un solo folleto. Lo habitual era la discriminación de las secciones paralelas, la Quincena de los Realizadores y la Semana de la Crítica, a favor de lo que se conoce como la Sección Oficial; es decir, la competencia, Una Cierta Mirada, las funciones especiales y la retrospectiva. Pero, en un alarde de espíritu democrático, ahora se han publicado todas juntas, lo cual ahorra el esfuerzo de buscar a las otras por separado. De un solo vistazo uno entra en conciencia de que cubrir todo Cannes es una proeza imposible.
Hoy también fue la presentación en conferencia de prensa del jurado oficial, presidido por el cineasta italiano Gianni Moretti. Como siempre, una congregación de cineastas –la británica Andrea Arnold, el estadunidense Alexander Payne, el haitiano Raoul Peck–, actores –la palestina Hiam Abass (también realizadora), la francesa Emmanuelle Devos, la alemana Diane Kruger y el escocés Ewan McGregor– y alguien de otro medio; en este caso, el diseñador galo Jean-Paul Gaultier. Ya veremos al final si es cierto lo que dicen las malas lenguas sobre el carácter narcisista e intratable de Moretti.
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