Estudios recientes han revelado que las micotoxinas (producidas por diferentes tipos de hongos) pueden tener efectos nocivos en la salud humana y en algunos casos están relacionadas con enfermedades como el cáncer hepático.

César Flores Ortiz, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, coordinador de la Unidad de Biotecnología y Prototipos, explicó que uno de los casos más importantes es el maíz, grano fundamental para la dieta de los mexicanos, muy expuesto a contaminarse con aflatoxina B1. Esta micotoxina, producida por hongos del género aspergillus, es tóxica y carcinógena para animales, e incluso para los humanos.

De acuerdo con sus investigaciones, Flores Ortiz sostiene que la ingesta de micotoxinas reduce la productividad de especies pecuarias y disminuye la calidad sanitaria de productos derivados. Si bien se conocen de 300 a 400, las más importantes por su ocurrencia y toxicidad en aquellas especies son aflatoxinas, ocratoxina A, citrinina, deoxinivalenol, zearalenona, toxina T2 y otros tricoticenos.

Las aflatoxinas son las que están relacionadas con el cáncer hepático. Afortunadamente –resaltó el investigador–, la domesticación del cereal y el sometimiento a procesos como la nixtamalización reducen significativamente las cantidades de aflatoxina.

No obstante –aclaró–, es un hecho que si la micotoxina no actúa como factor primario de daño hepático, sí lo hace como uno secundario en personas predispuestas por algún tipo de afección, sea cirrosis o hepatitis, lo que complicaría la exposición.

Otro caso que recién empezó a tomar relevancia es la fumonisina B1, que también se acumula en el maíz para consumo humano. Se le asocia con una forma de cáncer esofágico, que registra cierto nivel de incidencia.

Entre los efectos de las micotoxinas está la inhibición de la biosíntesis de proteínas; otras interfieren con los procesos de reproducción, unas más alteran los balances iónicos de los fluidos y provocan alteraciones renales, y otras más producen hemorragias y daños en la piel.