l escribir mi artículo de la semana pasada, el conteo del PREP estaba en curso. Muchos o algunos no nos dábamos cuenta aún de que el nivel de las fosas sépticas y de las letrinas comenzaban a subir de nivel. Del miércoles pasado en adelante comenzaron a derramarse cada vez con un caudal mayor.
Se dejó ver, con nitidez creciente, probablemente el que ha sido el más sofisticado conjunto de artilugios financieros, que las oposiciones de izquierda han llamado el peor fraude electoral.
AMLO está exigiendo que sean desahogadas todas las denuncias legales que ha venido haciendo. Pero este ejercicio de un derecho elemental está resultando insoportable a una inmensa constelación de intereses; esta vez encabezados por las televisoras.
Impresiona ver el pánico que se ha apoderado seguramente de los 70 mil millonarios que según Merrill Lynch existen en México, es decir, 0.06 por ciento de la población, que se han adueñado del Estado, y que lo quieren para siempre. Dueños de la inmensa mayor parte de la riqueza y de la producción del país, dueños quieren seguir siendo de las decisiones del Estado, para seguir medrando y acrecentado su inenarrable fortuna, en medio de un océano de pobreza que vive en un precarismo despiadado.
Impresiona ver las fieras desatadas en los medios de comunicación, buscando cubrir y blindar inmensos intereses, demandando sean ya aprobadas las reformas estructurales
que convienen a los de arriba, como AMLO gusta llamarlos.
He aquí una muestra de la intensa y profusa postura que hemos podido leer después del primer veredicto del IFE, durante la semana pasada, especialmente en las ediciones dominicales: Después de la debacle electoral del PAN, el gobierno panista tiene la enorme oportunidad de avanzar a reformas que fueron intransitables durante todo el sexenio. Vaya paradoja. En su momento de mayor debilidad política, Felipe Calderón tiene el mejor contexto para impulsar una ofensiva legislativa
. Y se compara esta maravillosa
oportunidad con ¡el Pacto de la Moncloa
! “Sólo falta asegurar –dicen– una dosis de ambición histórica y estatura política para forjar el Pacto de Los Pinos.” Aterra.
No importa el autor; la cita proviene, con ligeros cambios de redacción para los fines de este artículo, de un escritor de opinión del periódico Reforma. No importa el autor porque bajo numerosas formas la hallaremos en una gran cantidad de escritores: es la extensa intelectualidad integrada
referida por Umberto Eco.
No sólo se trata del inaudito conjunto de engaños, maquinaciones y enredos planeados por mentes pérfidas y embaucadoras de índole delincuencial frente a las cuales AMLO ejerce el derecho de demandar su esclarecimiento. Se trata también de la defensa de 15 millones o más de electores a quienes todo parece indicar se les han escamoteado sus derechos como electores. Si esto es así, como lo cree la coalición Movimiento Progresista con miles de datos duros en sus manos, los titulares de las instancias legales correspondientes no pueden hundir la cabeza como avestruces en el lodazal que ahora se hizo por fuera de las urnas. Sin retórica alguna, la gobernanza y la paz de la República están de por medio.
Si en estos días la posibilidad de un atraco sin medida moviliza a más miles de mexicanos de los representados en Atenco, la probabilidad de la inestabilidad y la polarización social llegarán a extremos que deberían obligar a las instancias reguladoras de las instituciones del Estado, a tomar el asunto seriamente en sus manos.
Pero es ahora, después de lustros de Estado corporativo y de dos sexenios de Estado fallido, que los mexicanos requieren como el oxígeno la construcción de un estado de derecho; la reubicación, en el lugar que nunca debió perder, de la política.
Las manos enfangadas de dinero deben salir del Estado. La política debe mandar sobre la economía por el bien de todos. De no ser así, la podredumbre avanzará cada vez más en la vida social.
Peña Nieto ya nos lo ha advertido de muchas maneras. En entrevista con La Jornada dijo a las claras, para quien quiera entenderlo, que el Estado corporativo continuará y las reformas neoliberales vendrán, porque no hay de otra para este país. Hay personajes polémicos que tienen su historia
, dijo. Yo ubico esos casos en dos planos: dejemos que cada quien responda a la polémica en torno suyo y yo respetaré la representación que tienen y lo mucho que pueden contribuir a impulsar las reformas que queremos. Tienen su base social, que es parte de los sectores del partido, con los cuales hoy no ganamos una elección, pero sin ellos tampoco.
¡Viva la maistra!, ¡viva Romero Deschamps!, ¡viva Gamboa Pascoe!, ¡viva el presidencialismo autoritario y el Estado corporativo preñado aquí y allá por los millonarios y por el crimen organizado!
Es de esperarse que mientras los tribunales trabajen, la sociedad se movilice masivamente. Los mexicanos tienen que salvar su historia futura.