Opinión
Ver día anteriorSábado 21 de julio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Los de abajo

Viacrucis del migrante y la estación Lechería

T

odos los días cientos de migrantes quedan a merced de la delincuencia organizada y de los policías que los extorsionan en la estación del tren de Lechería, en el municipio de Tultitlán, lugar donde el pasado 9 de julio cerró sus puertas la Casa del Migrante que los acogió durante tres años, ofreciéndoles un lugar para dormir y algo de comer y, sobre todo, un refugio en su peligroso recorrido a Estados Unidos.

Los migrantes, en su mayoría centroamericanos, aunque también hay muchos mexicanos, llegan a este lugar del norte de la ciudad de México pensando que lo más peligroso del trayecto ha pasado. Recorrieron ya Chiapas, Oaxaca y Veracruz y pasaron asaltos, hambre, extorsiones, frío y lluvias. Pero están a menos de la mitad del camino. Llevan mil kilómetros apenas desde la frontera sur de México, por lo que tendrán que recorrer más de mil kilómetros para llegar a la primera frontera con Estados Unidos. Y ahí empezar otro viacrucis hasta llegar a su destino.

En la inhóspita estación de Lechería el sueño se ve lejano. La carpa que acondicionó el gobierno estatal como refugio provisional dista mucho de ser suficiente. Es más una medida de difusión que una respuesta real al grave problema, que es mejor atendido por grupos de activistas que por iniciativas gubernamentales.

Andrea González, profesora de la UNAM y miembro del colectivo Ustedes somos nosotros, lleva comida y ropa todos los días. La activista explica que la carpa se abrió como asunto de emergencia, después de un acuerdo entre el presidente municipal de Tultitlán y la Iglesia, para acondicionar un comedor. Lo que hemos visto es que no basta con que haya un comedor; está lloviendo muchísimo, y (los migrantes) no se pueden subir al tren porque pasa muy rápido y porque la policía privada no los deja subir.

En las inmediaciones del albergue sin paredes, un migrante hondureño con el brazo enyesado decide no entrar: Huele muy mal adentro y nos tratan como niños, le dice al reportero Arturo Lorot. Al preguntarle sobre las razones que lo llevan a quedarse cerca de la carpa, contesta que fuera de ésta nada lo protege de los asaltos o de los secuestros. Muestra su yeso y relata que dos días antes cuatro personas lo asaltaron y le rompieron el brazo.

Marta Sánchez Soler, fundadora del Movimiento Migrante Mesoamericano, señala tajante que la responsabilidad de la atención a los migrantes la tiene el Estado mexicano. En la propia ley de migración están señalados sus deberes, pero como el gobierno no hace nada, la sociedad civil actúa de manera espontánea.