Muestra en el Palacio del Arzobispado
Miércoles 1º de agosto de 2012, p. a13
Lo que se ve y lo que hay detrás
es el hilo conductor de las obras que el artista José Eduardo Benito (Mendoza, Argentina, 1961) presenta con el título Apología a Edipo, en la sala vestibular del Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Así como en un primer momento Edipo es algo que tenemos como velado, de alguna manera se representa esa veladura en todos mis trabajos
, expresa.
Pensada primero como retrospectiva, la exposición en el Antiguo Palacio del Arzobispado (Moneda 4, Centro Histórico), incluye el cuadro Todos somos Marcos, 2012, el cual es muy sugerente.
Limitaciones y puntos de contacto
José Eduardo Benito asegura que mientras no hay una referencia directa al levantamiento zapatista en Chiapas, “sí hay un juego de palabras que puede asociarse desde ese lugar. No creo que todos seamos Marcos, en el sentido de lo que fue el hecho histórico del subcomandante, pero sí creo que todos nos enmarcamos dentro de un lugar y que el marco delimita nuestras propias limitaciones.
De forma más sencilla representa cómo se enmarca uno en las vivencias. Es muy difícil romper ese marco, quizá se pueda agrandar o achicar, pero con el tiempo y en lo personal lo irá resolviendo. No se trata de algo quizá autorreferencial, sino de ver que cada uno tiene limitaciones y los puntos de contacto con el otro ocurren porque esos límites no están.
–¿Cuestiona todas esas categorías que utiliza la sociedad para controlar a las personas?
–Claro. Uno tiene la elección, quizá sin llevarla a un nivel más social o más amplio. Cuando se habla de este trabajo tiene la elección de todo, pero que eso no genere diferencias. Me parece que uno tiene que ser amplio en aceptar al otro por lo que es, por lo que hace, pero no por partido político o ideología. Se tienen puntos de contacto con alguien, pero hay que buscarlo y eso un trabajo.
Benito vino a México hace 10 años por su cuenta para ver qué cosas había
. No tuvo relación estrecha con pintores o escultores, aunque sí con músicos y algunos escritores, así como un intenso contacto con la artesanía y el color, sobre todo, con el hecho de que uno podía pintar la escultura
.
Eso lo marcó y a partir de entonces quizá en Argentina se ha visto más escultura que pintura, cuando antes se me consideraba más pintor. Hay una contradicción: vengo de la artesanía y eso me libera también de un montón de preconceptos que hay respecto de la escultura. Como que entro a una forma más relajada
.
Para el entrevistado, el disparador
de los trabajos exhibidos fueron unas nenitas que hice en madera, de formas agradables, pero no lo pintado en ellas
.
Este mundo de la imagen que tenemos genera confusiones hasta en el arte. Entro a galerías y salgo muy sorprendido, para bien o para mal, o confundido: qué es lo que no veo. Quizá, como decía un amigo, cuando a uno le pasan estas cosas hay que volver a lo clásico, pero no para ir hacia atrás, sino para tomar esas ideas primarias y empezar a rehacerlas o transitarlas de nuevo. Es muy raro y el proceso creativo también es muy complicado
.