Transitaron triunfales en el ciclo olímpico
La habilidad de Mariana se detectó a los 9 años
Viernes 3 de agosto de 2012, p. 4
Compañeras de generaciones seguidas; virtuosas del deporte que las ha acogido desde pequeñas, las arqueras Aída Román y Mariana Avitia han transitado por el ciclo olímpico y llegado a muchas cúspides gracias a su talento y disciplina.
Aída Nabila Román Arroyo, nacida el 21 de mayo de 1988 en la ciudad de México, practica desde los 11 años el tiro con arco, aunque antes también se desempeñó en gimnasia artística y durante la preparatoria jugó basquetbol y futbol americano como pasatiempos.
Siempre fue una niña muy inquieta y activa en el deporte. La acompañamos a todos los lugares que ella quiso, jugó basquetbol y otras actividades que le agradaron e hicieron de mi hija una excelente atleta
, comentó Aída Arroyo, madre de la arquera capitalina.
Recordó que si bien su hija a en algún momento fue cuestionada por gente cercana a la familia por elegir la práctica del tiro con arco, ella siempre respondió que es una disciplina que va con su personalidad
.
Compartió que ahora mi hija hizo su máximo esfuerzo en Londres, por eso logró un excelente resultado
, luego de señalar que en los recientes Juegos Panamericanos de Guadalajara se adjudicó la medalla de oro.
Román Arroyo, representante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desde la etapa preparatoria, estudió sicología, profesión que además es una importante herramienta que le sirve para su desarrollo deportivo y que la ayuda en los momentos de máxima presión.
Durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez 2010 fue la mujer que más preseas conquistó, con un acumulado de siete oros y una plata.
Compañera de Román desde que se integró a la selección nacional, Mariana Avitia se desarrolló como la joven regiomontana que a los nueve años le pidió a su hermano mayor una oportunidad de probar su arco, para de inmediato ser detectada por el entrenador chino Zang Zheng,
El asiático descubrió en Mariana, practicante de patinaje en el Instituto del Deporte de Monterrey, fortaleza, temple y decisión
, así que la integró a la selección de Nuevo León.
En un viaje a Corea del Sur recibió de regalo un arco diseñado especialmente para ella, de color rosa, con el cual obtuvo el octavo lugar en Pekín 2008, y que meses después le fue robado mientras cenaba con su familia en un restaurante del municipio de San Nicolás de los Garza.
El implemento y el resto del equipo deportivo, valuado en 120 mil pesos, fue encontrado después en una casa abandonada, pero aunque el arco perdió estabilidad, la atleta había manifestado que nunca perdió la ilusión de conquistar una medalla olímpica.