Adiós al DIF...
e toca decirlo: en los debates de la pasada contienda electoral, ninguno de los candidatos a presidente manifestó preocupación ni proyecto por la infancia nacional. Aunque no votan, casi la mitad de los mexicanos son menores de edad y sufren todo tipo de problemas: explotación laboral, desnutrición y obesidad, pornografía y explotación sexual, pobreza alimenticia y educativa, maltrato y falta de oportunidades; es decir, abandono del Estado. Olvidaron los candidatos que el petróleo y los niños son nuestras grandes fuentes de recursos económicos y humanos, respectivamente.
El DIF y el Imjuve (Instituto Mexicano de la Juventud) son instituciones con forma, pero sin fondo; tienen programas decorativos que no justifican sus escandalosos presupuestos.
Nos concentramos en el DIF: escaparate de las primeras damas
–que a menudo ni son damas ni son las primeras– opera prácticamente a capricho de sus presidentas, sin ninguna acotación legal ni social y sin rendir cuentas a nadie. Y después de ver operar al DIF como agencia de secuestros de hijos de luchadores sociales (caso Cuco), y después del incendio de la guardería ABC, queda claro que las esposas de los políticos no deben seguir al frente de los asuntos de la niñez. Lo más grave, sin embargo, es que con la creación del DIF la figura del niño como sujeto de derecho se perdió.
Hubo una gran señora, cuando se institucionalizó en México la protección a la infancia: doña Eva Sámano de López Mateos, quien fundó el INPI (Instituto Nacional de Protección a la Infancia), antecedente del DIF. Por su labor, ella fue conocida como Madre nacional
, Gran protectora de la infancia
y La maestra de México
. Se hizo acreedora a doctorados honoris causa por la Universidad Femenina de Filipinas y por la Universidad de Florida.
Doña Eva fue la primera dama
con mayor altura ética y compromiso con la infancia que ha habido en México. Pero de lo bueno que alguna vez dio el PRI ya no queda nada, mucho menos habrá primeras damas
con la dignidad de aquella mujer.
También ha sido triste ver que en seis años el GDF no tuvo en su agenda espacio relevante para la infancia.
El doctor Miguel Ángel Mancera enfrentará, entre otros retos, el de imaginar otra institución con programas realmente originales y eficaces de prevención, desarrollo y rehabilitación para la infancia capitalina. Los programas para la infancia exigen hoy personas capacitadas, responsables y éticas.
Claro que hacer buenos programas para niños no es tan buen negocio como el de las grúas o los segundos pisos, pero es lo que corresponde hacer a un gobernante digno y comprometido.