Continúan las desapariciones forzadas y el terrorismo de Estado, denuncian activistas
Lunes 27 de agosto de 2012, p. 7
Rosario Ibarra de Piedra y las integrantes del Comité Eureka recibieron ayer un homenaje en el 34 aniversario de la primera huelga de hambre en Catedral, en una ceremonia donde la escritora Elena Poniatowska resaltó que, a más de tres décadas de aquel acontecimiento, ninguno de los gobiernos se preocupó de las víctimas, menos Felipe Calderón, que tiene en su haber 250 mil muertos
.
En una ceremonia donde se desgranaron testimonios de familiares de los desaparecidos durante la llamada guerra sucia de los años setenta y ochenta de la década pasada, Poniatowska cuestionó que en esa época el gobierno federal trató de tapar el sol con un dedo
e incluso se dio el lujo de enviar como embajador a España al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, responsable del asesinato y persecución de estudiantes y luchadores sociales.
En el patio del Museo Casa de la Memoria Indómita, los participantes lamentaron que la lucha contra las detenciones ilegales sigue, porque persisten las desapariciones forzadas, ahora como parte de la guerra declarada por Felipe Calderón contra la delincuencia organizada, y existe continuidad en el terrorismo de Estado.
Rosario Ibarra de Piedra declinó hablar ante decenas de personas reunidas en el homenaje. Llevo muchos años hablando. Ya hasta me caigo gorda
, bromeó. Así que cedió su turno a María del Rosario Piedra, su hija, quien planteó que la lucha no ha terminado, porque aún hay casos de detenciones forzadas e involuntarias.
Estamos peor que en la década de los setenta, porque los gobiernos más represores han modificado los códigos penales para echar atrás las garantías individuales, y se permite el allanamiento sin orden de cateo, así como los arraigos indefinidos
, expuso.
Evaluó que el mejor homenaje a las madres y familiares de desaparecidos es “no callar las voces y terminar con las desapariciones, así como con los levantones que han ocurrido en el mal gobierno de Felipe Calderón”.
Antes, Elena Poniatowska recordó que Ibarra de Piedra encabezó en la década de los setenta un movimiento de madres de desaparecidos y de víctimas, que hizo llegar al Zócalo capitalino autobuses con 80 mujeres, para iniciar ahí, el 28 de agosto de 1978, una huelga de hambre a dos pasos de Palacio, en las narices del presidente Luis Echeverría
.
Para ella, contó, no hubo espaldarazo de los medios ni apoyo de ninguna clase; al contrario, los guaruras de los funcionarios la empujaban y le cerraban el paso, nadie quería rentarle un departamento en la ciudad, por miedo a la represión. No tenían empacho en maltratarla
, dijo.
Aun así, indicó, se enfrentó a jefes de policía como Arturo Durazo Moreno o torturadores como Miguel Nassar Haro. Rosario jamás desmayó y desde 1974 no se ha dado un momento de tregua. No la mataron porque contaba con el apoyo de Aministía Internacional
.
“Doña Rosario –le dijo–: a usted todo México la abraza”.
Entre las historias de vida contadas la mañana de ayer, Inti Martínez Gaytán, hijo de Laura Gaytán, desaparecida durante tres meses en 1979, rememoró cómo el gobierno de Vicente Fox trató de acallar los reclamos con indemnizaciones. De haber aceptado, con qué cara veríamos ahora a las familias de miles de desaparecidos en el gobierno de Felipe Calderón
, indicó.