oncluyamos esta primera etapa de breves comentarios sobre el empleo, la ocupación y el trabajo en el gentil espacio de La Jornada con una presentación de datos recientes. Profundicemos un poco sobre el indicador más común para hablar de la situación –mejoría o empeoramiento– del empleo en un país. Me refiero a la tasa de desempleo, la que oficialmente –según el último reporte oficial, correspondiente al segundo trimestre de 2012–, es del orden de 4.8 por ciento. Así, de una población total de 115 millones de habitantes, la llamada población económicamente activa (PEA) es del orden de los 50 millones de personas (30 del género masculino y 20 del femenino), por lo que esa tasa de desocupación o de desempleo del 4.8 por ciento equivale a dos y medio millones de personas sin empleo, y que lo buscan.
¿Cuál fue el comportamiento de esta tasa en este sexenio que está por concluir? Pues sepa usted que este sexenio del empleo
inició con tasas de desempleo del orden de 3.5 por ciento. Pero prácticamente desde que comenzó esa tasa oficial (lamentable, por cierto, pues oculta muchos problemas laborales) ascendió hasta alcanzar a finales de 2009, valores superiores a 6 por ciento. Es cierto que de inicios de 2010 a la fecha, esta tasa ha descendido un poco. Pero sólo un poco, a ese 4.8 por ciento mencionado. Pero esta realidad incuestionable no permite ver que muchos de los empleos generados no resultaron de la calidad y el nivel salarial anhelados o, al menos, requeridos por los ocupados.
¿Qué indicador o qué indicadores permiten asegurar esto? Tasas complementarias de evaluación de la realidad laboral. Hay, al menos, cinco más, todas ellas medidas en relación con la PEA, la de los 50 millones: 1) tasa de presión general (TPGR); 2) tasa de ocupación parcial y desocupación (TOPD); 3) tasa de condiciones críticas de ocupación YCCO); 4) tasa de subocupación (TSO); 5) finalmente, tasa de ocupación informal (TOI).
La TPGR mide la relación con la PEA que tiene la suma del total de desocupados (4.8 por ciento hoy) con el total de ocupados que busca trabajo (cerca de 4.8 por ciento también hoy) y equivale, como lo muestran sus dos componentes, a casi 10 por ciento de la PEA. Así, cerca de 5 millones de personas buscan trabajo porque no lo tienen o el que tienen les resulta insatisfactorio. Pero hay una tasa aún más severa, la TOPD, que al 4.8 por ciento de desocupados agrega los ocupados que trabajaron menos de 15 horas a la semana (7.3 por ciento, aproximadamente hoy en día). Esto significa que cerca de 12 por ciento tiene condiciones de desocupación o laborales (menos de 15 horas de trabajo a la semana) que hacen pensar en la necesidad objetiva de buscar nuevo empleo. ¿Cuántas personas están en estos momentos en esta condición de desocupación y ocupación parcial? Seis millones aproximadamente. Dos tasas complementarias nos ayudan a percibir mejor la actualidad laboral.
La TCCO que mide el porcentaje de la población ocupada que se encuentra laborando menos de 35 horas a la semana más la que trabaja más de esas 35 horas pero que percibe ingresos menores a un salario mínimo y que –como la anterior– ronda 12 por ciento, pero en este caso de los ocupados. Esto significa que cerca de 6 millones de personas ocupadas tienen ingresos inferiores a un salario mínimo. Por cierto, es preciso decir que esta tasa bajó en el sexenio. Cercana a 16 por ciento disminuyó casi cuatro puntos.
Pero notemos –por favor– que el salario mínimo también disminuyó en el sexenio. Si hacemos las cuentas, esa disminución no es tan real. Esta idea se refuerza con dos elementos más. Las últimas dos tasas –subocupación y ocupación informal– también crecieron, medidas en relación con los ocupados. La primera, tres puntos en el sexenio, de cerca de 6 a cerca de 9 por ciento. Y la segunda de 26 a 29 por ciento. Es decir crecieron tres puntos cada uno, lo que confirma la persistencia de la subocupación y de lo que llaman informalidad, sinónimos de precariedad, de la que comentaremos en otro momento con detalle. Permítaseme terminar y decirles que hay cerca de 7 millones de ocupados que perciben un salario mínimo o menos de uno de remuneración. Y poco más de 11 millones que perciben entre uno y dos salarios mínimos. Más todavía, casi 11 millones perciben entre dos y tres mínimos. Es decir, un total cercano a 30 millones de ocupados, correspondiente a 60 por ciento de los ocupados, percibe menos de tres salarios mínimos.
¿No cree que este hecho, por sí mismo, muestra el terrible fracaso del sexenio del empleo? O, pensemos como gustan pensar y decir los del gobierno, en el gran éxito que representa que no haya sido peor la situación. De veras.
NB: ¡Qué vergüenza! No pensar como se piensa, diferente y distinto. Por fortuna se vale. Sino actuar con tan poca pulcritud frente a la sociedad.