Mendax en la emboscada
lto, delgado, tez blanca, cuarentón, rostro afilado, cabeza pequeña y una pelambre de color rubio platinado, lacia y muy larga, como la usan los hombres para enfrentar, con buena distribución, el fantasma de la calvicie. Los ojos rasgados de color grisáceo, nariz ancha como de boxeador maltratado, orejas pegadas, boca regular de la que surgían dos severas arrugas, de esas que los cosmetólogos llaman, para tranquilidad de las señoras, líneas de expresión. Risueño, por momentos, pero serio por lo general, desconfiado y aún ausente. De vestimenta casual, pantalones antiplanchado, chaquetón lleno de bolsas, zapatos de gamuza y cargando en el hombro una laptop. Esta era la imagen del pasajero que recién desembarcaba en Arlanda, principal puerto aéreo de Suecia, a 42 kilómetros de Estocolomo, del vuelo 32-18, de Scandinaviam Airlines.
No se podía dejar de pensar que de haber participado en el casting de las producciones cinematográficas de la saga Millennium, del sueco Stieg Larsson, hubiera tenido amplias oportunidades de haberse levantado con el papel del periodista Mikael Blomkvist, héroe de esa singular ficción cibernética de nuestros días. Ahora que, comparada con la aventura que en esos momentos iniciaba, sin imaginarlo siquiera, el pasajero que momentos antes ocupaba el asiento 14-A (peleaba siempre por el lugar de la ventanilla), del vuelo 32-18 de Scandinaviam Airlines, los documentales de Michael Moore hubieran podido competir con El hombre araña por el mejor filme de ficción en los próximos Óscares.
No recogía aún su maleta de la banda distribuidora cuando ya las dos elegantes y atractivas mujeres lo habían visualizado y planeaban la forma más sutil y eficaz del abordaje.
Conforme nuestro pasajero abandonaba la terminal 5, destinada a los vuelos internacionales, y se dirigía al centro comercial Sky City, donde se aborda el tren Arlanda Express, que transporta a los pasajeros al centro de Estocolmo, las pinzas femeninas se estrechaban. Como yo no estuve presente y odio inventar situaciones y diálogos, no puedo precisar exactamente que sucedió: no sé decirte cómo fue
(diría el inigualable Benny Moré). Lo cierto es que poco tiempo después del casual encuentro el pasajero descrito y las dos mujeres que, ninguna descripción necesitan, ya formaban, en conocido restaurante, un trío de comensales (por algún lado se empieza). El vino le soltó la lengua (que de alguna manera se empieza, insisto), por lo que, sin dejar de agradecerles que, pese a su edad, lo confundieran con un springbreaker, les platicó que era australiano, originario de una comunidad llamada Townsville y que acababa de cumplir 41 años, tan corridos, que había cambiado de escuela 37 veces y de universidades 16. Que estudió matemá- ticas y otras disciplinas científicas, pero los sistemas informáticos lo apasionaban al grado de que, en compañía de dos amigos, creó un comando hacker llamado Subversivos internacionales
.
La lengua es un miembro muy pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Santiago 3.1-5
A ustedes les confieso: yo soy Mendax.
Las mujeres se desfallecieron y a poco estuvieron de caer al piso. ¿Mendax? ¿Este güero desabrido es Mendax? ¡Estúpidas que somos ambas, esta equivocación nos va a salir ardiendo!
Para su fortuna Mendax, en su éxtasis de parloteo, continuó: fui Mendax, en el sentir de Horacio, el poeta romano que expresó: “splendida mendax”, para referirse a lo noblemente falso o a lo falso con buen fin. Ahora ya, afortunadamente, me libré de inicuas persecuciones a causa de haber realizado 24 acciones libertarias, que los tribunales consideraron delitos informáticos y por los que tuve que pagar multa de 2 mil 100 dólares australianos. Ahora, en el mundo que hemos ido conformando y en el que la libertad de expresión y la transparencia de todo cuanto a la humanidad compete es inviolable, estoy aquí para impartir un seminario sobre libertad de la información como derecho universal, invitado por el partido de la Social Democracia Cristiana de Suecia. Puedo, sin riesgos ni temores, volver a presentarme como: Julian Paul Assange.
Mientras Sopía Wilen gritaba ¡Milagro! ¡Milagro! Ana Ardin clamaba: ¡Ecce Homo! ¡Ecce Homo! (Antes de la entusiasta y respetable restauración, por supuesto).
En la siguiente entrega nos referiremos a la parte erótica/sexual de la historia. A los verdaderos e innegables delitos, crímenes de lesa humanidad de Mendax Assange, a las intervenciones del presidente Rafael Correa, Oliver Stone, Michael Moore y, por supuesto, de don Mario Vargas Llosa. Mientras tanto, unos renglones de pura ficción.
En un pequeño pero jacarandoso villorrio de mi estado sucedió lo que paso a relatar. La actividad económica exclusiva del lugar eran las relaciones interpersonales. Se decía que si a esa villa le hubieran puesto techo, la habrían convertido en el más grande lupanar del país. El dominio sobre el lugar lo ejercían dos familias, rivales a muerte. Sus diferencias no eran religiosas; ambos iban a escondidillas a misa y sus piadosas mujeres eran dadoras de amplios diezmos cuyo origen, tratar de averiguar era un despropósito. Los niños estudiaban con las monjitas y, luego, del otro lado. Tampoco tenían diferencias ideológicas (ambos grupos eran de origen probadamente revolucionario). Menos aún intelectuales: los jefes de los dos clanes sabían, más o menos, escribir. El problema era más profundo: cada familia era concesionaria de una de las dos marcas de cerveza más importantes del país y ese pueblito, en razón de su consumo per cápita, era pieza fundamental en la competencia. El territorio se disputaba palmo a palmo: un nuevo congal, un estanquillo o un restaurante cambiaban la correlación de fuerzas.
Una mañana, el presidente municipal de la villa, demudado, colgó el teléfono y ordenó: Comandante, váyase de inmediato por mi compadre y que se me apersone en el acto
. En minutos apareció el compadre al que le daban el alias de El recaudador (de rentas del municipio). –Ordene, mi compadre/presidente –dijo. –Necesito la cantidad exacta que hasta hoy hemos conseguido con nuestra rigurosa política recaudatoria. De inmediato El recaudador se quitó su lujosa texana Stetson 20X clásico (al día viernes 31 en McAllen se cotizaban en mil 81 dólares) y del entreforro sacó una nota con una cantidad que comunicó al ciudadano alcalde, aclarando: aquí no están incluidas las reservas guardaditas del otro lado.
–Suficiente –declaró el alcalde. –Ponte de acuerdo con Antonino, mi sobrino, director de obras públicas, y formen cuantas cuadrillas de trabajadores; consigan albañiles, carpinteros, plomeros, lo que encuentren en las rancherías, porque los güevones de aquí sólo quieren ser meseros, galopines, güi güis, pero trabajar, ni madres. Compren todo el material que necesiten porque el martes, en junta solemne de cabildo, anuncio la cruzada patriótica y reivindicadora en pro de la educación que jamás se haya emprendido en este municipio ni en ninguno de los otros 37 del estado. El último día del sagrado mandato que a cabalidad hemos cumplido estos tres años, haremos entrega de nuestras magnas obras: ni un solo jardín de niños, ni una escuelita primaria, aunque sea rural, debe carecer de mesabancos, de vidrios en sus ventanas, los bebederos con agua y los excusados hasta con hojitas de papel, aunque sea de estraza. Pero el martes tiene que ser el anuncio de la gran marcha. El jueves se reúne el comité estatal de nuestro instituto político para anunciar los nombres de los candidatos, entre ellos obviamente el de mi sucesor, y estoy enterado, compadre, que no es precisamente el suyo, sino el del tal por cual de Ubaldo, que es el que más nos detesta desde aquel asuntito con su hermana Clotilde. Sé que en una fiestecita en la Macarina, que le ofrecieron al delegado nacional, ya se imagina con qué personal femenino importado, se tomó la decisión. El tal Ubaldo jura por todos lados que su primera acción de gobierno será ajustarnos cuentas (y las cuentas son sagradas). Ese va a ser su grito de campaña. Pero si nos le adelantamos y del archivo que tiene el viejo Esteban resolvemos algunas de las peticiones que nos han repetido cada tres años, nos blindamos contra todas las injusticias que este cabrón está planeando. La raza es muy noble, muy agradecida, sobre todo las viejas, compadre.
–Usté siempre ha sido un zorro presidente pero, ¿me autoriza una opinión? –Usté dirá. –Pos pienso que si nos desentendemos de las escuelas de las rancherías más alejadas, nos puede alcanzar para dar una muy buena remozadita al reclusorio municipal ¿Cómo la ve? Porque mire: a la primaria ya no vamos a regresar ni pa’terminarla, pero no sea que la estrategia nos falle, compadre… Yo digo que más vale estar prevenidos.
Enlaces:
Los cables sobre México en WikiLeaks