Natalia Lafourcade graba disco con 11 temas inmortales de El flaco de oro
El destino me llevó a Agustín Lara; me enamoré de él, y ya
Quise mantener la esencia del cantautor, pero también romper con ella, para llevarlo a otro lugar, a lo divino y hermoso que es, dice
Jugué con la bossa nova, el jazz, pero no suena a nada de eso, ni a pop
Jueves 27 de septiembre de 2012, p. 9
¡Sí!
Le diría Natalia Lafourcade a Agustín Lara. Esto, luego de grabar algunas de las canciones más bellas, poéticas, trasnochadas y sensuales de El flaco de oro, que forman el disco Mujer divina, homenaje a Agustín Lara, colección de 11 inmortales en versiones 2012, muy lejos del original y, sin embargo, plenas de pasado.
En la presentación de la placa, la menudita intérprete expresó: cómo no decirle que sí a alguien como Agustín, quien le cantaba a la mujer al oído y la trataba como reina. ¡Claro que le diría que sí!
Natalia es una más de las mujeres divinas que caen en los brazos del pianista.
La lista de canciones incluye: Mujer divina, a dueto con Adrián Dargelos (Babasónicos); Limosna, con Meme (Café Tacvba); Imposible, con León Larregui (Zoé); Farolito, con Gilberto Gil; La fugitiva, con Kevin Johansen; Piensa en mí, con Vicentico; Si no pueden quererte, con Miguel Bosé, y Vivir y renacer, con Adanovsky, entre otros.
Consideró que este disco es producto de una larga aventura, el resultado de un proyecto de años de trabajo y del talento de cientos de colaboradores. Creí que iba a ser cosa de tres meses...
, dijo, sopesando el largo trayecto recién conocido y que ahora comienza el camino de la difusión. Esto surgió como una idea un poco descabellada.
Mujer divina
Pero como dijeron los Beatles: con una pequeña ayuda de mis amigos... “la gente de la disquera, el mánager, el mismo Agustín y yo buscamos darle vida y hacer algo para compartir, y por fin estamos con Mujer divina, anunciando desde febrero. Es mi quinto disco y el planteamiento desde un comienzo fue hacer algo diferente. Para mí fue ir descubriendo al mismo Agustín, las canciones que yo no conocía, e ir reflexionando sobre Aventurera, Farolito... entre él, Agustín, y yo se dio una especie de romance.”
Añadió que el disco es una simbiosis del pasado con el presente, para las nuevas generaciones. La influencia de Agustín Lara fue fuerte, tanto como lo pueden ser las arduas tareas de analizar las letras de las canciones, las armonías, las melodías, para comprender el proceso creativo de El flaco de oro. Fue buscar en lo que podíamos coincidir. Lo de los colaboradores fue cosa de tener la lista y de pensar en los más adecuados. Lo platicamos entre todos y al final se quedaron aquellos que sentimos en el corazón. Había nombres de personas a las cuales no sabía cómo invitar, pero que cuando se enteraron de inmediato dijeron que sí, y otros que no estaban en la lista. Algunos también traían la idea de cantar a Lara.
La producción trae un devedé con dos canciones más que el cedé. “Un trabajo como este da la oportunidad de tener muchos invitados. En este caso aventé la casa por la ventana en cuestión de colaboradores. Agustín ha sido cantado por tanta gente. En su época tenía complicidad con las mujeres. A los dos meses de estar en el proyecto ya sabía que el disco se debería llamar Mujer divina. Las canciones de Lara no las podría cantar si no me dolieran, si no las sintiera en el amor, en el desamor, en la infelicidad, en burlarme de la vida. Tienes que darte esa oportunidad de conocerte y abrirte; ese proceso era difícil y platiqué con Guadalupe Loaeza, en su casa. Comentamos que había que sacar la fuerza física, la conexión que Agustín lograba con las mujeres, y eso lo logré por medio de su música, de sus canciones, de tanto estar leyéndolo. Eso al final me dio sentido y me enganchó. Fue un año de aprendizaje, de crecimiento. Este disco también es algo que coincide conmigo, en la forma de como soy.
“La vida, el destino, me llevaron a Agustín. Me enamoré de él... y ya.
Abunda: Creo que hubo canciones que llegaron solas. Fue cosa de tocar primero las canciones en la guitarra, de oírlas una y otra vez. En ellas hay sarcasmo. Mi idea fue hacer un disco fácil. Quise mantener la esencia de Agustín, pero también romper con ella, para llevarlo a otro lugar, a otros límites, a lo divino y hermoso que es. Se trató de hacer sus canciones actuales. En eso nos basamos. Jugué con la bossa nova, con el jazz, pero al final no suena a nada de eso, ni a pop, a nada. Hay un poco de todo, como a mí me gusta, porque tampoco me considero una roquera, estrictamente.
En el disco, su conexión con Lara fue inmediata, dice. Sobre el lado oscuro, pesado del cantautor, señala que también es interesante, porque era elegante, como sus canciones. “Siento que la música de hoy día se genera de manera muy diferente a como se hacía en tiempos de Agustín Lara. Creo que por eso hoy se hacen cóvers, porque antes se componían canciones desde un punto emocional muy distinto al de ahora; antes había una cosa mucho más profunda. Por medio de las canciones de Agustín supe de emociones que no conocía.
“Debo confesar que cuando comencé a leer el libro Mi novia la tristeza, de Loaeza, mi primer acercamiento, fue algo muy fuerte, y sentí esa parte de Agustín como de donjuán, como de personaje que cautivó a muchas mujeres. Al final saqué su parte positiva, que es con la que muchos se quedan. ¡Todos los artistas, todos, estamos locos, y todos tenemos nuestro lado oscuro! Así, también está lo que provocaba en la mujer. Recordemos que en esa época ellas no podían expresarse como ahora. Lo que no podían decir, él lo ponía en sus canciones.
Yo podría enamorarme de Agustín. Imaginemos que un día yo llego a una fiesta y está él. Pienso que me llevaría al piano, y yo canto... nos seguimos hasta la madrugada. Bueno... un hombre que te canta... yo me vuelvo loca. Tenía un encanto y podía tener a la mujer que quisiera, y sí, a todas les cantaba y las hacía sentir reinas...
Natalia se presentará el 31 de octubre en el Teatro de la Ciudad, donde con Eugenia León interpretará temas de El flaco de oro.