Los estudiantes deben lograr una especialización tecnificada que demanda la industria
El esfuerzo de egresados ayuda a mantener en funcionamiento telares de la década de 1950
Modernizar las instalaciones representa una inversión millonaria: directora de la escuela
una estrella de la casa, el taller de hilatura de algodón de la Escuela Superior de Ingeniería Textil. Otra es el laboratorio de ensayos textiles químicos y físicosFoto José Carlo González
Domingo 21 de octubre de 2012, p. 35
A casi 80 años de su creación, la Escuela Superior de Ingeniería Textil (ESIT) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) sigue como la única formadora de ese tipo de especialistas. A contracorriente de los retos que les impone la obsolescencia de buena parte de su equipamiento y la demanda en el mercado laboral de una formación altamente tecnificada, sus alumnos buscan alcanzar los altos estándares que demanda la industria.
Con telares que datan, en algunos casos, de la década de 1950, e incluso los que reproducen las técnicas prehispánicas, y maquinaria con más de medio siglo de uso, todo se mantiene en funcionamiento debido, en gran medida, al esfuerzo de muchos de sus egresados que en no pocas ocasiones son la mano experta que reconstruye un equipo que pareciera de museo
, reconoce su directora, Dora María Martínez Palacios.
Aunque hay estrellas de la casa
por su moderno equipamiento, como el taller de hilado de algodón y el laboratorio de ensayos textiles químicos y físicos, este último certificado por la Entidad Mexicana de Acreditación –organismo privado que se encarga de verificar laboratorios de ensayo y calibración– para la investigación y aplicación de más de 25 pruebas de resistencia y composición de fibras, estos son una excepción.
En un recorrido por sus instalaciones, en la unidad Zacatenco del IPN, donde se ubican sus tres laboratorios –acabados, química, y de ensayos textiles químicos y físicos–, además de sus cinco talleres –tejido de punto y plano, hilados, acabados y confección–, convive el pasado, a veces remoto, de máquinas de mediados del siglo pasado, con esfuerzos por equipar con instrumentos para teñir, moldear, cortar, coser, bordar y planchar telas con sistemas que están a la vanguardia de la industria textil.
Martínez Palacios admite que mucho del esfuerzo para que estos equipos sigan funcionando se debe al apoyo de nuestros egresados. Cuando algo falla, les llamo para decirles échame la mano, regrésale al Poli algo de lo que te dio. Me dicen sí, dame cuatro o cinco alumnos que aguanten cinco horas de trabajo y te lo dejo funcionando
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Y asegura que no es la cantidad de equipamiento lo más relevante en la formación del alumno, sino la calidad y empeño que tengamos en enseñar
.
Admite que puede haber carencias, necesidades, pero mucho depende de la actitud del profesor en decir que este telar (no computarizado y que data de 1950) tiene las mismas bases que el más nuevo, la diferencia es que tiene acondicionada una computadora donde con una memoria se puede cambiar el diseño
.
Actualmente, reconoce, en la ESIT se emplea un equipamiento de telares cuya máquina más moderna data de mediados de los años 70, empleada para elaborar tapices, textiles de decoración o para la industria automotriz.
Para crear un diseño, explica, se debe picar una película en una maquinita que se llama piano
en la que se va formando un patrón con perforaciones que luego reproduce el equipo.
Egresada de la ESIT, afirma que no es ajena a los reclamos por la obsolescencia del equipo, pero asegura que sus estudiantes adquieren los conocimientos fundamentales que demanda la industria.
“Conocen qué es un tejido plano, uno de punto, cual es para elaborar ropa de vestir y cuál para tapicería. Saben distinguir el entrelazado que tienen los hilos o su ligamento, qué peso y densidad puede tener una tela y verificarlo. Hay que garantizar que tengan las competencias laborales para que, en el brinco –acceso al mercado laboral–, no sufran”.
Modernización, una inversión millonaria
Sin embargo, reconoce que modernizar el equipamiento de la ESIT representaría, en muchos casos, una inversión millonaria. La adquisición de un telar computarizado implicaría invertir cerca de 22 millones de pesos, aunque, dijo, con uno nos basta. Podría enseñar las técnicas más modernas
.
Instalar equipamiento para que los alumnos conozcan los nuevos procedimientos industriales en la elaboración de textiles a partir de desechos plásticos, como las botellas de PET, cuyas prácticas profesionales se realizan gracias al apoyo de un egresado de la escuela, implicaría destinar 50 millones de pesos.
Martínez Palacios afirma que tan sólo equipar el laboratorio de pruebas textiles con capacidad para ofrecer al sector privado servicios de certificación en la calidad y durabilidad de las telas, requirió de una inversión superior a 6 millones de pesos, mientras que garantizar equipamiento para atender las demandas de formación de la especialización en geotextiles, para la elaboración de fibras sintéticas que se emplean para dar mayor resistencia al asfalto, al material empleado en la construcción de presas o aviones, demanda un gasto mínimo de 9 millones de pesos.