herán, Cuetzalan, Tepoztlán, Urapicho, Olinalá, Huesca, Atenco, Temacapulin, Juchitán, Ahuacatlán, las 54 comunidades de la Montaña de Guerrero, los caracoles neozapatistas, el Consejo Regional Wixárika… y los que se irán acumulando. Las fiestas de la resistencia se multiplican y expanden. En su mayoría, estos actos de resistencia civil surgen como respuesta a problemas socio-ambientales: defensa de bosques, agua, tierras, contra las concesiones mineras, los proyectos termoeléctricos, los parques eólicos, los alimentos transgénicos, la contaminación, las presas. Lo mismo sucede en buena parte del mundo. En la fase más álgida del capitalismo corporativo, las fuerzas de la usura y de la depredación se potencian, como si fueran los últimos estertores de un animal herido. En el otro plano, la reforma laboral prepara también nuevos instrumentos para extraer más sangre de las venas ya abiertas de los trabajadores. Los mercaderes siempre buscan acumular capital explotando dos fuentes primigenias: el trabajo de la naturaleza y el trabajo humano.
En México, las reacciones ciudadanas por problemas ambientales van en ascenso. Hay focos de comunidades contra los cultivos transgénicos en amplias regiones de Michoacán, Tlaxcala, Yucatán, Campeche y Sinaloa. Una marcha contra el proyecto hidroeléctrico Paso de Reina reunió a unos 7 mil manifestantes en Pinotepa Nacional, Oaxaca, entre indígenas, afromexicanos, maestros, activistas y feligreses. El Consejo Tiyat Tlali, cuyo último congreso reunió a mil personas, la mayoría jóvenes, es un nuevo frente en la Sierra Norte de Puebla. Un recuento de los problemas con la minería reveló 53 conflictos de septiembre de 2009 a la fecha en 16 estados, que han generado 22 nuevas organizaciones. Lo anterior explica por qué en unos meses la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales pasó de 130 a 300 organizaciones.
Del otro lado de la fotografía aparecen Iberdrola, First Majestic, Gold Corp, Vestas, Windpower, Monsanto, Frisco, Jinchuan Group y un largo etcétera. Junto a las corporaciones se reconoce un coro de surtidas voces: Tomados de la mano R. Robles, J. Ortega, E. Peña-Nieto, F. Calderón, V. Fox y M. Espino entonan preciados villancicos bajo la batuta de un hombre sin pelo, ante las cámaras de la televisión y los micrófonos de la radio. Las estrofas hablan del amor a la patria, la competitividad, el desarrollo, las reformas estructurales, la productividad, el capital natural, la política moderna, las inversiones extranjeras, la unidad nacional. El poder político se reparte y se comparte, no importa el color de los políticos y todos ellos lo hacen a su vez con los monopolios, nacionales y trasnacionales, que dominan las principales ramas de la economía mexicana. La democracia, como otras tantas instituciones, se derrumba al descubrirse que es un eficiente mecanismo para la explotación de los ciudadanos y al mismo tiempo una figura inútil para la transformación social.
De estas lecciones surgen enseñanzas para pensar, sentir y soñar nuevas opciones dirigidas a construir el poder social, ahí donde la voluntad ciudadana se organiza y termina diciendo no al sistema. Conforme el tiempo pase, la crisis ecológica global, representada por los efectos del cambio climático (Sandy nos lo recuerda) irá lenta, pero inexorablemente apretando las tuercas, mientras 80 millones de seres humanos se agregarán cada año a la estadística demográfica. Llama la atención que estas resistencias se efectúen en regiones predominantemente indígenas, como si los conflictos escenificaran verdaderos choques de civilizaciones.
En este contexto de permanente tensión, conflicto y enfrentamiento entre el poder económico (no importa su rama, nacionalidad o tamaño) en pleno contubernio con el poder político (no importa su ideología) por un lado, y las comunidades y pueblos originarios del otro, que en estos días se habrán de efectuar dos eventos trascendentes: el octavo congreso de la Asamblea de Afectados Ambientales (ANAA), que tendrá lugar del 9 al 11 de noviembre en la comunidad de Cherán, Michoacán, y en el que el Tribunal Permanente de los Pueblos, sección México, revisará casos regionales. El congreso en Cherán será un paso más en los peldaños de la escalera que conduce a la construcción del poder social. Los movimientos de resistencia pasan a un plano superior cuando echan andar proyectos alternativos contra-hegemónicos en los campos de la producción, el manejo de los recursos naturales, la organización social y política, la salud y educación, la comunicación y la autodefensa.
A contracorriente de todo lo anterior, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) tendrá una reunión los días 20 y 21 de noviembre para certificar su transformación en partido político. De alguna forma será un acto por el cual dará la espalda a los movimientos sociales para entrar de lleno a la lógica de la toma del poder político. Inexplicablemente inventará la nueva expectativa de que ahora sí en 2018, con diputados ganados en 2013, los mexicanos lograrán salir de su situación de crisis. La inercia de una ideología sin visión y conservadora terminará domesticando a la que es la principal fuerza social del país. Mientras tanto, en el aquí y el ahora, las fiestas de la resistencia seguirán creciendo, multiplicándose y ganando presencia como nunca antes. De ahí brotará una opción fresca para la regeneración de la República. Como se dijo en el Wirikuta Feast que reunió a 60 mil rockeros contra las mineras: Ceder un poco es ya capitular demasiado
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