El viernes pasado, unos 270 jóvenes –la mayoría varones–, una mínima parte de los no internos de la Comunidad de Diagnóstico Integral para Adolescentes (CDIA) del Distrito Federal, vieron la película Un mundo secreto, roadmovie escrita y dirigida por Gabriel Mariño. Se trata de la historia del viaje, de México a Estados Unidos, que emprende una joven con el corazón roto.

Como la protagonista, los muchachos que vieron la cinta, expresó Mariño en entrevista, tienen el corazón roto por la situación de violencia que se extiende en el país, pero con Un mundo secreto quiso demostrar que aún es posible ir de un lado a otro sin ser agredido.

La función fue organizada por las autoridades del centro de rehabilitación, con apoyo de La Jornada. Los chavos deben cumplir una serie de actividades para gozar de esa especie de libertad condicional o beneficio de no estar encerrados. La Jornada proporciona ejemplares al centro para que los chicos se mantengan informados.

Mariño expuso que los tiempos en el cine suelen ser largos: comenzó su opera prima a mediados de 2007. Entre escribir el guión y otros menesteres propios de una película se llevó año y medio. Buscamos los apoyos del Instituto Mexicano de Cinematografía en todas sus modalidades, y no tuvimos suerte, pero en Europa sí, por medio de un fondo suizo denominado Visual Sud Est, en 2010, que existe para apoyar proyectos cinematográficos de países en vías de desarrollo. Mandamos la carpeta y nos enviaron dinero para hacer la película.

Un mundo secreto fue producida por Sobrevivientes Films y protagonizada por Lucía Uribe, Roberto Mares, Olivia Lagunas, Claudia Ríos y Jesús Magaña.

Mariño es egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica. Un mundo secreto fue seleccionada en Cine en Construcción 20, del Festival de Cine de San Sebastián; se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Berlín 2012 y formó parte del 32 Foro Internacional de Verano de la Cineteca Nacional.

Hemos estado ya en 30 festivales y obtenido ocho premios, desde que estrenamos, en febrero pasado, sintetizó.

De la risa a la incredulidad

Con este antecedente, el director llevó su obra al antes conocido popularmente como Tribilín, donde, con orden, los muchachos hicieron fila para entrar al auditorio.

En este centro hay jovencitos de 13 a 17 años. A cada uno se le entregó una bolsa de palomitas de maíz con la advertencia de que le iría mal a quien las aventara. Se apagaron las luces y pareció que les hubieran dicho lo contrario: aventaron las palomitas, por lo que un custodio se quejó: ¡Nunca obedecen!

En la primera escena aparece María, la protagonista, en una escena de sexo. El público, en su mayoría puberto, reaccionó: ¡Échale ganas! ¡Ánimo!

Avanzó la historia y las emociones fueron de la risa a la incredulidad. Mariño vio parte de esas reacciones, no todas, porque por momentos salía de la sala. A estas alturas ya ha visto su obra muchísimas veces. Prevé que el estreno en salas comerciales será en marzo próximo, con 15 copias.

“En 2013 la estrenaremos en Suiza, donde están preocupados por lo que pasa en México, por la violencia y cómo impacta en los jóvenes. Me preguntaron sobre las soluciones, y no supe qué contestar, pero algo seguro es que la vía adecuada radica en lograr mayor cultura y educación. Soy entusiasta de la reflexión. Si estos chicos pueden ver en la cinta algo que les genere reflexión, me voy contento.

Aquí hay chavos que tienen conflictos con la ley, pero espero que reflexionen. La película trata de ser un retrato emocional de la juventud de México. Ellos han heredado un país en crisis.

Al final hubo una sesión de preguntas y respuestas. Se cedió la palabra a un chavo que levantó la mano, pero dijo: “No… yo… me estaba estirando.”

Una chavita de 14 años, sentenciada a un año y dos meses, comentó que estas actividades están bien; además, son una obligación, dijo.

La directora de la Comunidad Externa para la Atención de los Adolescentes, Claudia Navarro Castillo, explicó que el propósito de esta dependencia es dar tratamiento, rehabilitación y diagnóstico a los adolescentes que no están privados de su libertad. “Damos opciones a los jóvenes, alternativas. En esta comunidad, porque son varias, tenemos 5 mil 200 adolescentes, de los cuales llevamos su causa penal. Llevan su tratamiento en otras instituciones, como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Mexicano de la Juventud. La comunidad tiene que ver con todo el programa, que incluye arte y otras disciplinas.

“Es difícil, porque el tratamiento en libertad es más complicado. Hay que echar mano de todas las instancias de gobierno. Incluso, algunos ya son padres.

“El nexo con La Jornada surge porque nos pareció interesante que leyeran el periódico. Ha venido gente de La Jornada a dar charlas, lo cual nos permite trabajar con el concepto de redes sociales. Vamos sumando. La gente que quiera apoyar o busque más información puede entrar a la página web de la Dirección General de Tratamiento para Adolescentes.”