Opinión
Ver día anteriorDomingo 9 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los favoritos de la luna
C

on comedias tan peculiares como Rushmore (1998), Los excéntricos Tennenbaum (2001), La vida acuática con Steve Zissou (2004) y Viaje a Darjeeling (2007), el realizador estadunidense Wes Anderson se ha ido ganando un culto fiel que celebra esas películas, aunque a varios les puedan parecer unas empeñosas sangronadas. Debo reconocer que me sitúo a medio camino entre ambos equipos. A diferencia de los espectadores que me rodeaban, encontré graciosa La vida acuática…, por otra parte, me mantuve impermeable a los posibles encantos de la fábula animada El fantástico sr. Zorro (2012).

Digamos que si bien el cine de Anderson es un gusto adquirido, su más reciente realización, Un reino bajo la luna, podría ganarle más adeptos, pues ha cambiado algo su tesitura. Si antes nos presentaba adultos con comportamiento infantil, en esta ocasión narra una historia de amor entre dos preadolescentes bastante precoces… y rechazados por sus iguales. Situada en 1965, en una isla ficticia de Nueva Inglaterra, la película describe la huída que emprenden Suzy Bishop (Kara Hayward), harta de su hogar, y Sam Shakusky (Jared Gilman), nunca integrado al campamento scout al que pertenece, para intentar vivir juntos al aire libre.

La desaparición de los muchachos causa una crisis en el pequeño poblado. Los padres (Frances McDormand y Bill Murray) de Suzy acuden al melancólico sheriff Sharp (Bruce Willis), mientras el concienzudo líder scout Ward (Edward Norton) organiza una búsqueda con su tropa scout. La pareja logra evadir a sus perseguidores por un tiempo, pero pronto son sometidos a la captura y la separación. Muchas cosas sucederán –entre ellas una furiosa tormenta– antes de que los niños puedan reunirse.

En el inicio de Un reino bajo la luna, el director parece reincidir en su estilo narrativo naif y se pasa de empalagoso. Las imágenes son intencionalmente chatas, como ilustraciones de un libro para niños, artificio que se remata con encuadres frontales en las que los personajes hablan a la cámara. Los personajes se ven como muñecos en una casa de juguete.

Sin embargo, la película va de menos a más y, en cuanto se establece que la pareja enamorada es asediada por la sociedad, Moonrise Kingdom adquiere una resonancia emotiva e, incluso, un encantador sentido de lo mágico. A diferencia de los dramas sobre parejas malditas perseguidas por la ley, situación tan cara al cine negro, en este caso los acosadores son más bienintencionados que agresivos. Así, los señores Bishop viven ofuscados por su disfuncionalidad familiar (por ejemplo, la madre es amante del sheriff); la tropa scout actúa a veces con violencia porque así se le ha enseñado; y una trabajadora social –llamada Social Services (Tilda Swinton)– insiste en llevarse a Sam, pues ha quedado huérfano tras ser rechazado por sus padrastros.

Si bien los actores debutantes Heyward y Gilman dan muy bien el tipo de prepúberes excéntricos, capaces en un momento de unirse en un simbólico matrimonio, son los actores conocidos que colaboran por vez primera con Anderson quienes sobresalen. Willis abandona su habitual sonrisa socarrona y demuestra que en las circunstancias correctas logra ser un buen actor; Norton le brinda sinceridad a un personaje que podría haber sido una caricatura; mientras Swinton confirma de nuevo su infalibilidad.

Dado que Un reino bajo la luna ha sido estrenada después de la pesadez de una Muestra y antes de las fiestas decembrinas, el peor momento para las posibilidades comerciales de una película, los seguidores de Anderson harán bien en apresurarse y verla esta misma semana. Su potencial de permanencia en cartelera se anticipa muy bajo.

Un reino bajo la luna (Moonrise Kingdom) D: Wes Anderson/ G: Wes Anderson, Roman Coppola/ F. en C : Robert Yeoman/ M: Alexandre Desplat/ Ed: Andrew Weisblum/ Con: Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray, Frances McDormand, Jared Gilman y Kara Hayward / P: American Empirical Pictures, Moonrise, Scott Rudin Productions. EU, 2012.

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