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La ciudad que el diablo se llevó es un ejercicio sobre volver a la historia de Europa del este”

Ofrece David Toscana visión mexicana de la Varsovia de la posguerra

La historia de cuatro polacos salvados de la ejecución son el hilo conductor de la trama

No me interesa convertirme en historiador, la novela es un espacio de la imaginación, señala

 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de diciembre de 2012, p. 2

Los varsovianos solemos morir. Claro que la guerra aceleró las cosas, habla la voz del sepulturero desde las páginas de la novela La ciudad que el diablo se llevó, escrita por David Toscana (Nuevo León, 1961).

La historia de cuatro polacos, salvados de la ejecución junto a la vía del tren, son un hilo conductor del relato con pinceladas históricas sobre la muerte, la destrucción y la reconstrucción al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Una etapa histórica sagrada para Polonia, con una narrativa desde el humor mexicano ha quedado impresa en la obra de Toscana, quien en entrevista reveló que le intriga saber cómo sería leída por un polaco esta novela que transita con humor negro gracias al cuarteto de personajes que también son polacos, porque así lo dice el autor, pero que se parecen a los mexicanos, se emborrachan, les gusta imaginarse ficciones, no ven la realidad, es como si no asimilaran que les destruyeron la ciudad. Están deambulando entre la realidad y la imaginación, detalló.

El escritor regiomontano –radicado actualmente en Polonia, donde escribió su más reciente novela– opinó que para un mexicano la forma natural del relato es el humor. Contrario a aquel país, donde por lo pronto rechazaron publicar la novela, bromeó. No así la editorial Alfaguara, quien publicó el volumen en español.

Temas muy complicados, dolorosos para los europeos, son la guerra, la destrucción, la muerte, los campos de concentración. Se han tratado mucho en la historia, pero en La ciudad que se llevó el diablo, Toscana se preguntó qué tanto humor cabe y eso lo hizo escribir.

A mí siempre me ha interesado novelar acerca de la muerte, la destrucción y el deterioro.

A Varsovia lo llevó una serie de azares y el corazón, confesó. Desde el primer día en la capital polaca surgió la idea. Aquí voy a escribir la novela y salió la primera frase, cuando caminaba por la calle y vio que en un edificio había una placa que indicaba que allí habían sido fusilados tantos polacos; a unos pasos de distancia vio que otros tantos habían sido ejecutados, y todavía había veladoras. Pasan 60 años y la gente las sigue prendiendo. La ciudad es un gran cementerio.

“Una visión mexicana de lo que siempre se escribe como una tragedia asfixiante, específicamente con la mirada toscaniana del mundo”, fue plasmada en este volver a la historia en Europa del este. Toscana, relató, vivía con un mapa antiguo de la ciudad, además de que leyó muchas memorias de sobrevivientes de la época, muchas escritas por judíos.

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David Toscana llegó a Varsovia por una serie de azares y el corazón. Imagen de archivoFoto Guillermo Sologuren

Tampoco me interesa convertirme en historiador. Busco los elementos que quiero y con ésos compongo la narración, me topo con una duda histórica y entonces trato de resolverla, declaró.

El resto lo imaginas, la novela también es un espacio de imaginación. No todo lo que cuentas es verdad, pero entra dentro de lo posible.

Tal como nacieron los cuatro personajes centrales: el sepulturero Ludwik, el sacerdote poco ortodoxo Eugeniuz, un impostor de la astronomía Kazimierz y Feliks, quien va por la vida con una fachada infantil y a quien su encuentro con una radio de onda corta define sucesos en la reconstrucción de las vidas de los personajes.

Toscana comentó que uno de los libros más completos que encontró sobre la insurrección varsoviana comenzaba precisamente con los mensajes que recibían por radio en Inglaterra. Otro motivo histórico, por ejemplo, lo encontró en un reportaje publicado por una revista, sobre los escaparates repletos de los objetos obtenidos de la rapiña. El subtítulo decía: en Varsovia no existen alimentos necesarios, pero se venden artículos de lujo.

La percepción de los polacos respecto de la novela aún es una incógnita. Sobre el lector mexicano, Toscana opinó que es bastante más universal que el de otros países. Por ejemplo el lector gringo. Incluso, los propios escritores se leen entre ellos. La formación de un escritor mexicano, o cualquiera que se sienta en la periferia, es observar siempre en todas las literaturas.

Además, de que la Segunda Guerra Mundial está presente en el imaginario de todos, son los años en que el mundo se volvió loco, uno no termina de encontrar historias apasionantes, escritas hasta por mexicanos.

Desde su punto de vista, la gente está interesada en este periodo histórico, estamos hablando de 80 millones de muertos, 80 millones de historias. Más los que sobrevivieron. Tantas deudas sin saldar, tantas cosas que la historia todavía tiene que contar. Puedo decir que mi novela es sobre la resaca de la Segunda Guerra.