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Malsana competencia de madres e hijas
 
Periódico La Jornada
Martes 29 de enero de 2013, p. 3

Las madres que entran en competencia con sus hijas adolescentes representan un fenómeno común en esta época. Aunque generalmente ocurre de manera inconsciente, es un tema que puede interferir en el sano desarrollo de las chicas entre los 15 y 18 años, si tienen que lidiar con el climaterio de sus mamás.

En ocasiones, para las madres es difícil asimilar que las jovencitas siempre serán hermosas, mientras ellas ya no pueden reírse sin que se les marquen 200 rayas, afirma Guillermina Mejía, directora de la Clínica Adolescentes. También influye que conforme se acercan a la menopausia, la libido disminuye, cuando sus hijas están rodeadas de pretendientes.

Este fenómeno forma parte del de por sí complicado proceso que siguen las niñas hacia su edad adulta, señala la especialista. No se trata de que las mujeres no nos arreglemos para vernos más jóvenes, sino de que esta actividad no se convierta en un concurso con las chicas.

A los varones no les pasa esto, pero se enfrentan a otro fenómeno: rondan los 60-65 años cuando sus hijos apenas tienen 15. Las razones son diversas, como que pospusieron su paternidad o son divorciados en segundas nupcias.

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Emos en la Glorieta del Metro InsurgentesFoto María Luisa Severiano

Resulta que la andropausia (menopausia masculina) encuentra a los señores cuando sus hijos llegan a la adolescencia. Así, en lugar de descansar y disfrutar su jubilación, entran a una etapa en la que deben ir a recoger a los jóvenes a las 3 de la mañana, al término de una fiesta.

En estos casos, el contraste de edades puede generar un ambiente de intolerancia porque a los papás les disgusta la música a todo volumen o las borracheras de los jóvenes.

Se pone todavía más complicado cuando papá o mamá traen conflictos no resueltos de su infancia o adolescencia y de manera inconsciente los trasladan a sus hijos, los cuales deben batallar con esos traumas y, además, tratar de desarrollarse y crecer sin que eso les afecte.

La especialista advierte sobre la importancia de que los padres reconozcan que junto con los jóvenes todos tenemos que crecer; es la oportunidad de identificar aquellas añejas frustraciones, enojos o heridas, y curarlos.