Los dueños del asombro
o que más nos enamora de los niños es su capacidad de asombro. Por eso celebramos íntima y públicamente la aparición del libro La infancia y el filósofo, del doctor Jorge Úbeda, director académico de la Escuela de Filosofía de Madrid, quien durante la presentación del libro, en España, dijo que ser filósofo es como volver a ser niño
. El autor ubicó así su obra: Propongo una introducción a la filosofía por un tema que parece ajeno a ella, como es la infancia
. Él plantea que la filosofía y la infancia mantienen una relación estrecha que no se ha estudiado bien hasta ahora.
Desde este modo, Jorge Úbeda se lanza al análisis de la infancia como etapa fundamental en la vida de las personas. Y lo hace de la mano de grandes pensadores de la tradición: Descartes, Rousseau, Kant, Nietzsche y otros más. “A pesar de las diferencias –dice el autor– tienen un aspecto en común: la infancia, aquel momento insoslayable de la vida del hombre que habla de nuestra insuperable finitud”.
El autor toma de Platón los diálogos Lisis y Cármides, para proponer una posible solución desde un concepto ciertamente ya olvidado: el alma. Aunque consciente de sus limitaciones, este concepto le parece al autor plenamente inspirador y mucho más descriptivo que otros como la mente, el yo, el sujeto o el Dasein de Heidegger. El alma vive anclada en su presente pero está continuamente saliendo de él. Pero no es este un viaje que termine en sí mismo o en el final de todo presente que es la muerte. Este es un viaje que lleva al alma a salir de sí radicalmente, a vivir una auténtica aventura en relación con los otros y con el mundo. Este viaje le llevará al lugar que ningún ojo ha visto ni ningún oído ha escuchado. Un viaje del que nunca volverá
.
Con un lenguaje muy claro, Jorge Úbeda abre un nuevo horizonte para la filosofía, al elegir una de las claves más importantes para entender y superar el proceso que nos ha llevado al momento presente: la infancia. Ciertamente, este periodo de la vida ha sido muy poco estudiado en la historia del pensamiento occidental. El niño es aquella persona que todavía no ha perdido su capacidad de asombro, y justamente el asombro fue el que dio origen a la filosofía. Bien dice otro importante filósofo, maestro del autor, Miguel García-Baró, en el prólogo del libro: Jorge Úbeda habla desde la experiencia que busca retomar los términos esenciales de lo real, y desde el conocimiento de una cultura cuya profundidad no siempre ha estado a la altura de lo simple. Es la suya una voz que no debemos ya desatender
.
Corolario: los niños son sabios y es de sabios pensar la infancia.