Ambas cintas compiten por el premio a mejor película durante la entrega de esta noche
La cinta de Ben Affleck es distribuida por Warner, mientras que la de Steven Spielberg por Disney
Cuando hay una carrera como ésta, quiere decir que Hollywood tiene buena salud
, dice experto
Domingo 24 de febrero de 2013, p. 8
Hollywood, California, 23 de febrero. Más allá del choque generacional entre Steven Spielberg y Ben Affleck, el duelo entre Argo y Lincoln, favoritos a los Óscar este domingo, ilustra la buena salud de los estudios de Hollywood, que vuelven con fuerza a la carrera por las estatuillas.
Las pasadas ediciones de los Óscar no fueron muy gloriosas para los gigantes de Hollywood: El artista, elegida mejor película en 2012, y El discurso del rey, vencedora en 2011, fueron distribuidas ambas por The Weinstein Company, la sociedad independiente de los hermanos Weinstein, con sede en Nueva York.
En 2010, el galardón a mejor cinta fue para Zona de miedo, distribuida por el miniestudio Summit Entertainment. Hay que remontarse hasta 2009 y Quisiera ser millonario (Fox/Warner) para encontrar un vencedor salido de los grandes estudios.
Sin embargo, la cosecha de 2013 marca el impresionante regreso a los mandos de las grandes distribuidoras. Las dos películas favoritas proceden de dos estudios de la aristocracia hollywoodense: Lincoln, distribuida por Disney, y Argo por Warner. Incluso sus grandes contendientes en la categoría siguen el mismo patrón: desde Una aventura extraordinaria (Fox) hasta La noche más oscura (Columbia), pasando por Los miserables. (Universal).
Éxito en las salas
Es un magnífico año porque un gran número de las películas nominadas no son sólo buenos filmes, sino que también han sido un éxito en las salas
, afirmó el productor Mark Johnson, quien consiguió el Óscar a la mejor película en 1989, por Rain Man.
De hecho, Argo y Lincoln sobrepasaron ambas los 100 millones de dólares en ingresos en Norteamérica, cifra a la que no llegaron en su momento ni El artista ni Zona de miedo.
Para Jason E. Squiere, escritor y profesor de la Universidad del Sur de California (USC), en Los Ángeles, es precisamente esa abundancia de películas de calidad y éxito lo que convierte la carrera en más abierta este año.
“Había un claro favorito, Lincoln, que ya no lo es tanto y parece que la carrera es grande y abierta –tras la victoria de Argo en los principales premios de Hollywood previos a los Óscar–. Los profesionales de los diferentes sindicatos (actores, productores, realizadores) votaron por Argo, expresando su preferencia por esta película desde el punto de vista de su profesión. Cuando hay una carrera de purasangre como ésta, quiere decir que la industria (del cine) tiene buena salud”, señaló Squiere.
Por su parte, el cineasta Richard LaGravenese, realizador de Creaturas hermosas y nominado al Óscar en 1992 al mejor guión por Fisher King, también alude a este giro en una carrera en la que “la victoria de Lincoln parecía sentada de antemano”.
Subrayó que los 6 mil miembros de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas, que entrega los Óscar, votaron más pronto de lo habitual este año por las nominaciones, sin la influencia de otros premios o selecciones.
Nos hicieron votar muy pronto, antes de que salieran las nominaciones de los sindicatos de guionistas y de realizadores. Y antes de la ceremonia de los Globos de Oro
, contó.
Si los pronósticos se confirman, Argo y su actor-director-productor, Ben Affleck, deberían llevarse la estatuilla a la mejor película.
“Argo y Lincoln son dos películas formidables. Me encantan las dos. Siempre fui un gran fan de Steven Spielberg, pero fue una gran sorpresa ver a Ben Affleck convertirse en un cineasta tan brillante. Es cada día mejor”, afirmó Sam Raimi, realizador de la trilogía de Spiderman.
Llanto y arengas políticas
En los Óscar se ha visto de todo. Desde el llanto descontrolado de los ganadores hasta sorpresivas arengas políticas, pasando por raros desaires y personas desnudas sobre el escenario, por lo que la ceremonia de hoy podría traer nuevas anécdotas inolvidables.
Los organizadores de la principal fiesta de Hollywood se preparan para nuevos episodios fuera del guión, que molestan a los televidentes o retrasan la transmisión en vivo, tan cuidadosamente calibrada.
Pero son las emociones en bruto y los eventos sorpresivos los que convierten a los premios de la Academia en un espectáculo memorable.
Frente a una audiencia de millones de personas, la tentación de usar la ocasión como una plataforma de reivindicaciones políticas ha sido irresistible para varios ganadores del pasado, desde Marlon Brando hasta Michael Moore. En 2003, Moore fue abucheado cuando lanzó un agresivo discurso contra el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, por llevar al país a la guerra en Irak.