a fuga de cerebros es un fenómeno multifactorial que en las últimas tres décadas ha impactado negativamente el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país. Este fenómeno, tanto en su modalidad exógena como endógena, constituye una problemática de interés nacional que es necesario atender con urgencia. A raíz de mis pasadas colaboraciones recibí una gran cantidad de comentarios y opiniones al respecto –las cuales agradezco profundamente–, en las que mexicanos altamente calificados compartieron sus experiencias, posturas y argumentos, así como propuestas e ideas encaminadas a ofrecer soluciones.
En dichos mensajes, el desempleo, el subempleo, la falta de plazas suficientes, los bajos salarios, la inseguridad, el nepotismo y el tráfico de influencias son sólo algunos de los factores que obstaculizan la inserción de académicos, científicos, doctores y maestros, y que además, orillan a éstos a buscar oportunidades en el extranjero. Pese a las dificultades, la gran mayoría se resiste a dejar el país y ubica a esta opción como la última en sus prioridades, sin embargo, la falta de nuevos centros de desarrollo tecnológico y científico, de laboratorios bien equipados y condiciones dignas para llevar a cabo su trabajo, tanto como en el sector público como en el privado, limitan su crecimiento profesional.
Por otra parte, las nuevas generaciones de estudiantes de posgrado continúan con su proceso formativo, y en algunos casos representan un número mayor al de los investigadores que actualmente se encuentran laborando, así como a las plazas disponibles. Dichos estudiantes, al egresar y obtener su grado, se sumarán al contingente de académicos y científicos que hoy por hoy buscan desesperadamente una oportunidad, lo cual agudizará aún más esta problemática, y lamentablemente, contribuirá a generar mayores índices de fuga interna.
En el imaginario colectivo, la fuga de cerebros implica una connotación de abandono o deserción, la cual encuentra su justificación en la falta de oportunidades en nuestro país; no obstante, es necesario reconocer que desde 2005 existen esfuerzos sistemáticos y organizados por parte de mexicanos altamente calificados alrededor del mundo a través de la Red de Talentos Mexicanos, promovida por el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, el propio Conacyt y la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia.
Actualmente existen 23 capítulos de esta red, diseminados por todo el mundo, los cuales orientan sus capacidades hacia rubros estratégicos como las tecnologías de la información y la comunicación; hidrocarburos y energías alternativas; medio ambiente y cambio climático; agricultura, pesquería y biotecnología; nanotecnología; y aeronáutica, entre otros. Para tal propósito, la tecnología y las redes sociales fungen como el principal soporte para la interacción y el trabajo colaborativo.
Cada uno de estos capítulos ha establecido vínculos y acuerdos de cooperación con diversas instituciones y agencias, destacándose el capítulo Reino Unido, el cual ha realizado conferencias de alto nivel dictadas por expertos británicos en nuestro país, ha establecido mecanismos de apoyo mediante talleres con emprendedores e instituciones a través del Conacyt, y se ha vinculado con la Cumbre de Jóvenes Emprendedores del G-20 a realizarse este mes en Rusia.
Pese a estos esfuerzos, es innegable la necesidad de replantear y reorientar la formación de nuevos mexicanos altamente calificados como una política de Estado, evaluando la calidad y pertinencia de la oferta educativa, la cual debe estar estrechamente vinculada con la industria y la iniciativa privada a efecto de potenciar el desarrollo científico y tecnológico nacional. Asimismo, se requiere revisar el sistema de becas de posgrado que ofrece el Conacyt y la SEP, a efecto de evitar favorecer a quienes realmente no requieren de apoyo para cubrir los costos de su formación.
Finalmente, debemos tener presente que nuestro progreso como nación depende de la calidad de la formación de nuestro capital humano, y si bien es positivo que miles de mexicanos se encuentren desarrollándose profesionalmente en el extranjero, es imprescindible ofrecer a nuestros connacionales altamente capacitados igualdad de oportunidades laborales, así como condiciones dignas y acceso a una mejor calidad de vida, a fin de que en el futuro, si éstos deciden emigrar, lo hagan en función de circunstancias personales, y no orillados por el desempleo.
* Presidente de Educación y Formación con Valores AC, y analista en temas de seguridad, educación y justicia
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