Sociedad y Justicia
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Aun sin religión, esperamos que algo sobrenatural nos resuelva los problemas: académico

Con la secularización, la gente está ávida de milagros: Episcopado

Frente a situaciones complejas, se ruega hasta por ganar en el futbol, explica un sicólogo social

La Iglesia les da un uso político-ideológico: teólogo; sirven para legitimar: antropólogo

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Para los creyentes que alguien se cure de un cáncer de manera inexplicable es un milagro, pero no pueden demostrar que sea obra de Dios, así como un no creyente no puede demostrar que no lo fue, señala el teólogo Jaime Laines. En la imagen, feligreses durante una misa en la Basílica de GuadalupeFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de julio de 2013, p. 36

¿Quién no ha anhelado en algún momento de la vida que ocurra un milagro? De acuerdo con integrantes de la Iglesia católica, teólogos, antropólogos, expertos en asuntos religiosos y usuarios de redes sociales consultados por La Jornada, la mayoría considera posible su existencia, ha deseado alguno y ni siquiera quienes se asumen como agnósticos o ateos los descartan.

Un milagro es un hecho no explicable por las leyes naturales y se atribuye a la intervención de algo sobrenatural.

Para el común de la gente, los sucesos benéficos inexplicables sólo ocurren. Para los creyentes son obra de un ser superior y les llaman milagros, pero para aquellos que no comparten esas creencias pueden ser fruto de situaciones, casualidades o cualidades que aún se desconocen y que no necesariamente provendrían de alguna entidad superior.

De acuerdo con la Iglesia católica, los milagros siempre vienen de Dios, aunque pueden ser realizados por intercesores. Para las iglesias evangélicas, los milagros sólo los hace Dios, nadie más.

Eugenio Lira Rugarcía, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), señala que estos hechos extraordinarios son la prueba visible del poder del creador, de su supremacía sobre el mundo. Y considera que pese al avance del secularismo la gente está ávida de milagros, más aún cuando se enfrentan situaciones complejas.

El también obispo auxiliar de Puebla comenta que en la iglesia católica estamos convencidos de que Dios creó el universo y estableció sus leyes. Es dueño de todo y puede interrumpir, cuando así lo crea él, las leyes naturales para intervenir en favor nuestro. El milagro es siempre una caricia de Dios, una señal con la que nos dice que nos quiere, que está de parte nuestra.

Añade que en la Biblia hay narraciones de diversos milagros. El Nuevo Testamento consigna la vida y misión pública de Jesús, en donde él sana paralíticos y cura ciegos. Aunque lo importante no son los milagros, sino su obra de salvación. El milagro fue una forma de confirmar a las personas que él era el enviado de Dios. La función del milagro, en el caso de Jesús, era demostrar que él es Dios.

Jaime Laines, teólogo del Centro Antonio de Montesinos indica que debido a que no se puede demostrar fehacientemente que un milagro sea real u obra de una divinidad, las posturas, tanto de los que creen en ellos como de los que no, son válidas. Precisa que por ese motivo es respetable tanto lo que considera la Iglesia católica como lo que estime quien no crea en esos prodigios.

Demostraciones

Para los creyentes que alguien se cure de un cáncer de manera inexplicable es un milagro, pero no pueden demostrar que sea obra de Dios, así como un no creyente no puede demostrar que no lo fue. A los hechos siempre les pones tu sentido de vida y creencias y para aquellos que algo es un milagro, para otros puede ser la manifestación de nada, o bien de que la realidad es más amplia y abierta de lo que creemos.

En opinión de Laines, existan o no los hechos extraordinarios, la iglesia hace un uso político-ideológico de ellos. Con las apariciones de la Virgen de Guadalupe, la Iglesia católica dio una identidad a la religiosidad en México, ejemplificó.

Los milagros de vírgenes y santos, más que interpretarlos como manifestación de esperanza los politizan y manipulan, como con la Guadalupana. Esto es un milagro importante por medio del cual se dotó al pueblo mexicano de una representación de la divinidad cercana.

El antropólogo Elio Masferrer, catedrático de la ENAH, consideró que la Iglesia católica, al verificar la autenticidad o no de un supuesto milagro, hace un ejercicio de poder.

Los milagros legitiman credos y a sus inspiradores, señaló. “La Iglesia ve los milagros como un espacio de poder (…) una explicación de por qué Jesús hace milagros es la necesidad de legitimarse como hijo de Dios, tenía que demostrar que tenía poderes, que era distinto”.

Lira Rugarcía comenta que aunque los milagros son importantes para la Iglesia -el Concilio Vaticano I refiere que éstos legitiman el origen divino de la religión- es muy cuidadosa al establecer qué es o no un hecho inexplicable de origen divino.

“La Iglesia es muy consciente de la gran responsabilidad que Dios le ha encomendado y, por lo tanto, tiene que ser una anunciadora de la verdad. Por eso es que cuando se suscita un hecho inexplicable es muy seria, porque tiene gran responsabilidad ante Dios y la gente, y hay una serie de investigaciones. Cuando una imagen llora o algo por el estilo, antes de decir esto es obra de Dios, tiene la gran responsabilidad, a través de los instrumentos científicos de esta época, de comprobar si lo sucedido es realmente milagro”.

El doctor Josué Tinoco Amador, académico de la UAM Iztapalapa y experto en psicología social de la religión comenta que las personas quieren creer en algo, encontrar una solución, una explicación y eso posibilita que a algunos hechos le pongan la etiqueta de milagro.

Coincide en que los hechos sin explicación legitiman la entidad divina; si no existiera Dios no habría milagros. No obstante, refiere que muchos esperan milagros que no están sustentados en lo teológico, sino en la suerte, en los rituales, en la superstición, como cuando muchos esperan un milagro para sus equipos de futbol en las finales de torneos.

Esperamos lo fantasioso

Independientemente de que haya un avance del escepticismo religioso, realmente somos seculares en cuestión de práctica, de obediencia y en el rito religioso; pero en estructura de pensamiento seguimos esperando que lo fantasioso, lo sobrenatural, lo superpoderoso, nos venga a resolver los problemas. Hemos desacralizado los milagros, indica.

También los hechos sin explicación terrenal son decisivos para dar el visto bueno a beatos y santos. La Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano es la instancia autorizada para corroborar si las acciones de postulantes son o no milagros. Se requiere de dos de estos acontecimientos para llegar a los altares.

Otros muchos acontecimientos que no necesariamente trasgreden las leyes naturales, y que son posibles, como conseguir trabajo, serían más bien gracias o favores divinos, indica Lira Rugarcía, quien hace hincapié en que un milagro no es un fin, es un medio, a través del cual Dios quiere decir algo.

El obispo también destaca que la fe está estrechamente ligada a los milagros, con lo cual coinciden los demás expertos consultados, pero el jerarca resalta que es la fe verdadera la que los puede incitar.

“Mientras más fe se tenga, hay más posibilidades de que (el milagro) ocurra, pero la fe no implica pretender hacerle ‘manita de puerco’ a Dios, y pensar porque tengo fe, Dios me tiene que cura, eso no es fe es pretender manipular a Dios”, sostuvo.