Este domingo concluye la expo-venta Entre canastas, tenates y petates... en el MNCP
La piezas recuerdan nuestras raíces e identidad; por ejemplo, los rarámuris traen objetos que utilizan en sus ceremonias y para poder hacerlos piden permiso a la Luna, explica Esther Hernández, coordinadora de arte popular
Están presentes 21 comunidades de 12 estados
Domingo 14 de julio de 2013, p. 7
En el siglo del plástico, altamente contaminante, pervive el uso de artesanías de diversos materiales naturales cuya elaboración se remonta a la época prehispánica y que por ser cotidianos se infravaloran, como los tortilleros.
En el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP) se realiza la expo-venta artesanal Entre canastas, tenates y petates-el arte de tejer las fibras vegetales, con la presencia de 21 comunidades de 12 estados de la República, organizada por la Dirección General de Culturas Populares, a través de la Coordinación de Arte Popular, que concluye este domingo 14 de julio, de 10 a 21 horas.
En un recorrido, testimonios de los artesanos refieren con sencillez su trabajo: Beatriz Hernández, de la delegación Gustavo A. Madero: Traemos todo lo que es la artesanía hecha con hoja de maíz, como trajineras, vírgenes, flores como el ave del paraíso y alcatraces, a precios que van de 65 pesos la pieza hasta 180, que duran según los cuide uno. Hay que sacudirlos, alejarlos del calor y de la humedad, así como para que no se les baje el color. Siempre hacen falta más exposiciones para que la gente conozca este trabajo, porque el que valora más esto es el extranjero. Antes el público nos regateaba, pero cada vez es menos porque se están dando cuenta de que es mucho el trabajo. A mí me enseñó una tía abuela. No exportamos porque no tenemos capacidad y nos piden cantidades que no podemos producir
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Nosotros no usamos Tupperware
Esperanza Velázquez Moreno, de La Congregación, Guanajuato: Traemos piezas hechas de carrizo, como canastos grandes para la ropa, canastas en forma de gallina para los huevos, para dos kilos; costureros, servilleteros, tortilleros con tapaderas, lámparas, juguetes y otras. Los precios son accesibles, sobre todo por el trabajo que llevan. Hay unos costureros que cuestan 145 pesos. Le pido al público que nos apoye; somos una congregación indígena. Ahora traemos unas 200 piezas, pero hacemos muchas más, porque en esto estamos 100 personas. Yo llevo 10 años en esto, pero mi compañera de aquí al lado tiene más de 40. Esto viene de nuestros abuelitos, que iban antes a la sierra o venían a la ciudad, donde intercambiaban su producto por un kilo de azúcar o un kilo de café, según sus necesidades. Pedimos que vengan porque no es muy común que vengamos hasta acá. Somos otomíes de Cieneguilla
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Expedita Ascencio, de Cuácaro, Michocán: “Somos del sur del estado y trabajamos la chupata, que es una planta que crece en el lago. Es fácil trabajarla y ya ni me acuerdo cuánto tiempo llevo en esto. Me gusta hacer más los canastitos para las tortillas. Nosotros no usamos Tupperware, ni nada de eso, de plástico”.
Susana Gregoria Zacamichin, de Puebla: Nosotros trabajamos la palma y la rafia, y hacemos canastitos, diademas, pulseras, monederos, anillos, tenatitos, canastitas, juguetes como jirafas, todo tejido a mano. En mi grupo somos 15 personas. La gente luego no valora el trabajo de las cosas chiquitas, en las cuales se cuentan cuántos palos va a llevar, cuántos de color. Compren estas cosas, que son la cultura que nos dejaron nuestros abuelitos. Yo empecé a trabajar de 6 años y al principio hacía puro petate, pero ya no se vende muy bien, porque no lo ocupan para dormir y les gusta el colchón o la colchoneta. Cuando uno se enferma lo acuestan a uno en el petate y se estira el cuerpo. Mi abuelita Isabel trabajaba esta artesanía y ella me enseñó, y a ella sus abuelitos, y así. Ya hacemos lo nuevo, como portacelulares y portacomputadoras laptop, tamaño carta y oficio
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Contaminante y caro
En entrevista, Esther Hernández Torres, coordinadora de Arte Popular de la Dirección General de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, expresó que en esta muestra se venden objetos que en su mayoría son utilitarios, de la vida diaria, que encierran una tradición antigua, desde la recolección, el proceso de secado y el tejido, como el de estrella, que es básico de los canastos.
La elaboración de estos productos data de la época prehispánica. A veces se enseñaba a mujeres a hacer recipientes para ahí cargar el algodón; se hacían petates; en la Colonia se integran otras fibras, como la de trigo, que no existía aquí. Se suman los sombreros. Con esta muestra se abren los ojos para ver objetos que muchas veces no se valoran, porque siempre los hemos tenido en casa, como los tortilleros. Hay objetos decorativos para ponerlos en la mesa o en algún librero. Se recuerdan nuestras raíces e identidad como mexicanos. Los rarámuri traen piezas que utilizan en sus ceremonias; para poder hacerlas piden permiso a la Luna; piden que haya lluvia.
La época moderna es la del plástico, contaminante y caro, que ha entrado en competencia desleal con este tipo de artesanías. El objetivo de esta expo-venta es dar el valor cultural a estos trabajos, para que no sufran discriminación. Estas piezas tienen que ver con nuestras tra- diciones. No están peleadas las cosas, pues se pueden usar objetos de plástico para el microondas y tortilleros de fibra que conservan mejor el producto.
La muestra concluye hoy en el MNCP, sito en Av. Hidalgo 289, Del Carmen, Coyoacán.