El opio actual
a Eurocopa femenil 2013 se está llevando a cabo en Suecia. Es cautivante la manera de jugar al futbol que tienen las mujeres. Los espectadores nos podemos educar al ver con qué lealtad disputan el balón; no fingen faltas ni hacen reclamos airados al árbitro o al rival, y mucho menos a sus compañeras, y al acabar el encuentro todas dan la mano a la rival. Sin embargo, esos partidos apenas son televisados, pero tal vez ahí está la diferencia. ¿Cuándo y dónde se habrá perdido esta forma de competencia tan leal en el futbol masculino? Las cifras económicas del futbol actual son estratosféricas: los contratos televisivos, los patrocinios y el dinero que produce han pervertido este deporte.
Pero, ¿por qué razón el balompié mueve tanto dinero? Ya es vieja la teoría de que el futbol es el nuevo opio del pueblo, una forma de mantener distraída a la sociedad de los problemas reales. El futbol, así practicado, funciona como una vez el circo romano: el viejo pan y circo se convierte en pan y futbol.
Hartazgo en Brasil
La desproporción ha llegado a tal magnitud que el país más ganador de mundiales y, posiblemente más apasionado por este deporte, se ha hartado. Brasil ha dado un ejemplo de civismo al salir a las calles para manifestar el descontento por la suma de dinero invertido en estadios y futbol. Las pancartas exigían que el gasto público se destine a las cosas fundamentales: educación, seguridad y hospitales (Menos bola y mais escola
).
En México, hace apenas unos meses fuimos testigos de la exageración máxima cuando en el encuentro México-Costa Rica intentaron asociar, una vez más, patriotismo y futbol. Los aviones del Ejército mexicano sobrevolaron el estadio Azteca previo al partido, y en el colmo de la exageración, la Banda de Guerra del Ejército mexicano entonó el Himno Nacional. Muy mal están ubicadas las ideas de los que piensan que se juega patriotismo en un partido. Habría sido mucho más útil invertir los recursos de esta ridícula ceremonia en lo fundamental: educación, seguridad y medicinas. Sin embargo, aún hoy, viviendo las calamidades del sistema político mexicano, hay personas que, mareadas por el opio, prefieren pedir cuentas a los futbolistas que al sistema que nos gobierna. Algo debe estar muy mal en nuestro país para que se exija más a los futbolistas que a los políticos.