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Periplo Apostólico
Represión en Río empaña la visita

Vengo a mi amada AL, dice Bergoglio

Manifestantes rechazan gastos por 53 millones de dólares

La juventud nos impone grandes desafíos, reconoce el Papa

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Miles de personas salieron a las calles de Río para ver al papaFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Martes 23 de julio de 2013, p. 2

Río de Janeiro, 22 de julio.

Decenas de miles de personas se volcaron hoy a las calles de esta ciudad para recibir a Francisco, el primer papa latinoamericano, en una vibrante jornada que culminó empañada con la represión policial contra cientos de manifestantes que rechazan el gasto de 53 millones de dólares, provenientes de fondos públicos, con ocasión de la visita del máximo líder de la Iglesia católica.

En su primer viaje fuera del Vaticano, desde su elección en marzo pasado, Jorge Mario Bergoglio fue recibido en el aeropuerto por la presidenta Dilma Rousseff y causó furor al recorrer esta ciudad primero en un modesto automóvil y después en el Papamóvil descubierto, vehículos que fueron cercados por miles de personas, en escenas que expusieron los riesgos de seguridad de su estilo informal.

El Papa lanzó un llamado a los jóvenes a evangelizar y les pidió que vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos y hermanas, en un país donde cientos de miles de jóvenes estuvieron el mes pasado al frente de históricas protestas contra la corrupción de los políticos y en demanda de servicios sociales de calidad.

No tengo oro ni plata

El Papa argentino, de 76 años, presidirá en Brasil, el país con más católicos del mundo, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), del 23 al 28 de julio, a la que asistirán un millón y medio de personas, provenientes de unos 190 países.

La juventud es la ventana por la que el futuro entra en el mundo, dijo el ex arzobispo de Buenos Aires al pronunciar un discurso ante Rousseff, en el Palacio Guanabara, sede del gobierno de Río de Janeiro. “Y por eso nos impone grandes desafíos.

Nuestra generación se demostrará a la altura de la promesa contenida en cada joven cuando sepa abrirles espacios, añadió el Papa al señalar que vino a la JMJ para encontrarse con jóvenes atraídos por los brazos abiertos de Cristo redentor.

Los jóvenes “quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada clara y potente: ‘Vayan y hagan discípulos a todas las naciones’”, afirmó Francisco, que mostró su sencillez vistiendo una simple sotana blanca con su cruz de plata y besando a la presidenta Rousseff en ambas mejillas.

En su amorosa providencia, Dios ha querido que el primer viaje internacional de mi pontificado me ofreciera la oportunidad de volver a la amada América Latina, dijo.

Sin aludir a las históricas protestas del mes pasado, que en ocasiones llegaron a reunir más de un millón de personas en todo el país, justo cuando se realizaba la Copa de Confederaciones de futbol, Francisco pidió garantizar derechos básicos a los jóvenes del mundo, como seguridad y educación.

En su discurso de bienvenida, Rousseff destacó los avances sociales que sacaron a 30 millones de brasileños de la pobreza en la pasada década de bonanza económica, pero también aludió a las manifestaciones que han desplomado su alta popularidad.

Sabemos que podemos encarar nuevos desafíos y volver nuestra realidad cada vez mejor, dijo. Ese fue el sentimiento que movilizó en las últimas semanas a centenares de miles de jóvenes a salir a las calles, añadió y propuso al Papa unir fuerzas para combatir la pobreza y el hambre en los rincones más pobres del mundo. Francisco asistió con la cabeza.

No tengo oro ni plata, pero traigo lo más precioso que me dieron: Jesucristo, dijo Francisco llegado su turno. Vengo en su nombre, para alimentar la llama de amor fraterno que arde en cada corazón.

Apóstol de una iglesia misionera y cercana a los pobres, Francisco visitará una favela, a adictos al crack, así como el mayor santuario católico de Brasil, Aparecida, en el estado de Sao Paulo.

Las autoridades movilizaron a más de 200 mil soldados, policías y agentes de seguridad. Sin embargo, un explosivo de fabricación casera fue hallado el domingo y detonado en un baño del estacionamiento del santuario nacional de Aparecida, que el Papa visitará el miércoles.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, debe viajar el domingo a Río de Janeiro para participar en la última misa de su compatriota Francisco.

Paseo en Papamóvil

El Papa quiere mostrarse cercano al pueblo, y el automóvil cerrado que lo llevó del aeropuerto internacional hasta la catedral metropolitana en el centro de Río fue cercado por la multitud en repetidas oportunidades; muchas personas tiraban regalos por la ventanilla abierta. El coche debió frenar varias veces, mientras los guardias de seguridad que corrían junto al automóvil alejaban a la gente.

Tras llegar a la catedral, Francisco subió al Papamóvil e inició un paseo por el centro de la ciudad, hasta el teatro municipal, durante el cual besó y bendijo a varios niños. La multitud en delirio le rodeaba, mientras Bergoglio, tranquilo, saludaba a todos con una sonrisa.

Su vehículo fue perseguido por decenas de personas que intentaron tocarlo y tomarle fotos con celulares. Por momentos los fieles bloquearon el avance de la caravana del pontífice, poniendo visiblemente nerviosos a sus guardaespaldas.

El Papa, quien ha rechazado el lujo y la pompa de sus predecesores, se negó a usar vehículos blindados en sus desplazamientos por Río de Janeiro.

Esperamos que el Papa nos traiga renovación de ganas y fe. Al ver todos estos jóvenes juntos nos llenamos de pilas (energía) y mostramos que no somos unos pocos los locos (por el amor de Dios), los locos somos muchos, dijo a la Afp el argentino Renzo Cicroni, de 23 años, mientras aguardaba al Papa cerca de la catedral.

Vine a ver un cambio, algo nuevo, algo refrescante (...) El papa sabe lo que sentimos y somos el pilar de la iglesia, señaló Anaia Betarte, una uruguaya de 17 años que vendió durante meses rifas, ravioles y pollos para poder venir a ver al Papa.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, aseguró que Francisco no tuvo miedo cuando miles se agolpaban intentado acercarse a su vehículo, al contrario, está muy contento de esta acogida y de la manera en que Río y Brasil expresaron entusiasmo y amor por él.

La represión

Cientos de manifestantes que rechazaban el gasto de 53 millones de dólares, procedentes de fondos públicos, para la visita del Papa, fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos y chorros de agua.

Cientos de personas corrían en todas direcciones cerca del Palacio de Guanabara, donde poco antes se había celebrado un encuentro entre Bergoglio y Rousseff. Un fotógrafo de prensa yacía en el suelo en medio de la multitud, con la cara sangrando de manera abundante.

Un policía en el lugar dijo a la Afp que los manifestantes fueron dispersados luego de que lanzaron una bomba molotov contra las fuerzas del orden. Al menos un manifestante que llevaba una máscara de Anonymous fue arrestado.

Cuando comenzaron los enfrentamientos violentos, Francisco ya se encontraba lejos de allí, casi llegando al centro de estudios de Sumaré, en las alturas de Río, donde se alojará durante su estadía.

¡No sirve reprimir, este gobierno va a caer!, gritaban los manifestantes mientras huían de la policía.

Los comercios y bares cercanos bajaban rápidamente sus cortinas. Un enorme dispositivo policial fue desplegado en la zona, incluidos integrantes del batallón de choque en moto.

Los manifestantes, convocados por el grupo Anonymous Río, también gritaban consignas contra el gobernador Sergio Cabral –más temprano quemaron un muñeco que lo representaba–, el alcalde Eduardo Paes y Rousseff.

La ceremonia de recepción del Papa en el palacio Guanabara costó 850 mil reales (380 mil dólares), según la prensa brasileña.

Antes de la actuación policial, grupos de homosexuales protagonizaron un beijaço (beso) y varias mujeres mostraron los senos en protesta, constató la Afp.