El realizador chileno Sebastián Lelio abrirá un restaurante en Berlín que lleva el mismo nombre de su aclamado largometraje Gloria, que obtuvo el Oso de Plata a la mejor actriz en la Berlinale y se estrenó recientemente en las salas alemanas.

El restaurante-bar de amplios ventanales y fachada color vino, se encuentra en el barrio de Kreuzberg, famoso por su ambiente multicultural y alternativo. No ha sido inaugurado aún, falta la colocación de una marquesina de luces con el nombre: Gloria. Junto con otros ex becarios latinoamericanos del Servicio Alemán de Intercambio Académico (SAIA), entre ellos su novia uruguaya, Lelio ofrecerá a los comensales un variado menú con platillos que hacen un recorrido por los sabores de América Latina, desde el pollo con mole mexicano, el ají de gallina peruano y el chivito urugayo, hasta el bife argentino. No faltará el pisco-sauer cuyo origen se disputan Chile y Perú.

“Queríamos ofrecer algo a la ciudad; pensábamos inicialmente en abrir un café que devino restaurante y buscamos durante meses qué nombre ponerle hasta que un día mi socio me dijo: ‘Se tiene que llamar Gloria’. La verdad es que a mi no se me habría ocurrido, pero a estas alturas, es un nombre que quiero mucho“, dice Lelio en conversación con La Jornada.

El restaurante tiene un aire que recuerda a algunas escenas de la película, sobre todo una espectacular barra similar a la que frecuenta la protagonista del largometraje después de una decepción amorosa.

El cineasta de 39 años llegó a Berlín en junio de 2012 con una beca del SAIA para montar su cuarto largometraje, que posteriormente fue elegido para tomar parte en la sección de competencia oficial de la edición 63 de la Berlinale. La protagonista, Paulina García, fue premiada con el Oso de Plata a la mejor actriz por la interpretación de Gloria, una mujer divorciada con ganas de vivir a la que le gusta frecuentar los clubes de solteros de Santiago.

La cinta obtuvo el premio del público del festival, y retrata, en medio de la ebullición social reciente del país, a una mujer que refleja a una generación. Que no quiere pasar sus noches sola al acercarse a los 60 años, que todavía sueña con enamorarse y se siente sexualmente atractiva, que baila y coquetea en los bares.

Parte de la declaración de principios de la película era filmar las escenas de sexo de estos personajes maduros con elegancia, con ese tono cándido que tiene la película en general, pero también de manera directa y sin hacer eufemismos, dice Lelio. El director de La Sagrada Familia (2006) añade que, sin embargo, una cosa es decirlo y otra es filmarlo. Estábamos todos asustados, también los actores.

La película Nube 9, nunca es tarde para amar (Wolke 9, 2008), del alemán Andreas Dresen fue clave. “Nos interesaba ver como enfrentaba la sexualidad adulta logrando encontrar belleza ahí donde la sociedad no parece verla, obsesionada por la juventud como está, lo que demuestra una ceguera espeluznante“, subraya Lelio.

Fue una sorpresa para el cineasta chileno encontrar a Dresen como miembro del jurado de la Berlinale. “Él fue el que le entregó el Oso de Plata a Paulina. Ahí se cerró otro círculo entre Gloria, nuestro elenco y Berlín muy misterioso, con una sincronía muy bonita”.

Espera viajar a México

Leilo espera viajar a México para el estreno de su película que distribuye Canana Films. “Nunca he estado en ese país, aunque por supuesto, tengo amigos mexicanos. Siento que hay una especie de entendimiento natural entre chilenos y mexicanos, es algo que se da rápido. En Chile siempre hemos visto a México con mucho respeto por ser un país tan grande, con tanta fuerza. Es una especie de volcán, por su cultura, tradición y fuerza, nos gustaría tener algo de eso“, dice Lelio.

El director recuerda la cinematografía de Alejandro Jodorowksy, películas mexicanas hechas por un chileno. “Entre los motivos para amar a México está la Montaña Sagrada (1973) o Santa sangre (1989), que logran morder esa dimensión demencial de lo mexicano”.