n el debate sobre la posible legalización de la mariguana en la ciudad de México hay varios argumentos que aparecen reiteradamente a pesar de que son evidentemente absurdos. Por ejemplo, algunas personas piensan que el quid de este debate radica en determinar si la cannabis daña la salud o no. Para oponerse a la legalización, se esmeran en buscar los argumentos para demostrar cualquier tipo de efecto nocivo de la yerba. Pues sí, quien lo busca lo encuentra, como puede hallar efectos nocivos en las aspirinas o cualquier fármaco, o en la ingestión excesiva de agua.
El punto no es si hace daño o no, pues la respuesta se conoce desde hace mucho tiempo. Puede ser nociva dependiendo de la etapa del desarrollo en la que se consume, de la frecuencia con la que se inhala o ingiere y de quién lo hace. Pero también se sabe que es menos nociva que muchas sustancias que son legales y que se consiguen en cualquier tienda o farmacia. Si el punto fuera determinar si algo hace o no daño para declararlo ilegal y castigar su consumo, estaríamos obligados a regresar, en el caso del alcohol, a la etapa de la prohibición.
Otro tema que aparece frecuentemente en este debate es el de la adivinación. Es decir, quienes sostienen que si se legaliza la mariguana ocurrirán miles de tragedias, aumentará el número de adictos, se incrementará la cantidad de jóvenes que por consumirla se iniciarán en el uso de otras drogas duras (al escuchar esto uno se imagina cientos de personas tiradas en las banquetas con una aguja insertada en las venas) y que aumentarán las conductas antisociales, como homicidios y todo tipo de crímenes. La ciudad de México se convertiría en el paraíso de las drogas
, se afirma. Pues todo lo anterior son suposiciones que carecen de sustento. Son puras ocurrencias.
¿Dónde están los estudios serios que muestren que esto es así? Las comparaciones internacionales pueden ser útiles pero no sustituyen la experiencia directa. De todas maneras va un ejemplo: Si comparamos el número de homicidios en dos países como Holanda y México en los pasados 10 años –en el primer caso se tiene una política liberal ante el consumo de la mariguana y otras drogas y en México se prohíbe y castiga. La pregunta: ¿dónde hay más muertes violentas a causa de las drogas? Desafortunadamente nuestro país supera a Holanda y a muchas otras naciones en este rubro.
Hay otras experiencias en marcha como la de los estados de la Unión Americana en los que se ha legalizado el consumo de mariguana con fines médicos y/o recreativos, como en Colorado y Washington. Todavía es muy temprano para sacar conclusiones definitivas en estos casos, pero seguramente surgirán datos muy interesantes que no tienen que ver con las suposiciones… La época de los arúspices y adivinos quedó atrás hace varios siglos.
Por otra parte, recientemente escuché un argumento por el que se rechaza el empleo de la mariguana con fines médicos. El doctor Armando Ahued, secretario de Salud del Distrito Federal, cuyo trabajo respeto mucho y admiro, manifestó en un noticiero radiofónico su oposición al uso médico de la cannabis, pues –dijo– ya existen fármacos que han probado su eficacia en el tratamiento de los padecimientos o síntomas para los que se propone el empleo de mariguana.
Yo discrepo de esta postura, pues creo que la medicina no debe desechar ninguna herramienta terapéutica que pueda ser útil o potencialmente útil. Es más deberían alentarse y estimularse los proyectos de investigación sobre los posibles usos médicos del delta-9-tetrahidrocanabinol, con el fin de contar con una herramienta más en favor de la salud. Sumar en lugar de restar. Ya cometimos el error hace algunos años de eliminar los medicamentos con efedrina para mostrar (o fingir) nuestra obediencia con la lucha contra el narcotráfico. Es cierto que hay otras sustancias que más o menos pueden suplirla (a la efedrina), pero no se entiende cuál es la razón para perderla como recurso médico de utilidad innegable. Tampoco debe desdeñarse la sensación de bienestar que produce, por ejemplo, en algunos enfermos con cáncer.
Hay otro elemento en este debate que tiene que ver con los estereotipos. En los medios de comunicación tanto electrónicos como en la prensa escrita, en general, se asocia el consumo de la mariguana con personajes con tatuajes, piercing y peinados extravagantes, bailando con un tipo particular de música, generalmente rocanrol. Además de asociarse indebidamente a estas personas –que son libres de vestir y lucir como decidan– con el consumo de una sustancia ilegal, se transmite una idea completamente falsa, pues el uso recreativo de la yerba abarca a todos los sectores de la sociedad que pueden vestirse además con traje, corbata o medias, y fumarla en una reunión social en cualquier barrio elegante o disfrutando de la ópera.