El investigador habla de su libro más reciente, La filosofía en México en el siglo XX
No habría un pensamiento rico y vivo sin que estuviese alimentado por los problemas y las ansiedades de todos los días, dice
El volumen es más una posmemoria que una historia
Miércoles 21 de agosto de 2013, p. 5
La filosofía hoy no debe apoyarse tanto en el pasado, debería quizá olvidarse un poco de la historia de la filosofía, usar esos instrumentos del pasado para enfrentarse a los problemas del presente, dice el filósofo Carlos Pereda.
El autor de La filosofía en México en el siglo XX: apuntes de un participante, describe a este libro como una conversación con los filósofos de la centuria pasada y no como un informe de lo que hicieron.
Usar los instrumentos del pasado serviría para abordar problemas sociales, problemas de las ciencias naturales, de las pasiones individuales. Estamos rodeados de problemas y por ello esa reflexión no debe ser sólo una revisión de la historia de la filosofía
, expresa en entrevista.
La portada del libro, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, es una caricatura de Gonzalo Rocha, donde pueden verse a los filósofos que marcaron la reflexión en México: Ramón Xirau, Luis Villoro, María Zambrano, Adolfo Sánchez Vázquez, Leopoldo Zea, José Gaos, Antonio Caso, José Vasconcelos y Samuel Ramos. Pereda, sentado, toma apuntes.
El subtítulo del libro Apuntes de un participante quiere hacer énfasis en dos cosas: en primer lugar no es una historia completa de todo lo que se hizo en la filosofía en México, en el siglo que acaba de terminar, por eso son apuntes, fragmentos. El segundo acento es la idea de participante, no es el observador, sino aquel que interroga y discute con los otros, usando una terminología que ahora en la teoría de la historia algunos utilizan y es la oposición entre memoria e historia, entre hacer memoria o posmemoria y hacer historia. En realidad este libro es más una posmemoria que una historia
.
Método de exploración y aventura
Carlos Pereda, profesor e integrante del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha escrito varios libros como Sueños de vagabundos: un ensayo sobre filosofía, moral y literatura, Sobre la confianza, Debates, Razón e incertidumbre y entre sus premios figura el que obtuvo en 2008, el Internacional de Ensayo Siglo XXI por su libro Los aprendizajes del exilio.
Decidió estudiar filosofía cuando descubrió que la reflexión “puede ser un método de exploración y una aventura. Uno dice ‘bueno me puedo dedicar a esto: a seleccionar, a deliberar, argumentar’. Hay otras formas muy interesantes de reflexionar y argumentar como son las ciencias naturales, las sociales, las distintas formas del arte. Y entonces uno dice: ‘bueno también es una aventura muy atractiva esta metarreflexión, o metadeliberación, este reflexionar sobre la reflexión o deliberar sobre las deliberaciones que es la filosofía’”.
La filosofía, añade, no es algo que esté sólo en los libros. “Me da la impresión que de algún modo las filosofías o las distintas tradiciones filosóficas circulan por todas partes, de manera explícita y a veces implícita, y cada vez más frente a ciertos problemas como por ejemplo los problemas políticos, de la economía, la democracia, la pobreza, cada vez más nos vemos llevados a filosofar, pero también en problemas que son generales como los que aborda la bioética, problemas de la vida y la muerte, el aborto, la eutanasia, la clonación, hay vastas discusiones filosóficas al respecto.
Sin embargo, parecería que hay un núcleo duro de la filosofía que es ese reflexionar de segundo orden, que es reflexionar sobre las reflexiones, deliberar sobre las deliberaciones, que sigue inquietando a todas las mujeres y todos los hombres. Uno de los grandes filósofos del pasado, Kant, señala que los animales humanos inevitablemente se confrontan con problemas que no pueden solucionar, pero que tampoco pueden dejar de plantearse como problemas del tipo de el sentido de la vida, somos libres, estamos determinados, cuánto depende de nuestra herencia genética, cuánto de nuestra herencia cultural. Esos viejos problemas que atraviesan la historia siguen importándonos, aunque no tengan una utilidad inmediata, tiene una utilidad mediata en el sentido no sólo de que nos ubican en el universo, sino que también tienen repercusiones sobre problemas más concretos
.
Quizá el escollo que existe “sea un obstáculo con la filosofía académica que a veces en lugar de filosofía simplemente se reduce a historia de la filosofía, y a un tipo de historia de la filosofía, que es como un archivo de nombres, fechas o problemas del pasado que ya no nos interesan.
Intenté hacer otro tipo de historia de la filosofía, lo que llamo historia argumentada de la filosofía. Se trata más de una conversación con los filósofos que han vivido en México en el siglo XX que de informar sobre lo que hicieron. Para usar una palabra correcta, es una especie de entrevista al pasado, más que una descripción o crónica de ese pasado
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–¿Cómo es el filósofo ahora?
–Creo que es más un conversador que un solitario. El filósofo del siglo XX es más un conversador no sólo con los otros filósofos, sino también con el resto de los participantes de la sociedad, con las ciencias sociales y naturales, con el arte, pero también con los movimientos sociales. Parecería un poco extraño que alguien por ejemplo quisiera hacer filosofía moral y política sin tener en cuenta muchas de las situaciones que vivimos como la impunidad, la injusticia, la violencia. No puede ser que los problemas que nos ocupan a diario, uno los cancele cuando se pone a pensar. Por el contrario, no habría un pensamiento rico y vivo sin que estuviese alimentado por los problemas, las preocupaciones y las ansiedades de todos los días”.
La filosofía en México en el siglo XX: apuntes de un participante será presentado este jueves 22, a las 18:30 horas, en la librería Rosario Castellanos (Tamaulipas 202, esquina Benjamín Hill, colonia Hipódromo Condesa).