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El balompié actual está muy comercializado; los futbolistas ya sólo buscan el dinero, asegura

Ignacio Cuate Calderón: la nostalgia del amor a la camiseta

Chivas vive del recuerdo, dice el portero mexicano, con récord sin anotaciones en copas del mundo

Antes soñabas con defender la playera nacional y jugar gratis; ahora se dan el lujo de decir no voy

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Nacho Calderón posa con el trofeo Citlalli, que ganó como mejor porteroFoto Jam Media
 
Periódico La Jornada
Sábado 31 de agosto de 2013, p. a13

Fue una de las figuras del campeonísimo. Asistió a los Juegos Olímpicos de Japón 1964. Estuvo en los mundiales de Inglaterra 66 y México 70. Además tiene el récord nacional de no recibir una anotación en copas del mundo en tres partidos y medio. Su transferencia del cuadro rojiblanco a la Universidad de Guadalajara comenzó –en el lejano 1974– con la inflación en el balompié local.

Se dio el lujo de jugar en tres equipos tapatíos y aún así los aficionados del rebaño lo recuerdan como uno de los suyos. Compartió la portería con leyendas como Tota Carbajal y Tubo Gómez, y se dio tiempo para terminar la carrera de Odontología en la UdeG y ejercerla durante ocho años.

Más: fue el primer futbolista que trascendió de las canchas e incursionó en las fotonovelas, filmó dos películas, participó en la televisión e intervino en comerciales.

–Además de todo eso, don Ignacio, usted era el galán del futbol mexicano...

Ignacio Calderón ríe ante el comentario y responde: Bueno, fueron cositas que aproveché...

El Cuate Calderón, además de sus hazañas con el balón, es también reconocido como el jugador apuesto de nuestro balompié: ojo verde, barba partida, larga patilla, su 1.80 metros de estatura provocaba suspiros fuera de la cancha.

–¿Qué se siente ser una de las leyendas del futbol mexicano?

–Muchas gracias... la verdad estoy contento y orgulloso de lo que realicé. Tuve muchas alegrías. Desde niño empecé a soñar y poco a poco fui ascendiendo con trabajo, mentalidad y sacrificio.

El amor a la camiseta

En entrevista telefónica a Guadalajara, donde sigue radicando, Calderón habla de un ayer y un hoy en el balompié. Y recuerda con nostalgia aquel amor a la camiseta, que observa se ha perdido en Chivas y en la selección.

Del Rebaño Sagrado dice: Antes, cuántos no querían vestir esa camiseta hasta gratis. Ahora el Guadalajara vive del recuerdo, de sus glorias. A los jugadores los inflan mucho, los adulan, los sobrevaloran, se sienten estrellas. Chivas se ha dormido en sus laureles, mientras el América ya nos emparejó en títulos y creo que va para campeón otra vez.

Del Tri: En el Azteca era difícil que alguien nos venciera, ahora viene cualquiera y nos gana. Antes soñabas con defender esos colores, pero ahora a los jugadores ya no les atrae mucho la selección y se dan el lujo de decir no voy. México ya no es el fuerte de la Concacaf.

Y del futbol actual: “Está muy comercializado, los jugadores buscan nada más el dinero. Me gustaba más el futbol de antes que el de ahora. Creo que no entienden que están haciendo algo que les gusta y que te pagan muy bien.

Antes los jugadores nos decíamos que teníamos que rompernos todo en la cancha, pensábamos en las familias, que cuando su equipo pierde, lloran y ni siquiera quieren salir de sus casas.

Ignacio Francisco Calderón González (Guadalajara, Jalisco) cumplirá 70 años el próximo 13 de diciembre.

Confiesa ser feliz, dedicado a su empresa Industria Textil Calderón, que viste a los hoteles, y luego de más de tres décadas de su retiro, admite: Siempre digo que sigo viviendo del futbol. La gente que me ve me trata de un modo especial, sigo dando autógrafos, me buscan. Eso no se paga con nada.

Cuenta que suceden cosas simpáticas, agradables cuando entrega su tarjeta de presentación a sus posibles clientes hoteleros: “Ven Ignacio Calderón y dicen ‘ah, igual que el portero’, entonces yo les digo ‘no, soy el portero’... y se me abren las puertas, pero eso implica responsabilidad, dar buenos precios, calidad, cumplir con los tiempos de entrega”.

El campeonísimo

A Calderón le tocó una época de arqueros de leyenda. Cuando jugaba en juveniles del Guadalajara, el entonces consagrado Jaime Tubo Gómez dijo con voz profética: Este muchachito me va a quitar el puesto.

Se lo quitó, en efecto. Debutó el 4 de abril de 1962 y se adueñó de la portería del campeonísimo en 63-64, en esos tiempos de temporadas largas en México.

Apenas con 20 años se codeó con las figuras de aquel legendario equipo como Chava Reyes, Jamaicón Villegas, Bigotón Jasso y Tigre Sepúlveda, y el entonces seleccionador Ignacio Trelles detectó a la figura en formación y lo llevó a los JO de Japón 1964.

La carrera de Calderón ya no se detendría y fue llamado también para las eliminatorias al Mundial de Inglaterra 1966, lo que recuerda con mucho cariño, porque me tocó convivir con mis grandes ídolos: Tota Carbajal y Tubo Gómez.

Calderón estuvo en la portería nacional en los partidos ante Francia e Inglaterra. El tercero, frente a Uruguay, se lo cedieron a la Tota para que se convirtiera en el primer futbolista en sumar cinco copas del Mundo. Sin embargo, el Cuate Calderón recuerda con más cariño el de México 70.

Imagínate, estar en la inauguración del primer Mundial que se realizó en México, no cualquiera. Estuve 13 años como titular en la selección y es una de mis satisfacciones más grandes, evoca con gran satisfacción.

En esa Copa, Calderón logró un récord que en la actualidad luce imposible de romper para nuestro balompié: sumó tres partidos y medio sin recibir gol.

Mantuvo inviolable su portería en los duelos ante la URSS, El Salvador y Bélgica, en el estadio Azteca. El primer gol lo recibió al minuto 43 ante Italia, en aquel lapidario 4-1 que dejó eliminado al conjunto nacional.

La hostilidad en Haití

En el siguiente ciclo mundialista, a Calderón le tocó vivir una de las peores etapas de nuestro balompié: la eliminación en Haití, rumbo a Alemania 1974.

La leyenda negra cuenta que la hostilidad en la isla fue mucha contra los mexicanos. Les aventaron gatos y perros muertos, fueron víctimas de la brujería y fanáticos los asediaron en todos lados con piedras y palos.

En el caso de Calderón –algo que aún no se explica 40 años después de sucedido–, en el hotel de concentración me explotó una botella de refresco y me dañó el tendón del pulgar. Faltaban dos días para el primer partido. El doctor me coció pero no me recuperé y sólo pude estar en el último partido, ya cuando estábamos eliminados.

Recuerda: “Creo que sí hubo brujería, pero también algunos habían consumido sustancias prohibidas. En ese tiempo no había antidopaje. El primer juego perdimos 4-0 ante los trinitarios, que tenían una velocidad increíble.

Haití también jugó así y cuando fueron al Mundial de Alemania salieron unos dopados. Y si en la copa lo hicieron, pues también en su propio país.

1974 fue su último año con Chivas. Pidió aumento de sueldo –de 18 mil a 33 mil pesos mensuales– y en represalia le prohibieron la entrada al club y tasaron su carta en insólitos 3 millones de pesos.

Pero más increíble fue que los Leones Negros pagaron esa cantidad, en tiempos en que una franquicia de primera división costaba 2 millones con todo y plantel de 20 jugadores.

Rumbo a Argentina 78, el Cuate todavía andaba en buen nivel, pero el seleccionador José Antonio Roca prefirió llevar un equipo juvenil que terminó en último lugar.

Estuvo hasta 1980 con la UdeG y entonces pasó al Atlas, donde sólo duró tres meses.

El éxito en las canchas y en los estudios se extendió a los negocios. En sólo tres meses su fábrica textil que había iniciado por casualidad en 1982 requirió de toda su atención.

Optó por el retiro e inició la leyenda del portero galán, el de las rodilleras, el de los elegantes suéteres con dos rayas, el que levantaba suspiros en esas fotonovelas semanales ya desaparecidas...