Opinión
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Los de abajo

Tragedia en La Bestia

N

o hay más culpable que el Estado mexicano en la nueva tragedia que padecieron los migrantes en su paso por el territorio. Su muerte por el descarrilamiento de La Bestia no es producto del robo de clavos y durmientes, sino de la falta de una política migratoria que garantice su tránsito.

Ahora dicen que no hay culpables por la muerte de 11 personas y las lesiones en más de 20. Pero sí los hay y deben de dar cuentas, pues la nula protección en su paso por México los obliga a ocupar el techo de La Bestia, el ferrocarril de carga que se ha ganado con creces el mote, y ahí, agarrados con uñas y dientes, recorrer más de 3 mil kilómetros de riesgos, pues si no se descarrila el tren, alguno de cualquier manera se cae, si no lo secuestra antes el crimen organizado.

No se les puede seguir obligando a subirse al tren, reclama, indignado, Fray Tomas González exige castigo para los responsables. Basta ya de tanta impunidad, dice, pues aunque la falta de condiciones del tren y de las vías no es el problema principal, no es la primera vez que La Bestia se descarrila. Tan sólo en 2012 se registraron otros dos accidentes.

Entre las posibles soluciones, dice Fray Tomás, urge que se apruebe la visa transmigrante o cero visas para centroamericanos. El asunto, que podría resolverse con ésta u otras medidas, queda sin respuesta porque México sigue siendo el traspatio de Estados Unidos, su conserje.

En el colmo de la falta de respuestas oficiales, el día del accidente, lamenta Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), tanto al gobierno como a la empresa Maya, propietaria de La Bestia, lo que les urgió desde el primer momento fue la reanudación de los recorridos, no el rescate de los cuerpos. En México se les entierra o se les regresa muertos. Su vida no es prioritaria.

Fray Tomás cuestiona también a los Estados centroamericanos que expulsan a miles de personas y no les interesa la tragedia de sus connacionales. Lo que hacen, dice, es llevarse los cuerpos y entregarlos a sus familiares hasta con honores, porque ahora resulta que cada masacre es un honor, a los que nunca defendieron y los obligaron a salir los regresan muertos y con flores. Es una traición.

En este mismo tenor se pronuncia el MMM: Los países centroamericanos deben dejar la sumisión y exigir al gobierno de México que ponga fin a las múltiples formas de exterminio que los centroamericanos enfrentan al cruzar por el país, y el gobierno de México debe adoptar medidas urgentes para poner fin a los riesgos que viven.

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