l mundo enfrenta hoy una de las peores crisis económicas, políticas y sociales que jamás haya sufrido. La globalización ha acercado los mercados de bienes y servicios, pero al mismo tiempo ha incrementado los niveles de desigualdad e injusticia, a tal grado que la concentración de la riqueza está en manos de uno por ciento de la población mundial, frente a 99 por ciento que lucha día a día por la sobrevivencia y la conservación de la existencia misma.
Esta situación representa para la humanidad un enorme reto. Por un lado, la patología de la opulencia de las élites enfrenta una relación nada fácil con la felicidad humana, de tal forma que muchas veces los ricos entre más tienen más deprimidos y solos se encuentran. En esos niveles sociales existen enormes vacíos que no satisfacen ni su ambición, ni su acumulación de bienes materiales. Por lo que corresponde a los oprimidos y sacrificados, en sus precarias condiciones tampoco es fácil encontrar la felicidad, sino que ésta más bien parece alejarse cada vez más.
Más grave aún, hoy en el mundo prevalece un utilitarismo creciente que niega cualquier significado moral a la evidencia del sufrimiento de otros. De nuevo, volvemos a encontrarnos con los cuerpos sin alma
que caminan por la vida sin sorprenderse por la decadencia y la inmoralidad de sus actos.
En estas circunstancias, la mayoría de la población y de la clase trabajadora debe encontrar las formas de revertir esta situación y crear expectativas para una sociedad más igualitaria, en donde prevalezcan el respeto, la justicia y la dignidad. Una de las vías para lograrlo, tal como lo expongo en mi libro El colapso de la dignidad, que ha estado entre los best sellers de Estados Unidos y pronto lo tendremos en español, es a través de la solidaridad nacional e internacional que busca el diseño de un nuevo modelo de desarrollo que ponga primero a la gente y a una política económica y social totalmente comprometida con la democracia, la libertad y la justicia.
Hay algunos ejemplos en el mundo que se están encaminando en esa dirección. En el campo de las organizaciones de trabajadores, la reciente fusión de uno de los sindicatos internacionales más poderosos de Estados Unidos y Canadá, United Steel Workers (USW), acaba de llegar a un acuerdo para integrar dentro de sus filas a otra importante organización, el Sindicato de Trabajadores de las Telecomunicaciones (TWU, por sus siglas en inglés), que así representan a casi un millón de afiliados. Por otra parte, el pasado 31 de agosto en Toronto, Canadá, dos de las agrupaciones más importantes de trabajadores de ese país decidieron fusionarse: el Sindicato de Trabajadores de las Comunicaciones, la Energía y el Papel (CEP, por sus siglas en inglés), con el Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz, Aeroespacial y del Transporte en General (CAW, por las siglas en el mismo idioma), con el propósito de constituir una superorganización llamada UNIFOR, con 300 mil agremiados.
Es preciso anotar, en esta misma línea de esfuerzos, los que desde 2005 vienen realizando United Steel Workers y el sindicato nacional de mineros de México. En 2005 establecieron una alianza estratégica para la defensa mutua, que invariablemente ha funcionado en ambos sentidos; en 2011 llegaron al acuerdo de iniciar una integración orgánica que sigue avanzando. Además, el fortalecimiento de la solidaridad entre las federaciones y sindicatos globales con los mineros de nuestro país.
Los casos anteriores vienen a responder a las exigencias sociales en un momento que es crítico y preocupante, cuando en el mundo el poder de las corporaciones y de los banqueros no tiene límite, cuando el progreso ha sido remplazado por una caída drástica de la economía, tal como lo muestran las recurrentes crisis europeas. En el momento actual aquellos casos de integración han surgido, como ellos mismos lo han definido, cuando la democracia ha sido erosionada y los gobiernos han abandonado el progreso social en el nombre de la austeridad, que no es otra cosa que la apropiación por los menos de la renta y el beneficio social.
Estos esfuerzos surgen también cuando la mayoría de los trabajadores están luchando por conservar sus derechos y beneficios obtenidos en el pasado, cuando las aspiraciones de los jóvenes y las mujeres han sido eliminadas, cuando la inseguridad ha crecido enormemente y la calidad de vida se ha reducido. También cuando el planeta está siendo erosionado y amenazado por la degradación del medio ambiente y del cambio climático.
Estas organizaciones han decidido asociarse en un momento en que la riqueza que se crea es capturada por una pequeña élite privilegiada, cuando los empleos formales y permanentes están siendo amenazados por compañías contratistas y cuando el trabajo decente se ha vuelto precario y está en riesgo de desaparecer.
De ahí que la integración y la visión de los líderes de estas organizaciones sea un acto de esperanza para proteger los derechos laborales y humanos, no sólo de los afiliados a los sindicatos sino de toda la población trabajadora, con el fin de alcanzar el progreso económico en beneficio de la mayoría y no de unos cuantos. Esta acción se basa en la determinación de obtener la justicia económica y social, de abrir un futuro más brillante para las nuevas generaciones a través de sus acciones y de convertir al mundo en un lugar para vivir con mayor equidad, justicia y felicidad. La decisión está pensada para triunfar, para defender a la humanidad y obtener mayor fuerza en la lucha por alcanzar esos grandes objetivos basados en la unidad, la fuerza y el poder para lograrlo.
Felicidades a todas las agrupaciones sindicales, con la esperanza de que tengan un enorme éxito. Como en el pasado y siempre, no hay peor lucha que la que no se emprende. En cuanto a México, son innegables los daños y desigualdades que la globalización sin control ha acarreado a las amplias mayorías y, lamentablemente, a pesar de que surgen a cada momento reacciones sociales significativas de descontento, no se ve el momento en que podamos revertir esta situación plagada de la misma miopía empresarial y política que se da en muchas otras partes del mundo.