oronto, 16 de septiembre. A diferencia de lo que ocurre con otros grandes festivales, el de Toronto es básicamente no competitivo, por lo que sus contados premios –que atañen sobre todo a la industria canadiense– no revisten mucho interés. No es por ser descortés con los amables anfitriones, pero el cine canadiense, salvo excepciones, no podría ser menos apasionante.
Así, el premio a mejor largometraje canadiense, otorgado por City of Toronto y Canada Goose Award fue para el documental When Jews Were Funny (Cuando los judíos eran chistosos), de Alan Zweig. El premio a la mejor opera prima canadiense fue para la película animada Asphalt Watches (Relojes de asfalto), de Shayne Ehman y Seth Scriver. Mientras el premio YouTube al mejor cortometraje canadiense fue para Noah, de Walter Woodman y Patrick Cederberg.
Los siguientes premios de importancia son los otorgados por la Fipresci (la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), que se circunscriben a las secciones Special Presentations y Discovery. Dentro de la primera, el premio fue para la película polaca Ida, de Pawel Pawlikowski. Y en la segunda, el premio fue para la mexicana Los insólitos peces gato, opera prima de Claudia Saint-Luce, “quien –según el texto de la Fipresci– nos muestra un entendimiento precoz, juguetón y emotivo sobre la naturaleza fluida de la familia y la capacidad del corazón humano, aun bajo las peores circunstancias, para la generosidad, la empatía y la ternura”.
Siguen los Blackberry People’s Choice Awards, o sea el premio del público según el número de votaciones hechas por los espectadores en las urnas o por Internet. La ganadora fue 12 Years a Slave (Esclavo por 12 años), del británico Steve McQueen. El segundo lugar fue para Philomena, del también británico Stephen Frears; y el tercero para Prisoners (Prisioneros), debut hollywoodense del canadiense Denis Villeneuve. El primer premio viene acompañado de 15 mil dólares locales para el director. En la sección Midnight Madness, el premio del público fue para Jigoku de naze warui (¿Por qué no juegas en el infierno?), del japonés Sion Sono; y en la sección de documentales, TIFF Docs, fue para Al Midan (La plaza), de la egipcia Jehane Noujaim.
Hay otros tres premios menores de diferentes patrocinadores que no mencionaré para no abusar de la paciencia del lector.
Por el lado del negocio, el festival reportó ventas más que satisfactorias. Así como un aumento del 10 por ciento en el número de delegados de la industria que asistieron al TIFF. Las compañías presentes sumaron un total de 2 mil 588. Eso habrá sido muy satisfactorio a la hora de las compraventas pero, en términos prácticos, explica en parte por qué las proyecciones de Prensa e Industria se volvieron tan multitudinarias como para salirse del control de los voluntarios y los gerentes del múltiplex Scotiabank. Eso, para un festival tan preocupado por ser práctico y eficiente, debe ser una de las cuestiones que deberán revisarse en la planeación de la edición del próximo año.
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