Opinión
Ver día anteriorDomingo 22 de septiembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Casa Talavera
E

n varias ocasiones hemos hablado del barrio de la Merced, uno de los que guardan mayor riqueza histórica y arquitectónica. La renovación que ha tenido durante los últimos años permite descubrir la belleza de muchos de sus edificios y plazas. En los tiempos de México-Tenochtitlan era parte de Teopan, uno de los cuatro grandes barrios en que estaba dividida la ciudad mexica.

Ahí se encontraba un mercado importante, entre otras razones, por la cercanía con la importante acequia que desembocaba en el desembarcadero de Roldán. Por esta vía llegaban cientos de canoas a surtir de verduras, flores, frutas, aves, granos y todo tipo de mercancía que pueda pensarse, que venían de los pueblos de Xochimilco, Santa Anita y Tláhuac.

Aquí se establecieron importantes instituciones como la Alhóndiga, la Casa de Moneda, el Arzobispado, la Imprenta, la Universidad. Hospitales relevantes como el del Amor de Dios, cuyo edificio se convirtió, en el siglo XIX, en la Academia de San Carlos, el de San Pablo, hoy Hospital Juárez y el de San Lázaro, para los leprosos. Colegios: San Ildefonso y el Máximo de San Pedro y San Pablo; varios conventos y templos de importancia como Jesús María, la Soledad, la Merced, Balvanera, San José de Gracia, la Santísima, San Pedro y San Pablo; la Casa de Cuna y una Plaza de Toros.

En la calle que lleva el nombre de Talavera se encuentra una señorial construcción barroca de tezontle y cantera que ocupa toda la manzana. Se dice que la mandó construir el marqués de Aguayo, famoso por haber ayudado a expulsar de Texas a los ejércitos franceses, en los albores del siglo XVIII, con lo que se consolidó el dominio español. Acumuló gran riqueza que se reflejó en productivas haciendas y la posesión de numerosos inmuebles.

Esta gran mansión es uno de ellos; su arquitectura nos cuenta muchas historias. En sus primeros tiempos se utilizó como casa habitación. En la parte superior se encuentran las antiguas recámaras, el comedor, la sala; en algunos muros se conserva pintura mural, lo que nos habla de la opulencia del inmueble.

Como hemos comentado dentro de los cuatro grandes barrios en que se dividía Tenochtitlan, había muchos barrios pequeños. Aquí era Temazcaltitlán que significa lugar de temazcales. La casona se asentó sobre una construcción prehispánica, como se puede ver en el museo de sitio. Su cercanía al lago de Texcoco y a la acequia que corría por su costado oriente marcaron la arquitectura de la mansión. En el patio principal se aprecia un pozo de avenamiento, que servía para detectar el nivel de las aguas del lago. En el patio de servicio se encuentra el pozo de agua que surtía la casa. Admira ver la arquitectura hidráulica, ya que ambos estaban interconectados; se cuenta que utilizaban un sistema de piedras para filtrar el agua.

Muchas evidencias nos hablan de que en un periodo posterior la casa funcionó como obraje: un horno vertical en el patio de servicio, pozos para curtir o teñir, restos de un molino, una tina y equipo para fabricar loza de talavera. En el portón se adecuó una entrada para canoas que facilitaba el movimiento de mercaderías. La fábrica debe haber tenido cierta importancia, ya que bautizó con su nombre ese tramo de la calle.

En los años 20 del siglo XX la casa albergó la escuela Gabino Barreda. En 1931 fue catalogada monumento histórico, lo que no la salvó de ser utilizada como distribuidora de frutas y verduras, bodega y vivienda de indigentes. En los años 80 fue expropiada y desde hace unos años es un centro cultural, que coordina la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Para comer, a un par de cuadras en Mesones 171, se encuentra Al Andalus, con excelente comida libanesa. Pruebe el shanklish, que es un queso con especias muy apetitoso y los clásicos: hojas de parra rellenas, falafel, (gorditas de haba y garbanzo), tapule, (ensalada de trigo), kepe crudo o cocido y lentejas con arroz. De postre, irresistibles los pastelillos árabes.