No hay espíritu crítico ni contexto: especialistas de la UNAM
Viernes 4 de octubre de 2013, p. 7
Desde diversos medios de comunicación y entre las autoridades existe una reducción del concepto ‘‘anarquista’’, al referirse con ese término a los jóvenes que con los rostros cubiertos y vestidos de negro asisten a las movilizaciones públicas y generalmente participan en enfrentamientos con la policía, señalaron académicos universitarios expertos en temas juveniles.
Comunicadores y funcionarios, agregaron, dejan de lado que entre muchos sectores de la juventud en particular, y de la sociedad en general, hay mucho rencor social que se manifiesta en las calles con estas confrontaciones con los uniformados, que son la cara visible de la autoridad. Y la respuesta estatal es represiva antes que analítica, debido a la falta de profesionalización de los cuerpos policiacos.
Edgar Morín, académico de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la UNAM, estudioso de la juventud y el conflicto social, lamentó que periodistas y autoridades usen ‘‘palabras a la ligera’’ para referirse a los grupos de personas que participan en los conflictos con granaderos. ‘‘Les falta toda una reflexión sobre el término anarquía, no hay un espíritu crítico, no hay una sola explicación ni nos dan el contexto. Se trata de una tergiversación, de un uso a la ligera de ese término’’.
Desde su análisis, los poderes fácticos intentan generar un concepto o un ‘‘chivo expiatorio’’ para justificar la represión contra la juventud y el movimiento social, en un momento en el que por las condiciones generales del país existe mucho rencor social entre sectores de la ciudadanía. ‘‘En los años 80 nos dijeron hasta el cansancio que los peligrosos eran los chavos banda y en los 90 fueron los maras. Hoy son los anarcos’’, dijo.
Las acciones de violencia entre grupos de manifestantes y la policía se han vuelto la característica de las últimas movilizaciones en las calles, por lo que el académico no duda que dentro de las marchas exista presencia de infiltrados y provocadores ‘‘que siempre dependen del Estado’’, señaló.
‘‘Hay que preguntarnos a quién benefician estos grupos, el conflicto desvía la atención de los objetivos o demandas centrales de las manifestaciones. La violencia se vuelve la nota y estos grupos la orquestan muy bien; sus capuchas, el fuego y los golpes cumplen con esa escenografía’’, dice.
Para José Antonio Pérez Islas, coordinador del Seminario de Investigación en Juventud de la UNAM, la juventud ‘‘está muy encabronada’’ pues la escuela, la familia y el trabajo ya no son opciones para ellos y esas problemáticas no se resuelven con el uso de la policía contra los jóvenes.
A diferencia de otros movimientos sociales, que cuentan con planteamientos, estructuras y demandas políticas, los jóvenes que propician los enfrentamientos con la policía ‘‘no tienen nada. Parece que sólo buscan provocar. Los movimientos estudiantiles querían ser escuchados, la diferencia es que estos grupos quieren hacerse ver y los medios los ayudan . Por la violencia, durante la reciente la marcha por el 2 de octubre se le arrebató el sentido a la manifestación política y lo único que se transmitió y publicó en la mayoría de los medios fueron los golpes y las llamaradas’’.
Pérez Islas no descartó que para aprovecharse de la molestia e indignación ciudadana, durante las movilizaciones existan grupos de infiltrados con el afán de provocar, generar violencia y que la sociedad en su conjunto enjuicie a través de lo que le dan los medios de comunicación y los mensajes oficiales para pedir que castiguen a estos jóvenes, que los encarcelen y que los golpeen.