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Presentan en Francia testimonio contra Marcial Maciel

Callar abusos de legionarios equivale a negar el peligro
 
Periódico La Jornada
Sábado 12 de octubre de 2013, p. 15

París, 11 de octubre.

Denunciarlos equivale a un parricidio, pero para Xavier Léger, callar ciertas prácticas de la poderosa congregación católica de los Legionarios de Cristo equivale a negar asistencia a una persona en peligro.

Por esta razón he venido a prestar testimonio en Yo, ex legionario de Cristo, 7 años en una secta en el corazón de la Iglesia, publicado en Francia por la editorial Flammarion, que rompe la ley del silencio estructural de una organización militar-religiosa fundada en 1941.

El relato se publica en momentos en que los legionarios de Cristo anuncia la organización de una asamblea extraordinaria a partir del 8 de enero para elegir un nuevo gobierno y aprobar nuevas constituciones. Los legionarios, muy apreciados por Juan Pablo II, eran presentados bajo su pontificado como modelos de virtud para la juventud, antes de que se ventilaran las graves acusaciones contra su fundador, Marcial Maciel, fallecido en 2008, acusaciones que fueron a menudo ocultadas.

A principios de 2009 se reveló, recuerda Xavier Léger, que Maciel “había abusado sexualmente de varias decenas de niños y adolescentes –incluyendo dos hijos suyos– y mantenido a varias amantes en lujosas villas con dinero de su congregación”.

Léger se adhirió a la legión a los 23 años, mucho antes de que la Iglesia levantara el velo sobre la personalidad del padre Maciel, venerado como un semidios. Pero que su figura haya pasado de la de un presunto santo a la de un perverso sexual, pedófilo, polígamo, sicópata, morfinómano, falsificador y ladrón está lejos de ser la única falla en el seno de la organización, a ojos de Léger.

De hecho, la misma (organización) funciona como secta, fundada en la manipulación, la humillación, el miedo y una culpabilidad tan poderosa que abandonarla es un verdadero trauma. Al irse, dice, tuve que asumir el papel de Judas, del traidor. Me convertí en un paria. Mecanismo frío y totalitario Pero no está solo. Decenas de legionarios han desertado de las filas de la organización, ahuyentados por una disciplina implacable que los convierte en clones con sotana, sometidos a los ejercicios espirituales de un mecanismo frío y totalitario.

En la vida del legionario, todo está codificado: Nuestra forma de subir una escalera, de caminar por el corredor, de sonreír, de estrechar la mano a un invitado, de sentarse a la mesa. Tenemos que dar la imagen de un ejército en marcha, de una unidad sin fallas.

“Uno de los problemas mayores, destaca Grégoire Baillif, otro ex legionario, proviene de la precocidad del reclutamiento.

Con la agenda de la legión, sus innumerables reglas, uno no tiene tiempo para pensar, ya no hay libertad interior, dijo a la AFP. Es una libertad limitada además por la obligación de confesarse con su superior jerárquico o de observar el voto de caridad, que prohíbe hablar mal de un colega o de un superior.

Por su parte, Benedicto XVI antes de acceder al trono de San Pedro había sido el único en devolver uno de los regalos que Maciel enviaba a los purpurados y también en no asistir a una fiesta ofrecida a los legionarios en la basílica de San Juan en Roma.

El padre Tomás Brenti, portavoz de los legionarios, declara que no quisiera juzgar el testimonio de Léger, pero destaca que hay “compañeros de seminario –yo incluido– que dicen que su propia experiencia es distinta”.

Desde las revelaciones sobre el fundador se ha hecho un gran trabajo de reflexión en el seno de la congregación, agrega. En octubre de 2011, monseñor De Paolis, nombrado por Benedicto XVI, había indicado que numerosos miembros habían decidido abandonarla tras las revelaciones sobre Maciel.