Domingo 13 de octubre de 2013, p. a16
¿Cuándo fue la primera vez que leyó a Gabriel García Márquez?, ¿que se perdió entre las ramas de los árboles genealógicos de sus personajes?, ¿que abrió uno de sus libros por la mañana y se olvidó del tiempo hasta que alguien lo regresó a la realidad incontables horas después?
Estas y otras preguntas asaltarán su mente al leer Un escritor sí tiene quién le escriba, una recopilación de las sensaciones y expresiones
que generó la obra del Premio Nobel de Literatura colombiano en la generación de escritores nacidos alrededor de la mitad del siglo pasado, y para los que la primera edición de Cien años de soledad de Sudamericana (1967) significó una importante vuelta de tuerca en su vida personal o literaria.
Así, Juan Domingo Argüelles resalta en su ensayo el carácter poético de la obra de Gabo, quien a su vez sostiene que toda buena novela debe ser una transposición poética de la realidad
. Mientras el sueño de una llamada convertida en presagio de una conversación ya en la vigilia, con el mismísimo literato nacido en Aracataca, es relatada por Adolfo Castañón.
A esos dos textos se suman los de otros 10 autores, entre los que se cuenta Bárbara Jacobs, colaboradora de La Jornada, quienes rememoran sus primeros encuentros con la obra del exponente del realismo mágico. Sin embargo, no todas son loas hacia el corpus literario del colombiano, sino que también incluyen críticas a libros como El general en su laberinto (1989) o Memoria de mis putas tristes (2004).
El volumen en cuestión fue realizado en el contexto de la Feria Internacional del Libro en el Zócalo del año pasado, por lo que su compilador, Eduardo Mosches, afirma en el prólogo: El Distrito Federal se llama Macondo
.
Título: Un escritor sí tiene quien le escriba
Compilador: Eduardo Mosches
Editorial: El Zócalo
Número de páginas: 84
Precio de lista: distribución gratuita