Incluyen en ciclo rock, debates y performances con participantes de diversos países
Discuten lo oscuro como fuente de inspiración artística y lo musical como portador del mal
¿Qué pasa con la novena de Beethoven unida con la tortura, en la Naranja Mecánica?
Sábado 26 de octubre de 2013, p. 8
Berlín, 25 de octubre.
Odas a bandas de narcotraficantes, álbumes dedicados a la mafia, versos que endiosan ideologías represoras, coplas que alaban el crimen y la discriminación. En Berlín se lleva a cabo un ciclo que explora lo musical como portador del mal, lo oscuro como fuente de inspiración artística.
Desde los famosos narcocorridos de México hasta canciones de bandas de rock alemanas con textos neonazis, el original ciclo Músicas del mal, odas a la violencia, la muerte y el diablo, organizado por la Casa de las Culturas del Mundo –que se llevará a cabo hasta el 27 de octubre– demuestra que los dioses de la música no siempre fueron beatos.
La propuesta va más allá de poner en escena la imagen clásica de aquel rock que hizo de la iconoclasia, la rebeldía y la destrucción un uso tan hiperbólico que llegó a transformarlo en un dogma propio del género y pone atención en un lado más oscuro: en las músicas portadoras de agresiones sociales y en el fenómeno social que las sostiene.
Me dejaron baleado/también me dieron por muerto/ahorita los ando buscando/les voy a arrancar los sesos
, reza la letra de un narcocorrido de Larry Hernández.
Negocio que cuesta la vida
¿Cómo explicar que canciones que celebran un negocio que cuesta año a año la vida de miles de personas hayan ganado popularidad entre los mexicanos de algunas ciudades de Estados Unidos por las aventuras
y logros
que relatan? En el ciclo podrá verse la película Narcocultura, de Shaul Schwarz, que tratará esta realidad.
¿Qué sucede cuando la novena sinfonía de Beethoven se amalgama con la tortura, como en Naranja mecánica, de Anthony Burgess? ¿Su uso la transforma en amoral? No se trata de una interrogante meramente literaria. El compositor Christopher Cerf, también invitado al ciclo berlinés, se vio confrontado con la noticia de que una de sus composiciones había sido utilizada contra presos de Guantánamo.
En el ciclo participarán destacadas personalidades de la música, la literatura y el cine, que presentarán debates y performances. Entre ellos, Francesco Sbano, quien compiló una trilogía de composiciones con códigos y relatos de la mafia italiana; el músico e historiador Bruce Sunpie Barnes, que, partiendo de Nueva Orleáns, presentó su fusión de vodoo funk, blues y zydeco en más de 35 países, y el argentino Axel Krygier, que iluminará las imágenes oscuras de la caverna inmensa y ancestral
que fusiona y vuelca en sus grabaciones.
El ciclo debatirá tabúes, reivindicaciones, cuestionamientos y hasta planteamientos que lindan con lo paródico.
El argentino Mauricio Kagel dijo a propósito de sus Diez marchas para perder una batalla: Compuse marchas, aunque prácticamente no estoy en condiciones intelectuales de escribirlas con apetito. ¿Se puede gozar de un género que dispara un efecto que sólo es posible considerar dudoso?
Las condiciones intelectuales mencionadas por Kagel no parecen ser decisivas a la hora de hacer cantar. La glorificación de la delincuencia que resuena en las cumbias que emergen de lo que suele llamarse la marginalidad social y que podría entenderse como reclamo de los expulsados del sistema, se entremezcla muchas veces en las pistas bailables con las muecas socarronas de la clases media y alta al entonar sus textos.
En esos instantes las contradicciones sociales se funden y el desconcierto de las tensiones diarias parece quedar suspendido en una armonía común que las sociedades no llegan a articular.
Partiendo de la musa oscura y violenta, las actividades del ciclo incluyen desde obras de Berlioz, Kagel y Verdi hasta la propuesta que rompe el límite entre odio y amor del diyei Lars Brinkmann.