emprano el sábado 19 de octubre me desplacé a la ciudad de México para asistir a una presentación de la Antología del caos al orden, de la que desde principios de este 2013 empecé a leer comentarios o a oírlos, aquí, en mi Café de Brava. Se trata de una selección de escritos de una veintena de representantes significativos de las bellas artes, pintores, escritores, músicos, bailarines, poetas y cineastas, unificados y caracterizados por ser figuras destacadas del siglo XX, que llevaron existencias particularmente obstaculizadas y que, sin embargo, consiguieron crear una obra valiosa y permanente.
“Contiene cuentos o cartas o fragmentos de ensayos, diario, o autobiografías, material sin excepción memorable. Yo lo conocía casi todo, pero verlo junto y presentado con la intención con que ahora fue reunido ciertamente aumentó mi impresión. Conocía también la obra en sí de cada uno de los creadores incluidos, menos de los dos bailarines, pues ninguno de ellos fue filmado, por más que en su momento ya existiera el cine, aun el sonoro. Pero podría afirmar que a partir del repaso en la Antología, al volver a oír su música o ver su arte particular, se añadieron emociones a mi atención y a mi contemplación, como si dicha Antología me hubiera orillado a profundizar más aún en lo que es la vida y en lo que para estos artistas a pesar de todo fue posible hacer de ella.
“No tenía que haber asistido al acto para comprar este libro de (...), aunque era una oportunidad insólita, en especial porque los comentaristas no eran escritores, como se habría esperado que fueran para reseñar un título de esta autora, sino sicoanalistas, un hombre flanqueado por dos mujeres, además, de apellidos curiosos, Corzo, Islas y Amavisca, moderados por Delia, de nombre griego, no Dalia, que se da a la flor nombrada por el botánico sueco Dahl. Me atrajo, asimismo, el lugar en el que se llevó a cabo el encuentro, no porque se tratara de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, como porque se encuentra en el Bosque de Caobas, en medio de otros bosques, al pie de una montaña y frente a un barranco, un escenario que a mí, pobladora de Brava, podía parecerme réplica o extensión, precisamente de Brava, o lo que de cualquier manera me daba curiosidad, quizá con el fin de comparar, o quizá solamente para, una vez ahí, no sentirme tan lejos de mi medio natural que lo fuera a extrañar tanto que quisiera regresar a él de inmediato, e invalidar así el esfuerzo de haberme desplazado, frustrar el interés que la invitación me despertó con tal de presenciar ese suceso específico, simultáneo a otros similares en los alrededores, cercanos o distantes, tan atractivos y tan importantes como él.
“No era un mediodía soleado, de modo que, si a mí me vino bien el caluroso aplauso que, para comenzar la presentación, la moderadora pidió a las cuarenta y tantas personas reunidas, como si hubiera sido un deseo de materialización literal, imagino que otro tanto habrá sucedido al resto del público en la sala, un espacio luminoso y acogedor, lleno casi a tope. Entre las ponencias de los doctores ante la mesa, y las interlíneas de la propia autora, se creó un ambiente tan participativo que animó preguntas y comentarios de los presentes, incluso la lectura de una carta conocedora y amigable dirigida a la autora y firmada por quien la leía, Fátima Bellido. También pidió la palabra Yusef Jacobs Kuri, que se presentó como estudiante de ingeniería de la Universidad Iberoamericana, y que habló del caos desde el punto de vista de la física, intervención que incitó la de otros asistentes, entre ellos, el catedrático Remus, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, y un alumno suyo, que hablaron de sistemas complejos, lo que fuera que eso significara. Intervino asimismo Carlos Pellicer, quien reivindicó la vida feliz como un estímulo tan válido y eficaz para la creación como podía serlo una existencia tormentosa y accidentada.
“Entre otros, finalmente hizo uso del micrófono Esther Kolteniuk, quien se declaró hermana de la autora y a la que felicitó, tanto por la publicación de la Antología, como porque ese sábado preciso era su cumpleaños, revelación que arrancó del público Las mañanitas. La moderadora aprovechó el momento para invitar a todos a celebrar con vino y canapés. Yo salí con la Antología, autografiada para Clarisa Landázuri, atravesé una tormenta y regresé a Brava.”