Baja California es la principal entidad receptora de mexicanos deportados de Estados Unidos. De enero a septiembre de este año registró a 79 mil 538 connacionales, de un total de 261 mil 673 repatriados. Le sigue Tamaulipas, con 70 mil 732; Sonora, con 54 mil 567; Coahuila, 44 mil 877; Chihuahua, 8 mil 867, y Distrito Federal, 3 mil 92.

Hay sugerencias de México a Washington para que las repatriaciones se hagan preferentemente por Baja California, debido al clima de mayor violencia en Tamaulipas y Chihuahua.

En 2012 fueron deportados en total 369 mil 492 mexicanos, de los que 125 mil 732 ingresaron por Baja California y 122 mil 36 por Tamaulipas, ambas cifras consideradas como muy altas por las autoridades locales.

En la primera entidad la alerta es por la carencia de infraestructura para atender a este flujo y, en la segunda, porque la región se ha convertido en una zona de alta peligrosidad, especialmente para los migrantes, por los ataques del crimen organizado.

Las repatriaciones hechas a través de las garitas bajacalifornianas complican la de por sí precaria vida de las colonias populares de esta franja, ya que no hay esquemas suficientes de seguridad y de atención social.

A pesar de que en el último quinquenio se ha registrado a nivel general un descenso en el volumen de las deportaciones a México, en 2012 la Encuesta de migración de la frontera norte estimó en más de 350 mil las expulsiones, de las cuales 59 mil 845 ocurrieron por Tijuana.

La mayoría de los connacionales repatriados no tiene familiares en la frontera (más de la mitad son originarios del centro del país), y muchos de ellos además tienen problemas de salud y/o adicciones.

El Colegio de la Frontera Norte (Colef) realizó una investigación de campo para conocer las características de quienes literalmente han sido echados de Estados Unidos, así como de la forma en que sobreviven en México.

La mayoría de la población analizada “vive en ñongos (casuchas), hoyos, alcantarillas, puentes, laderas y bordos”.

Tan sólo en El Bordo (canalización del río Tijuana), en agosto-septiembre de este año residían entre 700 y mil personas, distribuidas en 118 ñongos, 25 hoyos, siete alcantarillas y 10 puentes. Casi todos se encuentran en esa zona a la espera de intentar nuevamente cruzar a Estados Unidos o hallar un empleo en Tijuana; sólo 6.3 por ciento dijo que regresaría a su lugar de origen. Una quinta parte de ellos dijo haber iniciado ahí el consumo de drogas.

Casi 60 por ciento de ellos llevaba entre seis y 25 años viviendo en Estados Unidos, y sólo 21 por ciento tiene menos de cinco años de haberse establecido en aquella nación.

El Colef explica que la mayoría de los deportados son atendidos, en primera instancia, por organizaciones civiles, pero pasado un tiempo se van a El Bordo o algún otro punto de sobrevivencia.