ás de 250 académicos de diversos países sumaron su firma a una petición en línea para que Estados Unidos ponga fin al espionaje masivo que ha venido realizando contra otros gobiernos, empresas públicas y privadas, organismos internacionales y ciudadanos de todo el mundo, una práctica ilegal e impresentable que pudo ser documentada gracias a las filtraciones del ex analista de la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA, por sus siglas en inglés) Edward Snowden en junio del año recién pasado.
Aparte de que entorpece la libre expresión y el derecho a la información, la vigilancia masiva convierte la presunción de inocencia en una presunción de culpabilidad; las prácticas de vigilancia secreta y sin restricciones violan derechos fundamentales y socavan la democracia
, señala el texto publicado por Académicos contra la Vigilancia masiva (Academics Against Mass Surveillance).
Al posicionamiento anterior ha de agregarse los editoriales recientemente publicados por The New York Times y The Guardian en los que se reivindica el papel desempeñado por Snowden al sacar a la luz el espionaje masivo perpetrado por la NSA. La revelación, dijo el rotativo neoyorquino, ha sido un gran servicio a la democracia
; el diario londinense, por su parte, afirmó que en ausencia de una autoridad supervisora democrática y confiable, (Snowden) dio a la gente información suficiente acerca de la naturaleza de las operaciones modernas de recolección de inteligencia para permitir que se produzca un debate
.
Tales señalamientos tienen como telón de fondo la grotesca paradoja de que el gobierno más fisgón del mundo pretende procesar penalmente al ex analista justamente por cargos de espionaje. Sin ignorar la relevancia de lo publicado por The New York Times y The Guardian de cara a la defensa de la causa de Snowden, no debe omitirse que esos posicionamientos conllevan una carga significativa de doble moral, toda vez que ninguno de esos medios ha abogado en ningún momento por Chelsea Manning, condenada a 35 años de cárcel por entregar a Wikileaks expedientes secretos del Pentágono que documentan crímenes de guerra y cables del Departamento de Estado que evidenciaron el intervencionismo estadunidense en diversos países, entre ellos, México; como tampoco lo han hecho por Julian Assange, sometido a una férrea persecución judicial por los gobiernos de Suecia y Gran Bretaña, y actualmente refugiado en la embajada de Ecuador en Londres.
Para volver al tema del espionaje estadunidense, las revelaciones sobre el tema han causado un gravísimo daño en las relaciones internacionales y en la imagen pública de Washington, es claro que el gobierno que encabeza Barack Obama no tiene ya margen de legitimidad para mantener la intromisión masiva contra gobiernos, entidades y ciudadanos del mundo y de Estados Unidos ni para mantener en prisión a Manning y seguir hostigando a Assange y a Snowden. Tanto el espionaje masivo como las persecuciones contra esos defensores de la verdad y la transparencia son injustificables y deben cesar a la brevedad.