principios de los años 30 del siglo pasado, el escritor Alfonso Reyes se refería a hombres representativos de intereses comunes que, al menor desconcierto de la cosa pública (¡y a tantos estamos expuestos!), echarían a andar su motor y, en pocas horas, se trasladarían a Laredo-Texas
. La referencia tenía que ver con sus paisanos de Monterrey.
Reyes invocaba una tradición que data del siglo XIX, en sus dos motivaciones: la política y la económica. Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León y caudillo del noreste, se refugia en Texas a raíz del desencuentro con el gobierno de Juárez y la derrota que le infligen las tropas republicanas. Su nombre está ligado al del empresario irlandés Patricio Milmo O’Dowd, casado con su hija Pudenciana. Milmo, cuya base de sus diversas operaciones era Monterrey, funda con su hermano Daniel el Milmo National Bank of Laredo en 1882.
En el siglo siguiente, al ser confiscada la Cervecería Cuauhtémoc por las fuerzas constitucionalistas, sus dueños y numerosos miembros de ese círculo empresarial, que habían apoyado la usurpación de Victoriano Huerta, se concentran en Texas, sobre todo en San Antonio.
A cada crisis se repetirá el éxodo de empresarios y capitales hacia Estados Unidos en el curso del siglo XX. En el siglo que corre, los estados fronterizos de la Unión Americana con México se han convertido en receptores ya no sólo de empresarios, sino de miembros del agrupamiento político del bipartidismo dominante PRI-PAN en el norte del país.
La inseguridad ha sido aprovechada a la vez como justificación y pretexto. Políticos en los estados donde sus fortunas alcanzan un sobrepeso inexplicable según su salario y resultan una agresión para el erario, las necesidades insatisfechas de los sectores más desprovistos y el grueso de la población que contribuye al fisco, adquieren propiedades y realizan inversiones en California, Nuevo México, Texas e incluso en entidades de Estados Unidos más al norte. Un ejemplo son las inversiones inmobiliarias (desarrollos urbanos) del gobernador de Nuevo León (priísta) y otro las adquisiciones del mismo orden de la presidenta municipal de Monterrey (panista), que debió deshacerse de una de sus residencias ante la presión de la opinión pública. En ambos casos priva la opacidad administrativa, la puja por el sobrendeudamiento y el derroche en autopromoción. Las glosas publicitarias (espots) atribuyen al gobernador lo que hace el gobierno estatal y a la presidenta municipal lo que hace el ayuntamiento. Novorriquismo monetario y político desbocado sobre suelo empobrecido.
En los años 70-80, la Isla del Padre (Golfo de México), situada en territorio texano, empezó a ser llamada la Isla del Valle por el domicilio de muchos de los propietarios de viviendas, tiempos compartidos en hoteles y bungalows y otros espacios: la colonia Del Valle, pionera en la transformación del municipio de San Pedro Garza García en el santuario financiero del norte del país.
Con el crecimiento del narcotráfico y la violencia subsecuente, los moradores de mayor ingreso de ese municipio han buscado alternar su domicilio entre Estados Unidos y México. El auge inmobiliario de algunas ciudades estadunidenses, entre las cuales descuella San Antonio, Texas, se debe a la acentuación del fenómeno. El caso de la Isla del Padre se ha potenciado. Sonterra, uno de los fraccionamientos privados de alto rango económico en los alrededores de San Antonio, ya recibe el sobrenombre de Sonterrey por la procedencia de sus habitantes: el Monterrey metropolitano. Algunos de sus antecesores destacados en el mundo de los negocios fueron los primeros en responder a la profecía de Robert Lansing, secretario de Estado durante la presidencia de Woodrow Wilson. Para cumplirla cabalmente, tras los empresarios vendrían los políticos mexicanos, sobre todo los presidentes de la época neoliberal.
Esa profecía fue publicada por La Jornada en una Rayuela hace 12 años. La recordaba, pero no pude recuperarla hasta que la telaraña me la trajo como epígrafe de un artículo de Jesús Ramírez Cuevas titulado ¿Quiénes se roban nuestro petróleo? Políticos socios de petroleras extranjeras
y redeado por el Movimiento de Transformación Social. En otro blog encontré el original citado en un texto de Kurt Hackbarthat y lo traduje. Así reza la profecía de Lansing: “México es un país extraordinario, fácil de dominar pues basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de instalar en la Presidencia de México a un ciudadano norteamericano ya que esto nos conduciría de nueva cuenta a la guerra. La solución requiere de mayor tiempo: debemos abrir las puertas de nuestras universidades a jóvenes mexicanos ambiciosos y hacer el esfuerzo por educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos. Con el tiempo, México requerirá de administradores competentes y esos jóvenes llegarán a ocupar puestos importantes; eventualmente se adueñarán de la Presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un solo tiro, ellos harán lo que nosotros queramos y mejor y más radicalmente de lo que nosotros mismos lo habríamos hecho”.
Esa generación de políticos ha convertido en realidad la profecía. Esperemos a lo que vendrá una vez perdida la soberanía energética y a que los hijos de quienes ya tienen su domicilio real en Estados Unidos regresen a su país para superar a sus predecesores.