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Colectivo oaxaqueño
Y

a hemos hablado en alguna ocasión de cómo la visión del mundo se transformó con el invento de la fotografía. Su aparición en México a mediados del siglo XIX fue la sensación. Las primeras imágenes eran en vidrio y en charol, según anunciaban en el aparador los primeros fotógrafos. Con el invento de la fotografía en papel, la novel técnica tomó gran auge.

Desde entonces el interés por la fotografía ha sido creciente, sobre todo ahora que cualquiera se vuelve fotógrafo con un simple celular. Pero afortunadamente siguen existiendo los que llamo artistas de la lente, aquellos que vuelven arte la técnica.

Uno de ellos fue Héctor García, oriundo del barrio de la Candelaria de los Patos, donde nació en 1923; nunca perdió la sensibilidad para captar lo que él llamaba la vida real, o sea, las condiciones humanas de la vida social marginada de gran parte del México del siglo XX. Colaboró en varios periódicos y revistas y en 1950 fundó su propia agencia de fotografía llamada Press. Recibió en tres ocasiones el Premio Nacional de Periodismo, entre varios otros reconocimientos.

En 2008 creó con su compañera de toda la vida, también fotógrafa, la Fundación María y Héctor García. Adquirieron una casona en Cumbres de Maltrata 581. El sitio cumplió uno de los sueños de Héctor. Resguarda alrededor de un millón y medio de negativos. El registro de las publicaciones en las que colaboró y una variedad significativa de documentos de su labor periodística, durante todo el tiempo que trabajó como reportero gráfico.

Además de exhibir su obra, generosamente abre sus puertas a otros fotógrafos, tanto de renombre como a jóvenes que se inician en la exposición de sus obras.

Actualmente muestra la exposición Signo y territorio”, del Colectivo Fotográfico de Oaxaca (CFO). El curador, Plinio Villagrana Galindo, explica que el colectivo se fundó en Oaxaca en 2012, con el propósito de nutrir y promover a los fotógrafos profesionales que trabajan y viven en Oaxaca. A través de la investigación busca la creación y el intercambio y proponer un nuevo enfoque de la fotografía, como lenguaje que está inmerso dentro de la pluralidad del arte contemporáneo.

También buscan educar e inspirar al público en general sobre la fotografía contemporánea, mediante talleres, exhibiciones y festivales que se organizan en Oaxaca, y al resto del país desde las múltiples posibilidades que puede dar un contexto tan diverso como el oaxaqueño.

Hay ricos antecedentes sobre la fotografía en Oaxaca que parten del siglo XIX con una simple recolección documental arqueológica y antropológica sobre las realidades tanto urbanas como rurales. En 1966 se reunieron grupos de fotógrafos alrededor del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, un espacio que se creó con la iniciativa del artista Francisco Toledo. Así nació un cuerpo de discusión y creación de la fotografía donde confluyeron fotógrafos de Oaxaca, México y el extranjero.

Ahora CFO, ya en el siglo XXI, con el movimiento social de 2006, entendido como antecedente de transformación, considera vital restructurar el discurso fotográfico en Oaxaca respecto de México y el mundo. La exposición nace a partir de la reflexión sobre el territorio y el lenguaje. Dichos conceptos, tan amplios y universales pueden inscribirse muy bien en el contexto de Oaxaca. La exposición muestra la obra de ocho fotógrafos: Luis Enrique García, Edith Morales, Bertha Adriana Cervantes, Jaciel Cruz, Amalia Gamio, Chucho Caza, Lissette Jiménez y Ricardo Audiffred. Todavía la puede visitar la próxima semana.

Creo que el evento merece ir a un restaurante oaxaqueño. Vamos a la bella Lula, que está en Miguel Ángel de Quevedo 652. No crean que Lula es la dueña, así se dice Oaxaca en zapoteco. Vamos al grano: botana, hay que compartir una tlayuda con asiento. La terrible duda: pedir uno de los varios moles (negro, coloradito, amarillo) o un chile de agua relleno de picadillo de pollo con almendras.