Crónica de castas será transmitida por Canal Once a partir del 3 de abril, a las 23 horas
Con el director Giménez Cacho sentí una afinidad intelectual y de oficio, señala la protagonista
En Tepito, la gente tiene una nobleza especial, por estar enfrentada a la agresividad, comenta
Martes 1º de abril de 2014, p. a10
La actriz española Ángela Molina afirmó que al grabar Crónica de castas, que es una serie sobre Tepito, experimentó el contrate que se vive en este popular barrio del Distrito Federal: por un lado he sentido una fraternidad real
y por otro una conciencia de vida muy potente
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En entrevista, expresó: “Esta serie sobre Tepito era para mí un sueño, una ilusión y un lugar desconocido. Sentía una gran curiosidad. Después me tocó trabajar en este lugar y compartir con mucha gente del barrio mi trabajo; tuve la gran suerte de que siempre estaba asistida por personas que no eran actores, sino del barrio. La hicieron de actores con gran entrega y gracia. He sentido una fraternidad real y una conciencia de vida muy potente.
He vivido sus problemas muy de cerca y estoy profundamente enamorada del pueblo de México
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Ángela Molina afirmó que para ella “el contexto social determina un poco la actuación de mi personaje, pero realmente me guío con los sentimientos. He llegado, de alguna manera, a perderme en ellos, por las situaciones que eran duras. Políticamente, hay una trama de conflicto, de mucho dolor; he vivido esa cuestión de la maternidad con un hijo completamente trabajador y lúcido, con un actor que me ha hecho sentir muy privada en la vida y de mi sangre, como si lo hubiera parido yo.
“Con el director Daniel Giménez Cacho, sentí una afinidad intelectual y de oficio. Con él ya había trabajado en Blancanieves, una película. Ahí tuve la dicha de conocerlo como persona y compañero. A posteriori surgió este trabajo y hemos podido engarzar, de alguna manera”.
–Las series de televisión tienen hoy un formato que atrapa. Son adictivas...
–Te tienen en tu casa. Es un privilegio para quienes trabajamos en estos aspectos de la ficción, así como una responsabilidad para que hagan pensar, disfrutar y gozar al público, que se merece siempre lo mejor. La televisión en estos días delicados y con tantos problemas es un área que no hay que descuidar y que debemos alimentar con calidad.
–¿Para usted cómo influyen los aspectos económicos en la producción de una serie?
–No está reñida la calidad con un bajo presupuesto. Es cosa también de conciencia y conocimiento. Desarrollar cualquier proyecto se convierte hoy en día en algo laborioso y complicado, pero pienso que sí se puede y que la gente joven lo está logrando, porque cuando tienes algo que decir y mantienes una postura ética como sociedad hacia el arte y las cosas no están a favor, tienes que buscártelas como sea para hacerlas con menos medios. No puedes quedarte callado frente a la necesidad de tu trabajo. En este siglo, nuestra memoria, nuestro inconsciente colectivo, es como un jardín que da frutos memorales. La gente joven, las familias, están completamente conectadas a todo lo que son las series. Hay gente que no lee, que no estudia, pero ese tipo de formatos lo asumen y lo consumen casi con responsabilidad. Eligen lo que les gusta y saben lo que les llega. La responsabilidad de la calidad de las series es mutua entre los artistas y el público.”
—¿El papel en esta serie le quedó como traje a la medida?
—Yo pienso que es perfecto por edad, me parece que es una historia que a la juventud le va a interesar. Mi esperanza es que sigan la serie, nuestro trabajo.
—¿Se puede comparar Tepito con algún barrio de España?
—Me imagino que sí, pero el de acá tiene muchas caras y muchas realidades, porque Tepito es un barrio difícil, pero donde al mismo tiempo la gente tiene una nobleza especial, por estar enfrentada continuamente a cierta agresividad. Yo he sentido las puertas abiertas de cualquier lugar de ahí. La vida normal es como en todo sitio. Así lo he sentido. La gente se mira, se atiende, se toca. Es un barrio de verdad y nunca he sido crítica sobre él, para nada. Caerán varios mitos sobre Tepito.
En sus comienzos Ángela Molina trabajó con Luis Buñuel y Manuel Gutiérrez Aragón, con lo que se convirtió en una de las actrices más representativas de la transición española.
Filma más de cien películas y atesora premios como el David de Donatello de la Academia italiana y la Concha de Plata del Festival de San Sebastián.
Desde los 19 años, su dedicación al cine es absoluta. Asume papeles relevantes en La ciutat cremada, de Antoni Ribas, y en Las largas vacaciones del 36, de Jaime Camino. Con José Luis Borau trabaja en La Sabina (1979). Luis Buñuel la elige en 1977 para protagonizar, junto a Fernando Rey, Ese oscuro objeto del deseo, película que le proporciona renombre internacional y le abre las puertas de la cinematografía europea.
La historia
El barrio bravo de Tepito, enclavado en el corazón del Distrito Federal, es el centro topológico de la historia televisiva Crónica de castas, serie que será estrenada el próximo 3 de abril por Canal Once y que cuenta con la dirección de Daniel Giménez Cacho, quien incursiona por primera vez en esta labor.
La emisión iniciará a las 23 horas y habrá repetición cada domingo a las 22. Las historias serán el reflejo del clasismo y el racismo, como parte de una realidad histórica que es difícil ignorar.