Fue de las primeras fotógrafas que documentó la escena grafiti/hip-hop en NY, en los 70
Nunca quise ser artista, soy más una especie de guardián: Cooper
La creadora estadunidense visitó México para inaugurar su exposición Street shots
Intuición y suerte, elementos clave en un trabajo que mostró un fenómeno mundial
Domingo 6 de abril de 2014, p. 2
Intuición y suerte. Esos fueron los principales factores que llevaron a Martha Cooper, según reconoce ella misma, a ser de las primeras fotógrafas que documentó y difundió los orígenes de un movimiento cultural subterráneo que emergió en las calles de Nueva York en los años 70 del siglo XX: la escena grafiti/hip-hop.
Su trabajo –que ha sido exhibido en museos y galerías alrededor del mundo y publicado en numerosas revistas, desde National Geographic hasta Vibe Magazine– es considerado pieza clave para que aquel género musical se convirtiera en un movimiento juvenil e internacional.
La creadora y fotoperiodista estadunidense, nacida en Baltimore en 1942, estuvo de visita hace unos días en México para inaugurar su exposición Street shots y ofrecer una plática en el Museo Universitario del Chopo sobre sus 46 años de trayectoria profesional.
La muestra, la primera que presenta en el país, se encuentra montada al aire libre en el muro 5 del Foro Sol, en la ciudad de México, donde permanecerá hasta finales de junio. Está conformada por una selección de 14 fotografías en gran formato proveniente de tres colecciones.
La primera de ellas es Street play (1977-1980), imágenes en blanco y negro que retratan cómo los niños y las niñas vivían las calles del Bronx en los años 70; la segunda, el álbum Hip hop files (1979-1984), una serie de imágenes que refleja los inicios de la escena del grafiti/ hip hop en Nueva York, y, finalmente, Subway art (1984), considerada la Biblia del grafiti.
Siempre en la calle
En entrevista con La Jornada, y gracias a la ayuda en la traducción de Lilia Rubio, Martha Cooper precisa que comenzó a levantar este tipo de registro por un interés de carácter documental sociológico, antropológico y estético.
Durante un tiempo, mi interés era ser fotógrafa periodística, pero no me gustó hacer fotoperiodismo, aunque sí documentar. Tampoco quería ser artista, nunca quise hacerlo; quería ser, más bien, una especie de guardián, capturar cosas que podrían desaparecer
, refiere.
“Pienso que la suerte tuvo que ver mucho con todo esto. Yo era una fotoperiodista del Nueva York Post, que no es un buen periódico, pero me considero afortunada porque ese trabajo me conservaba siempre en la calle y todos los días con mi cámara.
Fui muy afortunada por escoger esa temática de las calles de Nueva York, que luego se convirtió en un fenómeno mundial. Pero fue pura suerte, podría haber escogido cualquier otra cosa.
–¿Le interesa retratar el alma de la naturaleza humana, como ocurre con Sebastiao Salgado?
–Maravilloso fotógrafo, pero nada tengo que ver con él, porque no estoy fotografiando para exponer ningún tipo de mal en el mundo, como la miseria. De hecho, si hay algo que muestran mis fotografías son personas sobreviviendo circunstancias difíciles.
–Sin embargo, él no deja de tener una mirada y una posición sobre aquello que es marginal, al igual que lo hace usted.
–Por supuesto, y él lo hace de manera magnífica. Él sí es artista. Sus fotografías son más grandes que la vida misma; son asombrosas, impresionantes. A mí me gustan más las cosas pequeñas de la vida.
“Me apenaría que se comparara mi trabajo con el del maestro, porque pienso que no es así. Salgado es un fotógrafo de fotógrafos, realmente muy apreciado por otros profesionales debido a su destreza, capacidad, temática, composición. Pero yo me veo como fotógrafa de la gente.
Realmente no estoy en el mundo de la fotografía. Estoy en el mundo del grafiti y el hip hop; estoy en el mundo de la juventud, ésta me conoce, y hay muchos fotógrafos que jamás han escuchado de mí ni tampoco han visto una de mis imágenes; es más, ni siquiera les gustarían mis fotos, pensarían que son aburridas
.
–¿Qué opina que sus fotografías de dos expresiones que antes eran marginales e incluso ilegales, como el hip hop y el grafiti, sean consideradas ahora objetos artísticos?
–Nadie está más sorprendida que yo ante ese hecho. Definitivamente esa nunca fue mi meta. Mi meta fue preservar esa cultura, porque me parecía interesante, pero ¿quién podría imaginarse jamás que se iba a convertir en esto que es hoy día?
Pensé que era algo pequeño y confinado a un espacio, tiempo y ciudad particulares. Incluso, decía que era algo que sólo podía suceder en la ciudad de Nueva York, y ahora vemos que sucede en cualquier parte del mundo. Pero es algo que yo no veía ni entendía, en aquel tiempo no lo imaginé
.
–Su interés por estos temas, ¿tienen que ver con una naturaleza o posición contestataria de su propia persona?
–Crecí en una casa judía. Mi madre era maestra de inglés y de periodismo. Mi abuelo era periodista, mi papá tenía una tienda de cámaras. Entonces, la fotografía y la escritura eran algo natural en mi casa.
Nuestros padres siempre nos alentaron a hacer cosas, y teníamos todo tipo de proyectos artísticos, que se daban siempre en casa. Ese tipo de crianza me impulsó a ser creativa.
–¿Comulga con ese tipo de expresiones, se siente parte de lo ilegal y lo subversivo?
–No sé si me siento parte de esas expresiones, pero sí soy su fanática. Realmente son expresiones que admiro y entonces hago lo que puedo para apoyarlas. No debe haber de por medio en ellas algún mensaje en particular, por ejemplo fuera Bush
o algo así. Creo que escribir el propio nombre de uno es ya un mensaje: estuve aquí, lo pude hacer y lo hice, chíngate
.
–¿Ha hecho grafitis?
–Ocasionalmente sí, coloco un tag aquí o allá, pero es realmente difícil. El control de la lata del aerosol es complicadísimo, se tiene que practicar mucho, y pues como quiero que me salgan bien, debo practicar mucho, pero no puedo hacerlo porque no tengo tiempo. Lo que más me interesa es tomar fotos de alguien más haciendo eso.