os adivinos se aconsejan, pero no se van, mientras pocos apuestan a que la expectativa hacendaria sobre el crecimiento económico para este año se vaya a cumplir. La parquedad del Banco de México (BdeM) acompaña al pesimismo de varias consultoras privadas y no hay noticia de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM) vayan a mover sus proyecciones al alza. Así vamos, en el arranque del segundo trimestre de este año de (des)gracia de 2014.
El jueves, en el Senado, don Agustín Carstens nos alegró el día al anunciar que está en marcha una reactivación económica mucho más vigorosa
, pero en Acapulco dio rienda suelta a su peculiar dialéctica y enriqueció el lexicón financiero: recuperación habrá, siempre y cuando se mantenga la estabilidad debida y se respeten los fundamentales
, sólidos y sanos que no mediocres, taxonomía que sólo el sumo sacerdote de BdeM y sus acólitos saben descifrar. (Véanse las espléndidas notas de Roberto González Amador e Israel Rodríguez, y de Víctor Ballinas y Andrea Becerril, La Jornada, 04/04/14, páginas 24 y 25).
Estrechamente amarrada a las vicisitudes de la economía norteamericana, la mexicana está entre corchetes, sin posibilidades de decidir en consonancia con lo que pide la realidad inmediata de México aquí y ahora, en 2014, con sus más de 114 millones de habitantes y sus más de 50 millones en pobreza. Posibilidades que sólo vendrán si se crean dentro y el país deconstruye su modorra y se arriesga a invertir e innovar, para dejar de ser sólo maquila, como dijo quererlo en Panamá el presidente Enrique Peña Nieto.
Las proyecciones revisadas sobre la economía mundial se darán a conocer en la reunión de primavera del FMI y el BM, que tendrá lugar en Washington la próxima semana. No hay visos de que la recuperación estadunidense haya modificado sus ritmos a la alza y Europa sigue su triste andar, ahora puesto en riesgo por la extraña política exterior atlantista frente a Rusia que busca imponer Estados Unidos. Algo parece claro ya: si se exacerban las represalias económicas a Rusia, se afectará seriamente el crecimiento europeo, en especial el de varios de los países del Este y Alemania.
La señora Christine Lagarde se adelanta y advierte: la recuperación es frágil y el Banco Central Europeo (BCE) tienen que recurrir a medidas de política monetaria no convencionales
para evitar que Europa caiga en una deflación. La estabilidad tiene dos caras: controlar o abatir la inflación, cuando ocurra; pero también salir al paso de una caída de los precios que puede llevar a una nueva recesión generalizada. Y como bien dice el fino analista Xavier Vidal-Folch: Francfort debe perseguir la estabilidad de precios no sólo si suben, sino también cuando bajan
. De otra suerte, el BCE estará violando su propia ley ( El País, 03/04/14, página 17).
El mundo es ancho, pero ya no tan ajeno. De este lado del globo no aparece más el espectro deflacionario, ni siquiera en Estados Unidos donde asomó hasta hace poco sus narices. Pero también es claro que, por lo menos hoy, la inflación no toca a la puerta ni una ni dos veces. Lo que priva es un desempeño productivo reptante que si no destruye tampoco crea empleo suficiente. ¿Dónde radica, entonces, la cuestión de la estabilidad que tanto desvela a banqueros y cotorras financieras? No del descontrol monetario o fiscal, porque aquí los fundamentos
del góber del BdeM se han vuelto pilares, cuando no murallas. Lo que amenaza la estabilidad del país y de su economía, es la falta de crecimiento, empleo e ingresos contantes y sonantes para que la mayoría consuma y respire.
Como ha explicado el profesor Jaime Ros en su librito
( Algunas tesis equivocadas sobre el estancamiento económico de México, El Colegio de México, Facultad de Economía, UNAM) aquí, el orden de los factores sí afecta el producto: no es la baja productividad de los factores lo que explica el bajo crecimiento, sino al revés: el deterioro en el desempeño de la productividad de la economía mexicana desde 1982 tiene que interpretarse como una consecuencia endógena de la lenta expansión económica y la baja acumulación de capital
(página 34). Ítem más: no habrá crecimiento alto, mucho menos sostenido, sin aumentos sostenidos en inversión física, así como en ese continente hoy espectral que llamábamos mercado interno.
Los gerentes de los poderosos caballeros reunidos en Acapulco prefieren hablar con la virgen, pero para el Estado (para incluir al BdeM), debería ser claro ya que esas condiciones de las que habla Ros no se cumplirán si no hay crédito para la inversión y la producción y si el Estado sigue maniatado por sus míseras finanzas y el acoso de los intereses enfeudados que juegan a los loditos en Punta Diamante.
Los fundamentos mediocres que tanto preocupan a Carstens no están en las veleidades del tipo de cambio, el déficit fiscal o el externo. Están en las mentalidades dominantes y sus diagnóstico errados que se niegan a admitir que nuestros fantasmas siguen ahí, al lado de La Costera y al oriente y poniente de sus despachos.
Reinicio ahora la nano sección que llamo Los libros sobre la mesa
para recomendar el importante y muy útil libro de Héctor Guillén Romo. Héctor es un destacado egresado de mi facultad, la de Economía de la UNAM, y desde hace tiempo es profesor e investigador en la Universidad de París 8.
Hay que leerlo y estudiarlo.
Héctor Guillén Romo, Las crisis. De la Gran Depresión a la primera gran crisis mundial del siglo XXI, México, editorial Era, 2013.