Soy hija de un hombre delicioso, no de un monumento de la fotografía: Francine Deroudille
todavía hay mucho por descubrir
Para la exposición en el Palacio de Bellas Artes, de un archivo de 450 mil negativos elegimos sólo 79 trabajos en blanco y negro, porque los de color son una parte casi desconocida, dice a La Jornada
Sábado 12 de abril de 2014, p. 3
Pensar en el trabajo fotográfico de Robert Doisneau (1912-1994) es trazar un recorrido por las imágenes emblemáticas en blanco y negro que captó a lo largo de su carrera. Pero aún existe una parte casi desconocida y son sus imágenes en color.
De Doisneau todavía hay muchísimas cosas por descubrir
, dice su hija Francine Deroudille, curadora de la muestra que se presenta en el Palacio de Bellas Artes, en la que se reunieron 79 fotografías de este artista icono francés.
“No he sido la hija de un monumento de la fotografía, he sido la hija de un hombre delicioso, que trabajaba muchísimo, sin cesar, que adoraba su oficio y amaba la vida; tenía probablemente un fondo melancólico de carácter, pero buscaba luchar contra las dificultades. Él decía que quería atravesar la vida en la punta de los pies. Un monumento no podría decir lo mismo.
Entonces, creo que a mí y a mi hermana nos dio el gusto por esa búsqueda. Nos enseñó a no tomar las cosas de manera dramática y saber mirar a los demás. Saber que no estamos solos, que todos juntos estamos en ese gran campo de luz
, expresa Deroudille en una brevísima charla con este diario.
Historia de una carrera fotográfica
Todas las fotografías de la exposición Robert Doisneau: la belleza de lo cotidiano son en blanco y negro por una razón: “Intentamos contar la historia de la carrera fotográfica de mi padre, su historia, mostrando algunas imágenes de cada una de las etapas.
“Empezamos con lo que él llamaba su primera foto y luego cuando estuvo con Renault y después lo que hizo en las calles, su trabajo para Vogue, porque pocas personas saben que trabajó dos años en una revista de lujo, así hasta el final de su vida, o casi. Nos detuvimos en los años 80 porque después hay un trabajo muy diferente que no se podía mostrar porque nos faltaban bases.”
Son 79 fotografías elegidas de un archivo que contiene 450 mil negativos. Puede parecer imposible de hacer
, reconoce Deroudille. Pero no lo fue. Y apenas es una pequeña puerta para acercarse a su trabajo. “Cada vez que se monta una exposición se muestran nuevas fotografías: hay todo un trabajo que él hizo a color, conocemos su trabajo en blanco y negro, pero poco su quehacer a color y sí hizo muchas fotogra-fías a color, y comenzamos a trabajar sobre esto.
El trabajo que se hace en una colección tan grande como esa es encontrar momentos de su trabajo que no se han mostrado tanto, que se pueden dar a conocer y que cuentan otra cosa.
–A la luz de esta revisión, ¿qué ofrece Doisneau?
–Lo que él deseaba mostrar eran los momentos hermosos de la vida, momentos minúsculos donde nuestra existencia se ilumina con felicidad; era alguien que no quería dar lecciones, no deseaba decir que él tenía razón en algo, tenía mucha compasión para nuestra condición humana, y quería mostrar que las cosas minúsculas de la vida pueden ser iluminadas por una luz y hay que encontrar los lentes adecuados para amar la vida. Espero que esta exposición muestre esto.
Pareciera que dejamos de ver a los demás en este momento donde la velocidad es lo que priva. “No sé si eso es algo actual, o si siempre ha existido. Acaso nuestra tendencia primaria no es el egoísmo, pero creo que efectivamente la época quizá sea más dura que la de mi padre, pero después de todo él nació en 1912, y unos años después empezó una guerra terrible en el mundo.
“Cuando cumplió 30 años, cuando se casó con mi madre, empezó un oficio que adoraba, comenzó otra guerra, fue terrible también. Empezó a tomar fotografías que cuentan hoy la felicidad en los años 50, es decir, después de muchas desgracias, muchos periodos duros, en los que el hombre mostró esa dimensión terrible con la Shoa, por ejemplo.
Hoy nuestra época es individualista, dura, pero no creo que haya que pensar que es la peor época del mundo; estamos en una tradición del egoísmo humano y hay que luchar en contra de esto.
Por aportar un respiro
–¿Esta exposición sería como un respiro?
–Eso espero. Confío en que aportemos ese respiro con estas exposiciones. Ese es un testimonio que tengo de quienes miran estas fotografías, son imágenes que hacen bien, que calman. No puedo decir cómo debe llegar el espectador. Todos llegamos con nuestras esperanzas, con lo que ocurrió en la mañana que pudo haber sido terrible o feliz, uno llega en el estado en el que está, y hay que esperar que justamente al salir de esta exposición se sienta un poco mejor.
Francine Deroudille trabaja con la fotografía, pero no hace fotografías. Después de laborar en una agencia en la difusión de imágenes, ahora se dedica a llevar a todo el mundo el trabajo de su padre. “Montamos un atellier y trabajamos con sus fotos, montamos exposiciones, editamos libros. Trabajamos por completo, y demasiado, en la conservación y difusión de su obra” en un momento en el que el mayor reto de la fotografía es continuar existiendo.
Todos practicamos la fotografía ahora con nuestros celulares. Soy la primera en captar imágenes de la exposición de mis nietos, o cuando estoy de vacaciones, pero no es lo mismo, son fotografías de consumo rápido; tenemos que aprender a mirarlas el transcurso de la vida de los que se dedicaron a trabajar con este medio. Un reto actual de esta disciplina sería, a pesar del consu-mo masivo de fotografía, respetar el trabajo de los que hicieron una búsqueda dentro de aquélla, con una cámara en la mano
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Picasso-Duncan, historia de familia
Por otro lado, si Robert Doisneau retrató la cotidianidad de una sociedad, David Douglas Duncan captó con su cámara momentos preciosos de la vida de Pablo Picasso: el día a día, donde lo mundano se cruza con lo creativo: por ejemplo, Duncan lo captó chupando los huesos de un pescado en una imagen que podría parecer inocente y que adquiere nueva dimensión cuando ese esqueleto se convierte en la base de una de sus obras.
Lo cotidiano y el día a día del artista español en la exposición Picasso revelado por Duncan, que entrama fotografías tomadas por Duncan con obras maestras del pintor y escultor que se exhiben por primera vez en México, traídas de España, Francia y Suecia.
Hace 32 años que no había una exposición de Picasso en México. Así que el público mexicano va a estar feliz de rencontrarse con él
, señala Tatiana Franck, quien junto con Stephanie Ansari realizaron la curaduría de la muestra montada en el Palacio de Bellas Artes.
Tiene sentido presentar esta exposición aquí, porque Duncan vino por primera vez en 1936, ganó aquí su primer premio de fotografía y fue donde lanzó su carrera. Regresó cinco veces antes de empezar a cubrir la Segunda Guerra Mundial y fue cuando partió para Europa. Casi iba a venir a la inauguración de esta exposición, pero dos días antes dijo que no podía.
El Picasso que nos muestra Duncan en estas 163 fotografías es un Picasso creativo, feliz, enamorado y niño
, tercia Tatiana Franck. Es bajar a Picasso del pedestal en el que se encuentra. Esta exposición es acerca de un Picasso mucho más humano, igual a los demás, con un genio sobrenatural, pero que en su vida cotidiana es un hombre feliz de estar vivo
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Para David Douglas Duncan (Kansas, 1916) esas imágenes de Pablo Picasso constituyen un periodo de salvación, explica Ansari, porque el estadunidense “volvía de la guerra, de las atrocidades, de la muerte, lo que vio como soldado, como fotógrafo de guerra en la Segunda Guerra Mundial o Corea. Para él estas fotos son su salvación, prefería hablar de su periodo Picasso que de todo lo demás.
“Picasso y Duncan fueron dos hombres que se encontraron, y está muy orgulloso de poder mostrar estas fotos, de haber sido el único fotógrafo tan cercano a Picasso y dejar este legado para la historia del arte.
Duncan no tuvo hijos y los hijos de Picasso eran un poco como sus propios hijos, eran su familia; estaba muy cercano a ellos, es realmente una historia de familia, de amistad. De hecho Picasso se convirtió en fotógrafo gracias a Duncan
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