El principal legado del Mundial fue revelar las entrañas poco dignas de la FIFA
La angustia de la hinchada es que ni Scolari sepa cuál será la formación verdeamarela
Martes 8 de julio de 2014, p. 5
Río de Janeiro, 7 de julio.
Los brasileños que acompañan el Mundial –es decir, todos los que tengan más de dos años– despertaron hoy con dos misterios. Uno: ¿Cuál es el nombre del dirigente de la FIFA involucrado en el negocio de la reventa ilegal de boletos? Otro: ¿Cuál es la formación que Felipao pondrá en la cancha el martes, en el juego dificilísimo contra Alemania?
Desde el domingo la policía brasileña aseguraba haber descubierto la identidad de un alto funcionario
de la FIFA que sería la cabeza de la pandilla que desde al menos 1998 montó un altamente lucrativo negocio de venta ilegal de boletos para los mundiales. Ha sido necesario esperar hasta la tarde para finalmente saber que Raymon Whelan, ciudadano británico, director ejecutivo de la Match Hospitality, única agencia autorizada por la FIFA (de hecho, un brazo de la entidad) para vender entradas en los mundiales, fue detenido en el Copacabana Palace, el más tradicional, lujoso y bello hotel del país. Además de boletos, también era responsabilidad de Whelan elegir los hoteles que hacen parte de los paquetes turísticos oficializados por la FIFA. Es decir: tenía en sus manos la canilla de los sobornos que llenan cuentas bancarias en Suiza.
El súbdito de la reina Isabel ahora hace compañía a los otros 11 pandilleros detenidos desde el pasado martes. Acorde a la policía, Whelan era el verdadero jefe de la banda, y no el argelino de nombre curioso, Manine Fofana, como se pensó en un principio. No hay dudas de eso: hay llamadas telefónicas grabadas con autorización judicial que comprueban sus tareas de comando. Lo que no se sabe, sin embargo, es si había o hay alguien más de la FIFA en esta mafia específica. Pero ya se sabe que en caso de existir ese alguien más, será todavía más poderoso que Whelan. La Match Hospitality es una empresa controlada por otra compañía, la Infront, una empresa que tiene entre sus socios a Phillip Blatter, sobrino de Joseph Blatter, el todopoderoso de la historia de los mundiales. Los dos Blatter ostentan el título de presidente: el sobrino, de la Infront. El tío, de la misma FIFA.
Mucho se habla en Brasil del legado que esta Copa dejará cuando termine. Mientras prosigue esa discusión, Juca Kfouri, uno de los más influyentes y respetados periodistas deportivos del país, aseguró ayer que quitarle la máscara a la FIFA y revelar sus entrañas poco dignas ya es el principal legado del Mundial. Desde 1998 la pandilla pasó incólume por todos los mundiales. Cayeron en Brasil gracias a un truco elementar: policías disfrazados de turistas iban a la puerta de los estadios intentando comprar ingresos en el mercado negro. Un agente intentó, con un cambista, comprar un lote de 50 ingresos. Así se descubrió el esquema.
Hubo otras noticias involucrando a la entidad, todas ellas negativas. Se supo, entre otras cositas más, que Zúñiga, el colombiano troglodita que alejó a Neymar del Mundial gracias a un rodillazo cobarde, no fue ni será castigado por la FIFA. Otro que no será sancionado, al menos por ahora, es Humberto Grondona, hijo del argentino Julio Grondona, que además de presidir la entidad que controla el futbol en su país, ocupa una de las vicepresidencias del organismo internacional. El Grondona junior admitió haber vendido algunos de sus entradas a un misterioso amigo, y jura, cándidamente, no tener idea de cómo esos boletos fueron a parar en el mercado negro. Para la FIFA, semejante inocencia es aceptada como verdad. Para la policía brasileña, el caso sigue bajo investigación criminal.
Resuelto ese misterio, quedó el otro. Y los brasileños fueron a dormir –o a intentar dormir– sin saber qué esperar. Sabemos todos que Felipao probó varias alteraciones para suplir las ausencias de Neymar y Thiago Silva. Se barajan nombres de los que integrarán la nueva formación, pero nadie sabe a ciencia cierta quién estará en la cancha y quién en el banquillo.
Para hacer más aguda aún la angustia de toda la hinchada, existe la asustadora posibilidad que entre los que no saben cuál será la formación esté el mismo Felipao.
De todas formas prevalece la expectativa de que Brasil ataque desde el primer minuto, en un juego veloz, creativo, bien articulado que deje a los alemanes sin norte en la cancha. Será el primer paso rumbo a la sexta victoria en los mundiales. Bueno, esa al menos fue la expectativa que embaló los sueños de los brasileños que lograron dormir. Los otros, y que formaron mayoría, pasaron la noche dando vueltas en la cama tratando de adivinar cómo Felipao pretende hacer todo lo que –con la única excepción del primer tiempo contra Colombia– sus muchachos no supieron mostrar hasta ahora.
Por fin, queda la esperanza de que la ausencia de Neymar tenga un efecto positivo: sus compañeros se sentirán estimulados a homenajearlo con una victoria. Tratarán de hacer por él lo que él haría por todos. Y así, de esperanza en esperanza, sigue el Mundial.